Blogia
El Salón de las Músicas Perdidas

El ocaso de una estrella

El ocaso de una estrella "¿y al final que sucedió con tu estrella?" me preguntan...

No hay un final abrupto par alas cosas. Normalmente los finales se van gestando poco a poco sin una fecha o momento fijos de nacimiento o defunción, aunque esto último es posible, es decir, poder pensar "ahí fue donde terminó todo".
Luego a veces hay un problema: no sabes que algo se ha acabado. No hay manera de saberlo. Lo primero que te das cuenta es que han pasado años y lo que esperabas no llega, ni llegará nunca.

Eso me ha pasado (corrección, me está pasando) con la Estrella.

Hubo tiranteces, siempre las hay. Ya hablaré otro día del momento de "creo que es mejor para tí que nos veamos en una temporada". Temporada que duró un mes y luego seguimos viéndonos.

Supongo que todo empezó a terminar el día que me contó lo de su nuevo amante. Lo conoció en lycos, como conocí a la mayor parte de ellos, salvo "su Dios" que conoció ejerciendo una seducción secreta mientras salía de bares con su novio. Siempre me pareció curioso que chicos tan parecidos en comportamiento y forma de ser a mí pudieran seducirla y yo nunca pudiera. Terminaba encontrando un amor más profundo o reciente para sustituirlos, yo permanecía. Pero no me deseaba. Al menos así me lo dijo, aunque hay un momento en que creo que sí me deseó y no se atrevió aún no sé por qué a hacer algo que ambos deseábamos.
Pero me estoy yendo por las ramas, eso es materia de otras reflexiones.

Bien, el nuevo chico. Pero este tenía algo distinto. Ambos estaban convencidos de que se había conocido en una vida anterior. No sólo en una, en varias. Que el origen de su relación estaba en el principio de los tiempos, que habían sido dos partes de una misma cosa, una estrella que se había separado por una maldición (que irónico que yo la llamara "mi estrella" mucho antes de que me contara eso). Ella había soñado con su voz y al oirla recordó. El recordaba su nombre, el nombre que ella usaba ahora de nick en el msn y en lycos. Así que la había buscado cuando en un viaje en la selva entró en contacto con su pasado, tuvo una comunión espiritual, vamos. Así que se habían reencontrado.

No supe si llorar o reir o alegrarme por ella. Reir por lo absurdo que quedaba cuando lo cuentas en voz alta. Llorar porque deseaba que me pasara algo así, y más concretamente que me pasara con ella. Alegrarme por ella porque la veía feliz. O preocuparme porque despertar de sueños de misticismo, magia y reencarnaciones es muy duro.
La tarde que me lo contó me sentía humano y me alegré por ella. Que importaba un poco más de tristeza dentro de mí. Me alegré sinceramente por ella.
Pero como siempre, pasan los días. Y pasaron muchos días, porque de repente, de vernos cada dos domingos más o menos para charlar, comer juntos o pasarnos por su casa a compartir el tiempo, sólo hubo silencio. Por su novio, por sus horarios, por muchas cosas yo sabía que debía esperar su llamada. Y ya me había acostumbrado a que no me contestara los sms, aunque ella se sorprendía si yo no respondía a alguno, aunque fuera nimio.
Y al cabo de unos meses me llamo. Nos vimos. Que no había querido ver a nadie, que había estado pensando que hacer con su vida, si dejar a su novio e irse con su reencarnado o seguir con quien estaba y esperar otra reencarnación. Había decidido seguir con su novio, porque aunque no le amara si le quería y no quería hacerle mal. Y que me había llamado porque el reencarnado, antes de irse de viaje cuatro días, le había dicho que hablara con sus amigos que estarían preocupados por ella (como así era en mi caso y supongo que en el de los demás).
Por unos segundos herví de pura, roja y temblorosa ira. Me veía porque EL le había dicho que lo hiciera, no por que ella quisiera verme como quería antes de EL. Dijo que no había visto a nadie durante su periodo de reflexión, pero con EL si había estado viéndose.
Sólo duró unos segundos la ira pero me ha quedado dentro. Una huella más dolorosa como el que siempre se olvidara de mi cumpleaños y dijera "el año que viene seguro que me acuerdo, voy a apuntarlo" y nunca hubiera llamada ni sms suyo siquiera.
La ira pasó pero no quise evitar volcar todo lo que sentía en mis palabras. Conteniendo la ira para que no cambiara lo que quería decir, sino que sólo saliera lo que había en mi corazón. Le hablé de la soledad, de la preocupación, del deseo, del amor... Ahí fue cuando dijo que no me había deseado nunca, que no provocaba ni un poco de eso en ella (para variar, no sé hacerme desear por quien quiero que me desee. Sólo lo conseguí una vez y tampoco estoy seguro que fuera yo o la soledad y tristeza de una reciente ruptura de esa otra chica con su novio).
Pero hablamos, nos abrimos el corazón y partimos bien, sin rencores, sin motivos para separarnos, al menos por mi parte pensando que todo podría seguir como siempre. Ni más ni menos, sólo lo que ya había.

Y pasaron los meses. Y cuando murió mi abuela la llamé rogándola verla, algo que jamás había hecho, porque siempre pensaba que ella me vería cuando quisiera y pudiera. Pero ahí le rogué que buscara unos minutos para mí. No le dije la razón, no creo que fuera algo que tenía que decirle por teléfono. Quería tener a mi amiga cerca, delante, que me consolara un poco, que me apoyara un poco, que disminuyera un poco el dolor. Me dijo que lo haría.

Y pasaron dos meses.

Llegó un sms suyo diciendo que llevaba una temporada muy liada y que qué tal estaba yo. La rabia volvió y le respondí con un sms envenenado dejando claro que pensaba que seguro que tenía tiempo para otros (concretamente para EL y no para mí, ni unos minutos. Respondió enfadada diciendo que algún día me arrepentiría de lo dicho y dejando ver que no habría mas mensajes ni llamada ni mucho menos volver a vernos. Entonces le dije que vale, pero que le iba a decir por qué estaba furioso. Y le dije lo de mi abuela. Mientras lo decía disminuyo mi ira y se quedó en hastío. Que ridículo enfadarme, sufrir, mosquearme cuando mi abuela estaba muerta, cuando no podría darme nunca más un beso ni abrazarme, cuando no podría volver a verla.
La Estrella me dijo que lo sentía y que tenía que habérselo dicho. Y yo sé que no. Porque en ese momento me dí cuenta que támpoco habría tenido tiempo para mí ni siquiera ante un momento tan duro. Habría habido trabajo, padres, novio o amantes que ver. O sueño que dormir. Y entonces si la habría odiado de todo corazón, porque siemrpe nos dijimos que como buenos amigos, siempre tendríamos unos minutos para cuando el otro estuviera mal. Y yo siempre había estado, había cumplido lo dicho, aunque no me dijera por qué. La primera vez que le pedí que estuviera y no estuvo. Así de simple.

Aún guardo su último sms qu eme llegó un par de días después:
"Se k necesitas verme y hablar pero la verdad fer n stoy para dar cnsejos a nadie stoy bien feliz tngo poco tiempo.te llamare cuando pueda"

Han pasado tres meses desde entonces. Llevo sin verla siete meses.

Mi respuesta a ese sms fue:
"Sea. Es bueno q seas feliz.No qria consejos, sino un poco dl cariño q mi amiga me daba antaño.Esperare q tngas tiempo y stoy aqi si necesits algo.Cuidate"

Y no sé si volveré a saber de ella. No entro en su página de lycos (para qué, para ver como EL le deja firmas en el libro dignas de una película porno de arte y ensayo, para que sepa que me he pasado porque queda registrado, para que sepa que sigo llorando... no, no me pasaré para eso). Espero su llamada que es posible que nunca llegue pero sé que si me llama ahí estaré aunque ya nada podrá ser como antes, he perdido parte del cariño, parte del deseo, parte del amor. Y lo peor de todo es que he perdido mucho de la confianza que tenía en ella.

A veces no sé si quiero volver a verla o intentar quemar puentes y seguir adelante. Sobre todo porque sea para bien o para mal, yo jamás olvido. Sobre todo a alguien que me hizo feliz, que me ayudó a ser persona, que me hizo sonreir.

Y eso es lo que sucedió con la estrella.

0 comentarios