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El Salón de las Músicas Perdidas

CEDER, EQUIVOCARSE Y VOLVER A EMPEZAR

CEDER, EQUIVOCARSE Y VOLVER A EMPEZAR

 

 Dos meses y 3 días y cedí. Me llamó el viernes y se lo cogí, porque tampoco era cuestión de no cogerle el teléfono, eso sólo lo haría si la odiara.

 

 “¿Tú te das cuenta que te estoy dejando?” Esa fue la frase que inició la caída. Tras un poco de conversación insustancial me pregunta si quiere que quedemos y le digo que no. En su voz creo notar decepción y darse cuenta de qué va el asunto y entonces es cuando digo la frase, porque yo también me doy cuenta de algo de lo que no quería darme cuenta, pero estaba pasando: los dos meses no me han servido de nada positivo. No dejo de pensar en ella y sentir algo, da igual que la vea que no y estoy sufriendo. Así de simple. Dos meses de malestar, aburrimiento y depresión. Peor que si la veo, que el malestar, sufrimiento y depresión me dan sólo de vez en cuando y disfruto intensamente de los escasos momentos en que estamos juntos. Aunque claro, también soy consciente de que esa situación empieza a no llevar a ninguna parte y es sólo ver hasta cuando aguanto colgando del precipicio sujeto por los pulgares a la cornisa…

 

 Pero también pienso que si la vida es una mierda, algo malo que una vez al mes te haga sentir bien ya es un triunfo.

 

 Bueno, el caso es que a raíz de esa frase (si se había dado cuenta y algo se olía en este tiempo, aunque dudo mucho que lo haya pasado como lo he pasado yo) y de la siguiente conversación decido que al menos si se corta o se toma una tregua será en persona y quedamos.

 

 Y ahí ya la he cagado, porque al igual que su presencia real es lo único que me da algo de bien de vez en cuando, también me hipnoidiotiza y mis resoluciones flaquean, mis decisiones no parecen tan firmes y lo que siento hace que no me comporte racionalmente y mi cerebro se vaya a darse una vuelta por Villa Corazón.

 

 Le suelto todo lo que me preocupa y molesta, lo que he sentido estos meses, mis intenciones, mis dudas, mi dolor, mi no estar seguro que sea la mejor opción. Y más o menos quedamos en que vale, no estoy bien y ella me está dejando de hacer sentir bien y cada vez me hace sentir menos especial. Que puede que no le devuelva muchas llamadas a partir de ahora, que ella no quiere que deje de estar ahí para ella pero tampoco me dice lo que quiere, sólo lo que no quiere y es tener una relación conmigo o sentir algo más por mí.

 

 Y yo sigo mal, verla no me ha curado eso, así que no debe ser sólo el no verla lo que está haciendo que siga sin dormir más de 4 horas y me de pánico acostarme y lo haga sólo cuando ya no tengo más remedio.

 

 Al día siguiente me fallan los colegas y ante la perspectiva de pasar el fin de semana encerrado en casa la llamo para proponerle plan de películas y comida basura. Me dice que vale, pero que está en el pueblo cerrando cañerías y casa para pasar el invierno y que cuando vuelva en un par de horas ya  me llama. Cuatro horas más tarde la llamo y que todavía está en ello y que ya me llamará al volver si no es una hora intempestiva.

 Pasa el domingo y nada. Ni mensaje ni llamada ni nada.

 

 Y yo jodido pero menos. Porque estoy ya empieza a parecer una serie de risas enlatadas, en la que todo, al final, siempre es igual que al principio. Como acabó Friends, vamos, 10 temporadas para que al final los dos memos estén como al principio, incompatibles, absurdos y en una relación que han dejado y retomado tantas veces que ya ni emociona.

 

 Pues ahora el memo soy yo.

 

 El lunes le mando un mensaje muy amable y educado para que me devuelva cuando le venga bien la novela y el dvd que le dejé hace ya meses. Un paso previo a poder un día dejar de verla sin que eche de menos nada material, lo mismo que ella me dijo el viernes que hizo con su última relación, la del chico colombiano, cuando la última vez que quedaron buscaba ya un motivo para dejarle que él le dio sin muchos problemas.

 Yo ya suponía que captaría el fondo del asunto porque se apresuró como pocas veces había hecho antes a responderme afirmando lo que me sospechaba, que se había quedado en el pueblo todo el fin de semana y se le había acabado la batería y no me había podido responder. O podido o querido o acordado, porque en ese momento sí me estaba respondiendo contando lo que había pasado desde ese mismo móvil pero había tenido que escribir yo antes… y ya era bien entrada la mañana del lunes, o sea que claro, lo que tú digas.

 

 Así que ahora no tengo un plan como antes de “dejar de hablarla hasta que mis sentimientos cambien” sino que vuelvo al río, a dejarme llevar, a las rocas y las zarpas de los osos. Paso. Así de simple. Ni intento dejarla ni estar con ella. Ahora lo que centra mi vida es intentar volver a dormir más durante semana y no encontrarme tan hecho una mierda todos los días al forzar mi cuerpo más allá de los límites del descanso necesario.

 

 Ah, y descubrir por qué mierda es la segunda vez que sueño que tengo cáncer y me quedan sólo unos meses de vida…

VAN DOS MESES

VAN DOS MESES

 

 Hoy hace dos meses de no verla. Bueno realmente sería mañana cuando hace dos meses, hoy más bien hace dos meses de la última vez que la ví.

 

 Y la cosa no mejora, al menos aparentemente. Sigo pensando mucho en ella, amargándome y poniéndome triste tanto por los recuerdos (como hacía antes) como por el tiempo que ha pasado sin verla, esforzándome en no iniciar un contacto, una comunicación. Así que supongo que no lo estoy consiguiendo, lo de olvidar o cambiar la forma de pensar.

 

 Mi vida tampoco va a mejor. Las depresiones y tristezas se hacen más frecuentes cada semana. Me falta chispa, impulso y ganas. En varios ámbitos (emocional, creativo, sexual, sentimental…) empiezo a simplemente dejarme llevar sin llegar a ninguna orilla, simplemente yendo corriente abajo, flotando sin acción. Y eso no me hace sentir nada especial, de hecho empiezo a sentir las cosas apagadas, como si me llegaran a través de un filtro. No tengo ilusión ni pereza, no tengo ganas ni desganas. Simplemente las cosas pasan y paso de buscarlas o esquivarlas.

 Supongo que algunos me dirán que eso es lo que pasa cuando uno basa su vida en la felicidad que le da estar con otra persona, que la única persona que nunca nos abandona para bien o para mal es nosotros mismos. Pero creo que queda claro que yo no me gusto a mí mismo, así que mi única compañía no es precisamente plato de gusto que tragar.

 

 El domingo, cuando acudí por hacer el paripé a la oposición (apuntado desde hace un año no estudié, considero que estar trabajando me quita demasiado tiempo para ello, hay gente que consigue estudiar y trabajar a la vez pero yo no soy de esos, me faltan ganas, esfuerzo, capacidad y voluntad) su nombre fue voceado, también estaba apuntada, pero no había acudido y cuando lo oí desde dentro de la clase, porque ya había entrado yo, pues me sentí extraño. Raro. Descolocado.

 

 Decirle la fecha y lugar de la oposición fue uno de los dos intentos por su parte de contacto durante este mes. El primero fue cuando ya había quedado para una sesión de juego con los colegas, así que no tuve que dar más explicación ni comerme la cabeza por contar nada ni buscar una excusa. Simplemente informé que ya había quedado a su sms con la oferta de vernos. Y luego a la respuesta de mi mensaje sobre lo de la oposición me dijo que si quería quedar esa semana la avisara y no respondí nada. No sé si será que no estoy afrontando el problema, que tal vez debería hablarlo con ella. Pero el teléfono no me lo va a coger como antaño. Y en persona sería fastidiar lo conseguido hasta ahora de distanciamiento sin seguridad de que sirviera para mejorar o finiquitar la situación, lo que no anima mucho a intentarlo. Aunque soy consciente de que me arriesgo así a que simplemente me aparte de su vida totalmente. Así que no sé que hacer, pero tampoco me como demasiado la cabeza sobre cual sería la mejor opción.

 

 Y la corriente sigue llevándome sobre agua templada. A ratos hay pozos de agua fría y a ratos la corriente parece estancarse. Pero el tiempo sigue pasando, haga lo que haga yo.

BEARD OF SORROW

BEARD OF SORROW

 Que traducido quiere decir algo así como “la barba de la angustia”. Es un término acuñado en TVTropes (página dedicad a analizar los tópicos y estereotipos frecuentes en los medios visuales, está en inglés, pero para quien lo entienda es una fuente de curiosidad y sorpresas constantes, con el consiguiente peligro para la existencia de tiempo libre…)

 

  El término hace referencia a todas esas situaciones en las que la manera más sencilla de mostrar que un personaje masculino está sumido en una depresión es mostrando que ha dejado de afeitarse, ya que una de las consecuencias más evidentes de la depresión es perder interés por el aspecto personal y dejarse de afeitar, junto con llevar la misma ropa arrugada día tras días, son la forma más visual de mostrar el abandono del interés por tener buen aspecto.

 

 Y yo ahora llevo perilla. Bueno, más bien como le dije a un colega hace un par de días, más que dejarme barba lo que parece es que soy una bola de billar que ha caído en un charco de mierda y le ha quedado el cerco en la parte inferior (ahora que me corté el pelo recientemente es lo primero que pensé cuando me miré al espejo). Es sólo bigote y perilla formando un círculo, tampoco lo dejo crecer demasiado, pero ahí está. Y aunque la depresión comenzó antes de que un día por probar empezara a dejarme la barba (para ser concretos, cuando mi madre estaba ingresada en el hospital, con lo que ya vamos por el mes y medio casi de crecimiento pelo-facial) me ha dado por pensar últimamente que este es otro de esos intentos de hacer un cambio en la vida y al no saber por donde empezar en comportamiento y pensamiento, siempre es más fácil cambiar algo del aspecto, usualmente las personas cambian de corte de pelo (los que lo tengan. Este es otro tópico que en TVTropes denominan “Corte de pelo con importante sentido”. Es más importante en los medios orientales sobre todo en el caso de las mujeres, donde culturalmente el peinado y longitud del pelo eran antaño parte de la representación del estatus y estado social, con lo que un corte de pelo o cambio de peinado significaba un cambio importante tanto en lo exterior como en la actitud interior) pero me temo que yo carezco del equipamiento necesario para permitirme esas aventuras estéticas. Así que por ahora es sólo la barba.

 

 Sólo mi madre me ha dicho que me queda mal, pero es que a ella no le gusta ninguna barba. El resto de la gente, por ahora, hermanos, compañeras de trabajo, colegas… me ha dicho que me queda bien.

 

 Yo no sé si me queda bien. Me hace distinto, pica bastante y es molesta de cuidar. Veremos lo que dura ahí puesta.

 

 

 La depresión que igual es el motivo de dejarme la barba o igual no, viene motivada por una serie de factores. El primero creo que es el estrés. O lo que yo considero que es estrés, porque a cualquiera que esté con más presión en la vida que yo le parecerá un chiste lo que voy a contar, pero bueno, ya sabemos como funciono en lo relativo a valorar las cosas es su justa medida… El estrés se me ha estado acumulando entre el ingreso de mi madre, la situación de percepción de menosprecio que creía notar por parte de mis colegas, la consciencia cada vez mayor de la rutina de soledad en la que estoy inmerso, el incremento de la presión en el volumen de trabajo por la ausencia de nuestra compañera y las ingeniosas medidas presupuestarias que se le han ocurrido ahora al cerebrito privilegiado del consejero de economía y sobre todo por N.

 

 Bueno por N. no, no por algo que ella haga. Sino por lo que estoy haciendo yo con respecto a ella.

 

 Hace un mes y medio que no la veo y es por decisión mía.

 

 No es que pasara nada relevante, ningún momento Hollywood a cámara lenta y música lacrimógena. No. Pensaba que todo empezó de una manera muy sencilla, en principio íbamos a quedar el penúltimo o último día de San Mateo y no me llamó, como otras veces y luego pasó lo de mi madre y la huelga y tuve la mente ocupada y cuando me dí cuenta pues ya hacía casi 3 semanas que no sabía de ella. Y lo dejé estar así. Pasé por varios estados en ese asunto. Primero fue como ya he dicho “ahora no puedo pensar en eso”. Luego vino “vamos a ver cuánto tarda en llamarme si yo no la llamo a ella”. Luego pasé por “estoy un poco cansado ya de todo esto”. Luego mi favorito, el estadio de “esto es lo que me causa dolor y lo merezco, así que como me hace más daño no verla que verla, pues vamos a seguir así”. Entremezclado en los anteriores hubo algunos días de “échame de menos y pásalo mal, como me haces pasar a mí”. Pero no soy un alma tan cándida ya y sé que al no sentir lo mismo que yo, para ella realmente no es un dolor no verme. Puede ser un disgusto, un aburrimiento, una extrañeza, una inquietud, algo de echar de menos, pero desde luego no es dolor.

 Últimamente ha asomado otro curioso pensamiento sobre este tema que es “ya que he llegado hasta aquí, a ver hasta donde llego”

 

 Con todo este batiburrillo en mi mente creo que es fácil darse cuenta que no tengo ni idea de por qué estoy haciendo esto y qué quiero conseguir con ello. No sé si quiero provocarle una reacción, que eche de menos y cambien sus sentimientos hacia mí por ver lo que es la vida sin mí (toma ramalazo de egocentrismo y megalomanía, como si yo fuera el mejor melón de la huerta o algo así…), que sea ella la que corte el lazo y pase de mí porque yo no tengo valor para hacerlo por mi cuenta, no sé si quiero llegar a poder ser sólo su amigo sin que me duela verla y sus ausencias, no sé si quiero dejar de quererla, no sé si quiero castigarme a mí mismo o a ella…

 

 En fin, un lío monumental. Pero aquí sigo. Y eso que he tenido oportunidades. Cuando quedaba un día para que se cumpliera el mes sin vernos me mandó un sms, en el que aunque no hablaba de quedar si me parecía que dejaba la puerta abierta a que yo lo sugiriera. Mi primer impulso fue no responder al sms como a veces hace ella y que probara su propia medicina, pero también por impulso irracional terminé respondiendo, enviando un trozo de la letra de una canción de Amaral en la que sólo cambié una palabra al final y un buen entendedor traduciría enseguida mi estado de ánimo de ese breve texto. No hubo respuesta por su parte, no sé si porque interpretó correctamente mi respuesta, porque no lo leyó en el momento sino horas o incluso días más tarde y para entonces responder ya no tenía sentido o porque no entendió nada y pensó que tampoco tenía muchas ganas de entender y para qué iba a contagiarse de mi estado de ánimo si indagaba un poco más o que mejor mantenerse alejada por un tiempo de alguien que mostraba una inestabilidad tan acusada.

 Pasó otro medio mes y el viernes me mandó un sms para quedar, pero yo ya había quedado con los colegas, habían venido dos de los exiliados madrileños, así que por suerte pude aferrarme a eso para no quedar con ella, porque aunque no pensaba que después de tanto tiempo me inquietara un sms suyo, pues si, todavía me inquieta y me produjo agitación, lo que demuestra que sea donde sea que quiero llegar, aún no he llegado. De no haber tenido esa excusa, me hubiera pasado una hora pensando “la llamo, no la llamo, quedo, no quedo, si quedo qué voy a hacer, hablarlo con ella o no, mostrar la turbulencia que tengo dentro u ocultarla, si no quedo qué le voy a responder, algo que puede que cause que no quedemos nunca más o no sé si querré quedar en el futuro y no debo cerrar la puerta…”

 Creo que tal como lo cuento queda claro el estado de paja mental en que me hallo.

 

 Por cierto, que antes dije que “pensaba que todo empezó de una manera sencilla”. Pero eso fue al principio ya que dándole vueltas me dí cuenta que había algo más. Durante mi cumpleaños una vez más hubo cierto enrolle leve entre ella y yo, motivado por su parte por la bebida y comenzando la resaca a las seis de la mañana en una cafetería tomando dicho brebaje para calmarse un poco y poder coger el coche de vuelta a su casa, una vez más el arrepentimiento se cebó en ella y me dijo otra vez que estaba bastante hastiada que yo siguiera intentándolo con ella. Tanto lo sentimental como lo sexual. Teniendo en cuenta que esa vez no había sido precisamente una de las más activas por mi parte, no sé porque me calaron tanto en esta ocasión sus palabras. Igual porque el viaje a Madrid tuvo una resonancia mucho más profunda y el mal trago, la discusión, lo que pasó, dejaron un regusto mucho más amargo y duradero de lo que creía a pesar de hablarlo entre los dos un par de veces ya. O igual se remonta a la otra discusión anterior sobre si contaríamos al otro que teníamos una enfermedad mortal y sus ramificaciones acerca de la confianza y la protección del ánimo de la otra persona en la cual, para variar, teníamos puntos de vista contrapuestos. No sé. O igual me pilló con los biorritmos descolocados. El caso es que me tomé en serio sus palabras mucho más que en ocasiones anteriores y el par de veces que quedamos a tomar algo durante San Mateo no hubo intentos por mi parte de tonteo, toqueteo, insinuación, seducción o cualquier otro intento de acercamiento. Y a pesar de hacer eso pues no quiso quedar cuando habíamos hablado de quedar al final de las fiestas, lo mismo que sucede cuando sí me pongo pesado, o sea que no hay diferencia en función de cómo me comporte. Al menos esa fue la impresión que me dio.

 Así que realmente tal vez estoy intentando comportarme como ella quiere. Lejos pero no demasiado. Cerca cuando quiere pero tampoco demasiado cerca. Sólo una amistad desapegada que se esté un par de meses sin verse y parezca que no han pasado esos meses cuando de repente se quede dos o tres días en una semana y luego otro mes sin verse y luego verse un día y luego otro mes y medio y etc etc. Una amistad en la que yo tenga que beber aunque no quiera, trasnochar aunque no quiera, ir a sitios donde no quiero ir, pero ceda porque es lo que ella quiere. Una amistad en la que yo haga como que verla y estar con ella no es lo que más quiero en este mundo y el plan que hace que cancele todos los demás planes, sino que pueda decirle “hoy no” aun sabiendo que pasará otro mes hasta que ella me llame para decir que vale, que quedemos, porque si intento yo hacer esa llamada, no habrá respuesta o serán cuatro “hoy no” seguidos hasta que me canse y deje de llamar y sea ella la que decida que quiere quedar y se mueva para conseguirlo, como ha pasado hasta ahora.

 Y por supuesto que deje de amarla y quererla.

 

 No sé si soy capaz de eso. Creo que no. Esto se parece demasiado a uno de esos ultimátum de “o todo o nada” si no fuera porque no existe esa elección realmente, yo no puedo elegir si sentir todo o nada, lo único que puedo elegir es cómo actuar una vez que me doy cuenta que no puedo ser sólo su amigo. Aunque ser un amigo, un buen amigo, el mejor amigo es algo importante, para mi es un “vaso medio vacío”.

 

 

 

 Así que así ando. Y aunque la situación con los colegas se ha remendado un poco (con un pequeño coste en la importancia que tienen en mi vida) ahora me surge una nueva inquietud. Aunque me queje del aumento de volumen de trabajo debo reconocer que mi situación laboral es de las pocas cosas que me iban bien últimamente. Y ahora puede que eso se haya terminado también.

 

 (aquí va a empezar una un poco larga explicación de conceptos administrativos y funcionariales que si aburren pueden ser saltados hasta el siguiente paréntesis donde resumiré la situación con menos esdrújulas y niñovicentismo)

 

Mi hermano me comunicó el sábado que hay rumores creíbles y fiables de que va a darse un concurso de traslados en la administración del Principado. Un concurso de traslados consiste en que se ofrecen a la gente fija ocupar ciertas plazas que están vacantes en la administración (vacantes es que el puesto está ocupado por un interino que no está sustituyendo una baja médica o de maternidad o temporal, sino que el anterior ocupante fijo del puesto se ha ido a otra parte, ha ascendido y por tanto abandonado ese puesto para irse a otro o se ha jubilado o ha abandonado la administración. O sea, que la interinidad no tiene una fecha concreta y segura de finalizar. Hay gente que se está un mes así y otros que se han jubilado tras 30 años así) en visos a que la gente pueda acercarse a su lugar de residencia si es que están trabajando fuera, o cambien de lugar de trabajo si están teniendo tensiones en donde están ahora o por ascender de nivel sin cambiar de categoría (en la misma categoría, por ejemplo auxiliar administrativo, hay diversos niveles, usualmente relacionados con las tareas que desempeñe el auxiliar, su nivel de responsabilidad y una jornada de trabajo más o menos reducida, así un mayor nivel hace que cobres más, pero por ejemplo igual tienes que trabajar cinco horas más a la semana) o simplemente porque les de la venada de cambiar de aires. Se ofrecen los puestos, se apunta la gente a esos puestos, hay un examen para fijar el orden de precedencia de ocupación de esos puestos y luego se adjudican. Y el interino a la calle.

 Pues si se da un concurso de traslados, yo estoy ocupando una vacante. Así que si se oferta mi puesto y alguien lo quiere… yo acabo. En un momento en que la bolsa de empleo con la que entré en la administración no se mueve porque no hay dinero para sustituciones y el mercado laboral está infame, con lo que sería para mi otra vez el paro. Y nuevas oposiciones para ser fijo van a tardar al menos un año en darse, así que sería otro año mano sobre mano y encima sin la seguridad de poder aprobar una oposición en el futuro.

 

(retomamos el lenguaje llano. En resumen: que puede que unos meses me echen, no es seguro pero si bastante posible)

 

 Así que no estoy muy animado estos días. Me debería preocupar bastante esos arrebatos de autoodio que me están viniendo recientemente, hasta el punto de pensar cosas como “debería acostarme pronto que mañana madrugo para ir al curro, pero no voy a hacerlo, para andar bien jodido mañana que es lo que me merezco, el malestar, el dolor de cabeza y el sentirme derrotado en la vida BWA HAHAHA!!!!”. Bueno, lo de la risa maniaca final no lo hago, pero da idea del tono general de pensamiento…

 Entre pitos y flautas, depresión, hiperactividad, preocupación, falta de ganas de acostarme, miedo a quedarme pensando en la oscuridad antes de dormirme y autodesprecio, hubo una semana que dormí de media cuatro horas (si, de media, los 7 días de la semana).

 Así que también vuelvo a tener trastornos del sueño…

 

 Fantástico. A veces me siento como si volviera a ser el de hace 4 años y nada hubiera servido…

CUITAS MEDICAS Y DE OTRA INDOLE

CUITAS MEDICAS Y DE OTRA INDOLE

 

 El jueves pasado ingresé a mi madre en el hospital.

 

 Obviamente un inicio así necesita unas cuantas puntualizaciones.

 

 Ella llevaba unos días quejándose de un dolor agudo en una pierna que no la dejaba estar cómoda de pie o sentada o tumbada en ciertas posturas. Finalmente tras cuatro días con ese dolor sin que remitiera y pasar una noche entera en blanco sin poder dormir, añadido a una mancha cárdena en expansión que le salió en la cara interna del muslo donde el dolor nacía, se decidió a ir al médico.

 Que mi madre, con toda su fobia y aversión a los procedimientos médicos (que no a los doctores, no tiene nada en contra de las personas hasta que le recetan el uso del bisturí o tratamiento largos y molestos) decida por motu propio ir a consulta, es tan inusual como preocupante.

 Y en efecto preocupante fue, cuando volvió contando que le habían dicho que fuera a urgencias para que la hicieran pruebas y análisis, porque necesitaban saber ya los resultados y por urgencias salen más rápido, ya que podía ser o una flebitis o una trombosis (miro ahora la Wikipedia para ver los detalles y veo que la diferencia es que en el primer caso se produce la inflamación de una vena y en el segundo es la oclusión de una válvula ventral o vena debido a un coágulo, las similitudes es que en ambos casos puede producirse una disminución o detención del riego sanguíneo provocando infartos o secuelas graves en los miembros u órganos afectados, espero haberlo leído, entendido y resumido correctamente) y siendo un caso u otro la medicina y tratamiento a aplicar eran distintos y mutuamente perniciosos si se aplicaba el incorrecto.

 

 Así que debido al Igualatorio que mi hermana está pagando a nuestros padres desde hace años, debía acudir al Centro Médico (saliendo de Oviedo al lado del colegio donde durante 14 años acudimos yo y tres de mis hermanos en rápida sucesión) para hacerse dichas pruebas. Teniendo coche y queriendo estar al tanto de lo que pasaba aunque la verdad es que en el momento estaba tranquilo ya que supuestamente era sólo para hacer pruebas, lo de urgencias como dije era por necesitar rapidez en los resultados, me ofrecí a llevarla a ella y a mi padre en coche, que coñe, para eso lo tengo.

 Llegando sin problemas con la guía en plan gps un poco gritón y nervioso de mi padre, la cogieron nada más llegar ya que no había nadie más. Tras una cierta espera pues nada, que la tienen que ingresar porque es una trombosis y aunque ha ido pronto a mirársela y no parece existir riesgo grave, la medicina recomiendo seguimiento atento de la evolución del asunto. El asunto era que la iban a poner anticoagulante en la zona concreta para ver si deshacían  el coágulo y sino habría que operar para retirarlo la semana siguiente o antes si pasaba cualquier cosa mala.

 

 Así que por lo menos ese día debía dormir en el hospital, que ya era por la tarde cuando la llevamos, así que decir como hice al principio que “la ingresé” es un poco exagerado… la ingresaron los médicos, yo sólo la llevé.

 

 Volviendo a casa la verdad es que no estábamos demasiado nerviosos, los médicos habían tranquilizado la cosa y salvo por el dolor que ella sentía en la pierna tampoco parecía tan grave. Ni siquiera avisamos al resto de la familia, pensando que si al día siguiente estaba en casa tampoco íbamos a gritar que venía el lobo. Y aunque luego nos enteramos con más detalle de lo de las medicinas para deshacer el coágulo que iban a tardar un tiempo en actuar y que iba a estar más de un día ingresada, en el momento no lo sabíamos así que pensamos que sería cosa de un día.

 

 Obviamente no fue así, pero ahora voy a ello.

 

 Volviendo del Centro Médico me inquietó un poco cuando mi padre musitó algo así como “y esto es lo que nos queda a partir de ahora”, refiriéndose a que tanto él como mi madre tienen más de 70 años, aunque no tengan nada grave están mayores, gastados físicamente y con ciertos achaques que obviamente no van a mejorar sino que con mala suerte incluso irán a peor. Hasta ahora nos hemos librado bastante de todos estos temas. Ninguno ha precisado ingreso largo o frecuente, mi padre una vez por una piedra de riñón especialmente ponzoñosa y remisa a salir y estuvo sólo una tarde ingresado y mi madre como ya he dicho es medico-fóbica y aunque necesitaría operar juanetes bastante pronunciados en ambos pies y quitarse o reducirse las varices que la aquejan desde hace más de 20 años en ambas piernas para poder mejorar su calidad de vida, a menos que sea absolutamente imprescindible no va a ponerse en manos de cirujanos ni jarta de tintorro.

 Pero eso se acaba. Esto nos hace ser conscientes de que el tiempo pasa y la mortalidad es algo inherente al ser humano, precedido por tormentas ocasionales de dolores y enfermedades y accidentes. Es algo que ya me venía preocupando desde hace un año o dos, ver a mis padres tan mayores. Ahora su salud empieza a decirme que tenía razón, cosa que en este caso concreto no me mola nada. Es curioso que últimamente sólo tengo razón en pensamientos, suposiciones y predicciones malas para mí, casos en los que preferiría haberme equivocado.

 

 Al día siguiente subió mi padre por la mañana en bus (hay uno accesible pero sólo cada hora así que hay que planear el traslado con cuidado para no tener que esperar demasiado, ya que los días de diario yo tengo que trabajar y a menos que sea algo grave no me dan permiso para ausentarme) y a la hora de comer nos comentó que iba a tener que estar ingresada varios días. Mi hermano que trabaja en el colegio de profesor ya se había pasado y se había enterado antes del asunto de la permanencia y había avisado a los demás de la familia antes que mi padre. Así que se montó un revuelo como en un gallinero, con mi hermana y mi tía viajando a toda prisa para venir y mi otro hermano gruñéndonos porque no le hubiéramos avisado el día anterior aunque sólo fuera para un día, todos comportándose como si fuera una enfermedad grave y hubiera que acudir a su lecho de dolor o de (madera madera yuyu yuyu) muerte. Y los médicos le dijeron a mi padre que podía ser grave si no se trataba, pero ahora que se estaba tratando que no nos preocupáramos que lo tenían controlado, que ya se que no son infalibles pero todo parecía indicar que no era para revolucionarnos enteros, pero bueno. A veces somos una familia de reacciones exageradas, o al menos me lo parece a mí, igual es que yo soy el desnaturalizado…

 

 Durante cinco días seguidos aprovecho el uso del coche para subir a visitar a mi madre por las tardes. Virtualmente siempre hay alguien, mi hermana y mi tía compiten por ver quien está más horas con ella. Mi hermana se queda a dormir, como si mi madre fuera inválida. Por una parte creo que a ella le gusta el ver que todo el mundo la visita y se preocupa por ella pero por otra parte debe estar un poco harta del agobio a que la someten habida cuenta que no está ni se encuentra incapacitada. Pero bueno, serán unos días nada más, esperemos.

 

 Como decía durante cinco días seguidos cojo el coche para ir, llevando gente y bajar al rato llevando gente también.

 

 Es al quinto día cuando estrello el coche.

 

 Una vez más hace falta puntualizar y detallar la frase. Empezaré por decir que llevo varios días durmiendo tarde y mal. No sé si será que durante las breves vacaciones que disfruté cuando San Mateo para agotar los días que me quedaban me acostumbré a acostarme a las tantas y no he recuperado el ritmo. No sé si será que una vez más me da miedo tumbarme en la oscuridad esperando a dormir y que mi mente ponga en marcha la maquinaria de acoso y castigo a la que periódicamente mi mente me somete. No sé si será por la cada vez más profunda sensación de soledad que me atenaza, en un momento en que los colegas sólo nos vemos cuando viene S. desde Madrid, porque ya nadie se esfuerza en quedar, durante cierto tiempo era yo el que llamaba, me molestaba, intentaba reunirnos, a veces con éxito pero la mayor parte de las veces no, entre “tengo que trabajar” o “no puedo”, hasta que tras un mes seguido de intentarlo y no conseguirlo me harté y deje de llamar y así andamos, sin saber nada de ellos aunque vivan en la misma ciudad. Bueno si, sé que cuando estuve yo en Japón se reunieron y jugaron, sin importar que por lo general no se juegue si falta alguien, pero en mi caso no se cumplió eso y lo hicieron igual y reconozco que me sentó bastante mal. Tan mal que esa partida en concreto la he abandonado. Tampoco es que intentaran que no lo hiciera. El que más lo quiso hablar fue S. que es el que viene de fuera y no es con él el problema. Los de aquí, nada, ni mus, para qué hablarlo, pues vale, tiramos para adelante. Me sentí y siento totalmente desvalorado e innecesario. Pero bueno. Y N. tampoco sé nada de ella desde hace dos semanas que quedé con ella y un colega suyo que ya conocía para darnos una vuelta por Oviedo. Se habló de quedar el día de fiesta de San Mateo pero como otras muchas cosas, quedó en humo la cosa. Y con ella estoy intentando cambiar el chip y dejar de pensar también que soy necesario, que me necesita para algo o que soy importante. Intento no darle la murga, no tratar de sentimientos, no realizar insinuaciones, ni tener contacto. Intento alejarme un poco sin perder el contacto. Lo intento yo, ella ya lo consiguió hace años. Así que salvo mi familia estoy sólo. Bueno, lo cierto es que en el curro tengo a mis compañeras, no es algo profundo pero al menos no estoy aislado de la sociedad gracias a ellas. Tengo un contacto normalizado con alguien. Y a veces la normalidad es lo necesario. Pero siento que he perdido la mayor parte de mis contactos profundos. Aunque alguien me diga que el principal contacto profundo social hay que establecerlo con uno mismo, no me basta o no he aprendido a que me baste aún. Así que me siento a disgusto día tras día. Incómodo, aislado.

 

 Sólo.

 

 Prosigo. El no dormir bien puede ser también por lo de la huelga, pero de eso ya hablaré luego, por ahora baste decir que me tiene bastante preocupado. También puede quedar algo de la preocupación por mi compañera de trabajo, aunque ya la operaron y esta vez parece que todo quedó bien y están empezando a darle ya la quimioterapia.

 

 El caso es que cada noche estoy cansado, si. Tengo sueño, si. Soy consciente de que me tengo que levantar antes de las siete de la mañana al día siguiente, si. Pero no puedo dormir. No puedo acostarme. Estoy inquieto, nervioso. Intento abstraerme usando compulsivamente el ordenador, viendo series, jugando a juegos, leyendo… pero no hay manera. No me calmo. Termino acostándome por pura desesperación, sabiendo que tardaré tiempo igual en dormirme, sintiendo que tengo cansancio pero no sueño, sabiendo que mi mente empezará a rumiar los granos de café de la preocupación.

 Y ese día estaba afectado por lo del sueño, por lo nervios por lo de mi madre que aunque no fuera grave lo suyo pues sigue siendo mi madre y me preocupa. Y como el día anterior me había salido bastante bien lo de conducir, pues me debí confiar. El caso es que salí un poco acelerado de la plaza de garaje y al rodear la columna para enfilar la rampa de salida, cerré demasiado el giro. Y como un toro cuando se pasa la cabeza de su objetivo e intenta un giro de 180 grados para rectificar su trayectoria y termina golpeando con el costado al torero, eso hice con el coche. Golpear la columna de lado con la puerta lateral posterior derecha y quedarme encajado ahí. Igual no fue para tanto el primer golpe, pero la maniobra para separarme de la columna se hizo muy complicada y debí terminar hundiendo más la chapa de lo que estaba inicialmente. Ahora tengo un bollón en la chapa de la puerta como si un jabalí hubiera embestido de cabeza contra ella, no ha saltado la pintura pero está hundido y se nota.

 Y no me gusta. El coche lo compré viejo y malo precisamente previendo los golpes y roces que le provocaría mientras aprendía, pero aun así no me gusta hacerlo mal. Y sobre todo tras varios días que no hubo aparentes problemas en mi conducción. Esto enseña a no confiarse, a no coger el coche si uno siente en las tripas que no es su día, a tener cuidado siempre. O igual es más aleatorio de lo que pienso y no hay razones o motivos tan relevantes como los que valoro y en realidad esto fueron detalles, que simplemente un día giras el volante un poco más de lo debido a la vez que tienes el pedal un poco más o menos pisado, coincide y la armas.

 

 Al día siguiente, volví a coger el coche para llevar a mi hermana a la estación de autobuses y luego ir al Centro Médico. Y ningún problema.

 

 Mi hermana se iba porque en principio ya hoy le dan el alta a mi madre salvo cosa excepcional a última hora, algo improbable. Así que por esa parte todo va bien.

 

 

 Y hoy es la huelga. No voy a entrar en política. Simplemente diré en ese aspecto que tengo mis razones para no seguirla y mi intención era ir a trabajar.

 

 Con miedo.

 

 Porque eso es lo que siento, miedo. Tengo mis motivos lógicos para mí, más allá del “si la convocan estos pues yo no lo hago porque los odio”. Pero da igual mi lógica, da igual que tenga o no tenga razón. Tengo miedo de los piquetes porque no me van a preguntar mis razones, es normal que no les interesen, ellos tienen las suyas, tan lógicas o más o menos que las mías, son suyas y son las válidas para ellos. Ellos van en grupos y dispuestos a la confrontación, no necesariamente física, pero ahí está también la posibilidad. Si están a la puerta de donde trabajo va a haber problemas, por lo menos morales, auditivos y ambientales. A lo peor algo más gordo. Y no me gusta. No me gusta saber que va a haber problemas. Yo ya dije en casa que no voy a discutir con nadie, no voy a enfrentar a nadie, que estoy muy concienciado de que si hay piquetes en la puerta, yo no entro. No será porque yo lo decida, tendré la sensación de estar obligado a hacer algo que no quiero, a estar coaccionado por el miedo a hacerlo. Pero lo haré.

 

 No soy valiente y me jode reconocerlo. Uno piensa que sabrá luchar por aquello en lo que cree. Pero luego a la primera posibilidad de que haya conflicto me echo para atrás. Fastidia reconocer que uno es así. Y yo lo soy.

 

 Dormí tres horas esta noche, porque una vez más no pude sentirme lo bastante cansado y agotado para acostarme y apagar la luz hasta la una y a las cuatro me desperté sin motivo que yo fuera consciente y no llegué a redormirme del todo, estuve en un estado de duermevela sin llegar al sueño profundo hasta que sonó el despertador. Me levanté media hora antes de lo habitual, para intentar esquivar posibles problemas yendo muy muy pronto a trabajar y confiando en que la huelga no madrugara, trasnochar ya se que trasnocha. Por el camino todo más oscuro y silencioso de lo habitual, la basura sin recoger, hace frío. Paso al lado del edificio de las consejerías que me queda de camino a la mía y no hay nadie, no hay piquetes, todo tranquilo. Lo único que las luces del edificio donde trabajo están apagadas, lo veo a lo lejos. Y ya estoy pensando en puertas siliconadas, piquetes madrugadores cuando las luces se encienden. Así que aquí estoy, escribiendo esto en el ordenador del trabajo. Aun inquieto porque por poder puede subir alguien a ver quien cumple y quien no.

 

 Cuando llegué al trabajo mi compañera comentó “pobre, viene temblando”. Y era verdad. Aun me siento temeroso. Como digo el día no ha acabado. Y aunque normalmente pida que los días pasaran más lento (no cuando estoy trabajando, que aburrimiento quita quita) hoy pido lo contrario.

 

 Y no sé si pedir que estos días de bajón y malestar pasen más rápidos o más lentos.

 

 Espero que mis hermanos no hayan tenido problemas.

Contaminaciones

Contaminaciones

 Muchas veces me pregunto si las personas sienten nace realmente de ellos mismos o les viene de fuera, no necesariamente impuesto, sino contaminado por contacto, como un papel que pones junto a café derramado y poco a poco va manchando, extendiéndose por la blancura como un pulpo reptante.

 

 No creo que podamos estar seguros nunca de que realmente nuestra decisión sea nuestra. Es imposible estar tan aislado que no nos afecten las circunstancias y opiniones a nuestro alrededor, incluso cuando no queramos oirlas. Se supone que nuestros comportamientos nacen de nuestra experiencia personal en la vida, nuestra escala de valores adquirida y formada y de nuestra interacción presente y pasada con el entorno. Se supone que nuestras reacciones se han forjado con el paso del tiempo amalgamando experiencia personal y observación de los entornos y son nuestras, que les hemos puesto nuestra firma y sello.

 Pero a veces nacen de "hago lo contrario de lo que me dices, para que te jodas". A veces nacen de "me lo recomienda alguien que sabe más que yo o ha experimentado esto antes". A veces nacen de "hago esto por miedo a que me aislen por raro o puedan hacerme daño si hago otra cosa".

  Y sigue y sigue. Las posibilidades son infinitas. Tantas que me hacen pensar que realmente nunca nace nada de nosotros mismos, que no somos individuales. Si un comportamiento nace de aprender de una mala experiencia, alguien ha tenido que darte esa mala experiencia. Si un comportamiento nace de una educación, alguien o alguienes tomaron la decisión hace tiempo de que esa educación era la correcta. Nuestra forma de comunicación fue desarrollada por muchos entes con el paso del tiempo, es una amalgama de millones de personas y cientos de años. El entorno condiciona tanto que es ilusorio pensar que no es así, y el entorno suele ser gente comportándose según cómo se comportaban los que les precedieron, que a su vez se comportan como lo hacían sus padres que a su vez...

 Luego puede darse la lucha personal por salir de los límites que nos viene marcados por familia, entorno, sociedad, color, época... pero entonces lo que estamos es reaccionando a lo que otros hacen o aceptan. Se produce una reacción porque otros tienen un comportamiento. Actuamos para enfrentar la actuación de otros. Con lo que también nos están influenciando.

 ¿Hasta que punto algo es realmente nuestro si nace de la influencia de lo que hacen o dejan de hacer o han hecho antes otros?

 ¿Toda interacción en sociedad es por tanto un comportamiento no indidual ni propio?

 

 Tal vez lo natural, lo que realmente nace de nosotros puro y sin mancha, lo propio, lo que somos, es dejarnos llevar por lo pituitario y primario, por el instinto, por el lobo de ojos amarillos...

 Morder, ladrar, comer, follar, destrozar, romper, ignorar, estallar en carcajadas, gruñir, dormir y escupir cuando donde surja, cuando sea, donde sea, con quien sea. Que el segundo de animal se convierta en forma de vida, sin contar segundos, sin que existan los límites de los segundos, sólo un continuo existir, sin razonar, sin pensar, sin que sea lo que hayamos hecho antes o que lo sea, da igual.

 Que todo de igual y que sólo estemos de paso, cada segundo la vida, cada segundo lo que apetezca, pero sin pensar si apetece o no.

 Tal vez no es que seamos el hombre lobo para el hombre, sino que debamos ser lobo por ser lobo, ante otros y ante nosotros mismos y ante los dioses.

 

 

 Grrrrrrrrrrrrrrrrr.........

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI... ME DESEO YO A MI... (CANTANDO)

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI... ME DESEO YO A MI... (CANTANDO)

Bueno, pues ya estoy listo para la cruz... ayer cumplí 33 años, la edad de Jesús en la cruz, así que supongo que ya alguien por ahí está sacando virutas a los listones que llevan mi nombre...

 

 Ha sido un día curioso, en casa lo celebramos el sábado, porque el domingo mi madre se iba con mi tía de excursión trenística y no iba a estar y el lunes que era el día en sí del evento pues como era día de diario y tanto mi hermano como yo currábamos, pues ibamos a comer cada uno a una hora y eso no es celebrar ni es na...

 

 Así que el día de autos me lo pasé currando, lo que no está tan mal porque eso me evitó pensar demasiado.

 Pensar por ejemplo que es el año que peor me está yendo en la actividad en sociedad. Ciertas tensiones con los colegas de aquí hacen que haga un mes que no sé de ellos. A ver, aclaro, no creo que ellos estén evitándome activamente, sino que si yo no hago el esfuerzo de comunicar, pasan como de la mierda de mí.

 Pues la cosa va a seguir así, porque no es que tenga muchas ganas de quedar con ellos en este momento. En los momentos en que sientes que son mayores los disgustos que te dan unas personas que las alegrías, es mejor relajar y dejarlo por una temporada a ver si lo que pasa es que está uno sobresaturado.

 Lo que sea. El resultado es que llevo semanas en casa. Y tampoco es para tanto, no es ninguna tragedia. Igual si que me queda dentro un poquito de ese tomarme las cosas con más calma que me traje del viaje a Japón...

 

 El giro inesperado este año me lo dio N., que prometió hace meses que el día de mi cumpleaños o alguno de los siguientes, cuando yo quisiera y pudiéramos, quedaríamos para celebrarlo, por primera vez en todos los años que nos conocemos. Y es que años pasados siempre hubo algún problema, ya fuera que no estaba en Asturias o que tenía otra cosa apalabrada de antes... o que directamente se olvidó del día, que si, pasó un par de años. Pero este año dice que quiere cumplir y para empezar ya ayer cumplió, cuando inesperadamente me llamó para quedar a comer. No era la llamada lo inesperado, aunque yo suponía que sería un sms lo que me mandaría, sino que ya habiendo quedado hacía poco en que sería hoy martes por la noche cuando quedaríamos para celebrar mi vejez (mañana es fiesta aquí en Asturias) quiso también estar conmigo en el día concreto de mi cumpleaños. La verdad es que se ha portado genial y me ha sorprendido muy agradablemente.

Sobre todo teniendo en cuenta algunas tensiones que hubo recientemente entre nosotros, tanto en Madrid como al regreso. Pero lo nuestro es tan raro y curioso que es que no podemos estar mucho tiempo mosqueados el uno con el otro. Creí que sólo me pasaba a mí por mi enganche con ella, pero hace poco me dijo que a ella también le pasaba, en general le pasa con todos los que conoce, que no puede estar mucho tiempo molesta con ellos, pero es agradable saber que no soy una excepción a esa forma de ser.

 

 Bueno, divago de nuevo. El caso es que se cogió el poco tiempo de comer que tiene a diario en el trabajo para estar conmigo y eso me emocionó.

 El contraste es evidente con otras personas, en mi familia mis dos hermanos "estoy independizado pero sigo pasando por casa a comer tan a menudo como puedo y a menudo es muy a menudo" ni se acordaron. Bueno igual si se acordaron, ambos pasaron por casa en algún momento del día pero yo no estaba por haber ido a comer fuera, pero tampoco dejaron nada dicho en casa de que me felicitaran de su parte o me mandaron un sms o me llamaron. Y de los colegas, sorpresa, tampoco nada. Ni de los de aquí ni de los de fuera. Ni siquiera el que cumple años el día antes que yo y que solemos llamarnos para felicitarnos e incluso a veces celebrarlo juntos si está en Asturias me llamó.

 

 Yu jú. Que popular soy...

 

 En todo caso al haber sido día de diario y uno de los más ocupados que tengo (los lunes son plenos y mierderos para mí, currar, gimnasio y estar hecho polvo de acostarme tarde todo el fin de semana, al final tengo muy poco tiempo libre) pues tampoco pensé mucho en ello ni me he mosqueado tanto como otros años por los olvidos/pasoteos.

 

 Al fin y al cabo siempre puedo ponerme ante el espejo, comprobar como tengo el golpe que me dí en al calva el otro día entrando en el coche (nota mental, subir siempre el parasol del parabrisas al terminar de usarlo) y decirme a mi mismo:

 

 FELIZ CUMPLEAÑOS MUCHACHO!!!!

LA CIUDAD NO ES PARA MI

LA CIUDAD NO ES PARA MI

 

 Al final no se produce el esperado viaje a su casa en el pueblo. El miércoles le entra el deseo de cambiar de destino, aunque más bien el cambio es de objetivo: ya no se irá a descansar el final de sus vacaciones, a relajarse, a reírse conmigo, a que intente darle un toque nuevo a un lugar conocido. Ahora siente la necesidad de despejar una importante incógnita, de responder a una pregunta vital, de encontrar un posible camino de desarrollo que lleva años insinuándose. Y aunque a mi me parezca que eso puede hacerlo perfectamente en Gijón o en el mismo Oviedo, ella quiere irse a Madrid a despejar esa duda de la manera más explosiva posible. Por otra parte son sus últimos días de vacaciones y confiesa que le da mucha envidia cuando todos los que conoce a su alrededor le cuentan de sus viajes a por lo menos fuera de Asturias (fuera del país en mi caso) y ella se ha tenido que quedar durante sus vacaciones parada por lo que le pasó en el pie y ahora también quiere viajar, ir a un sitio nuevo.

 

 Entiendo los argumentos y tras un par de horas de debate interno cedo y acepto acompañarla.

 Si, exactamente, acompañarla a esa ciudad que sólo me ha traído amarguras en cuando a mis estados del alma, que me robó poco a poco a mi cómodo entorno de amigos, esa ciudad de la que siempre hecho pestes porque ni ella me quiere ni yo la aprecio.

 Esa misma.

 

 Por una parte muchas de las ilusiones del fin de semana se mantienen, simplemente cambia el entorno, pero el hecho de que voy a compartir tiempo con ella, a convivir aunque sólo sea unos días, me sigue emocionando. La posibilidad de que la relación evolucione a otro nivel también sigue ahí, aunque hay luces de alarma relativas a la pretensión fundamental del viaje, al descubrimiento que quiere hacer. Pero sigue habiendo posibilidades. Y por otra parte igual yendo en compañía desde aquí, en vez de ir a buscar la compañía en Madrid, hará que la visita sea mejor, más enriquecedora, que pueda ver la ciudad con ojos nuevos y sorprenderme y tal vez llegar a una tregua con el lugar y sus gentes.

 Además vengo de viajar hace poco al otro extremo del mundo, ¿le voy a tener miedo a irme a la capital de mi propio país?

 

 Así que no sólo es que acepte ir con ella, sino que delega en mí la tarea de organizar el viaje. Busco y encuentro un hotel barato y de calidad con oferta especial y pido el favor a un colega de que me lo reserve con su tarjeta de crédito y se lo pagaré cuando nos veamos, planteo las posibilidades de desplazamiento y decidimos a la par viajar en su coche por parecernos la mejor opción, busco los lugares de interés y elaboro una breve lista de lugares a visitar para que luego allí elijamos cuales ver (es sólo día y medio al fin y al cabo, no da tiempo ni a ver lo mínimo), saco los planos de Internet (la verdad es que Google es útil de narices) y maniobro con diplomacia maquiavélica en casa para informarles que la decisión está tomada y me voy de viaje, que se ahorren lo que me vayan a decir porque es un hecho consumado, no estoy informando de un posible plan sino de una realidad.

 

 El viernes después de comer nos ponemos en marcha. Ha llegado un poco antes de lo esperado y creo que es por nervios, la noto nerviosa. Para ella es un gran viaje de descubrimiento y se le notan las ganas. Y el viaje es entretenido, con un par de paradas para no agobiarnos demasiado, sacando todo el rendimiento a su gps que nos hace un gran servicio ayudándonos a esquivar parte de los peajes del camino aunque uno nos lo comeremos con patatas a la ida y a la vuelta. La compañía es buena para los dos y la charla es fluida, el viaje es cansado si pero se pasa rápido. Y finalmente llegamos a Madrid, entramos bien y el gps nos lleva correctamente al hotel. La cosa parece empezar bien. Se enturbia un poco cuando me informan en el hotel de que tenía que haber pedido reserva del parking y ahora está completo y no podemos meter el coche ahí, pero el barrio donde estamos resulta ser tremendamente tranquilo y bastante seguro y durante dos días el coche dormirá aparcado serenamente frente al hotel y nunca habrá preocupación por su estado.

 Las cosas parecen ir bien. Cambiamos la habitación por una un poco más pequeña pero en zona de fumadores por comodidad para ella (aunque luego sólo hará uso de ese tema dos veces durante la estancia) y al poco de llegar le planteo las opciones importantes que hay que elegir ese día, si irnos el viernes mismo a encontrar la respuesta a sus dudas o dejarlo para el sábado. Decide ir el viernes mismo y a ello vamos. Nos arreglamos, salimos y partimos a la aventura.

 

 Salir de marcha por Madrid es una mierda igual que salir de marcha por cualquier otro sitio. Más caro probablemente. Más gente, si. Pero todo es igual. Las mismas posibilidades, las mismas reacciones y los mismos comportamientos. Pero yo no estoy aquí para encontrarme cómodo o divertirme. Desde el mismo momento que me dijo donde quería ir, yo sabía que la noche que fuéramos no era para mí, era para ella. Y lo acepto. En cuanto llegamos al destino principal del viaje para ella, yo doy un paso atrás y así se lo digo y estoy únicamente para darle apoyo moral, para que se relaje sabiendo que si algo sale mal ahí estoy yo para sostenerla como amigo. Esta es su noche y yo no voy a plantearle un problema.

 

 Y consigo cumplir mi palabra… las primeras 7 horas. Es la hora octava, cuando ella toma la que probablemente es la decisión más tonta del viaje cuando empiezo a enturbiarme. Durante esa hora empieza a volcarme encima toda la realidad de lo que está pasando. Y la cosa está saliendo en gran parte como ella quería, pero no como yo esperaba y mis aguas se polucionan, mi alma se enturbia. Aunque tengo un motivo objetivo, subjetivo y real para enfadarme, cuando explota mi enfado es por un detalle tonto, como me pasa muy a menudo y provoca la reacción típica, la defensiva, el ahondar más en la tontería que me ha desbordado la boca que en el fondo importante del asunto y que por esta vez tengo razón.

 

 Pero bueno. Enseguida surge el hecho de que al final la noche no ha sido buena no por mi culpa, lo mío ha sido sólo el remate para ella. No, la mañana del sábado es mala para ella porque no ha encontrado lo que quería, al menos no del todo, y está desesperada porque ya no sabe donde buscar, cómo buscarlo o ni siquiera si alguna vez lo encontrará. Yo no soy el que provoca su angustia, mis neuras ni la afectan esta vez porque hay algo más importante en lo que pensar.

 Y son malos pensamientos.

 

 Así que me decido por intentar que el viaje no sea un fracaso, por intentar que lo que resta se lo pase lo mejor posible. Y mi incómodo aliado para ese intento es un Madrid acalorante, soleado, con menos gente de lo habitual por las fechas, pero sigue demasiado poblado para mi gusto. Pero lo intentamos, ella y yo. Intentamos ser dos amigos que disfrutan de la visita a una ciudad grande que no es la suya.

 

 Hay importante obstáculo: su pie no está bien (los médicos en general suelen hacer un trabajo bueno y esforzado, pero en épocas de verano parece que se quieren deshacer de la gente rápido para irse de vacaciones, como si les molestáramos. Lo he comprobado con N., con mi compañera de trabajo y con mi tía. A menos que sea una cosa de vida o muerte despachan rápido en plan “no me deis problemas” y si al paciente le duele, le molesta, se encuentra mal… pues que le den por culo. No voy a esforzarme demasiado a una semana de mis vacaciones. Y el pie de N. no está bien, no puede doblar uno de los dedos del pie y otro sólo a medias, le duele, se le hincha, le dan aguijones de dolor, cojea… eso no ha curado bien y nadie hace nada y es desesperante. Ya le he dicho que cuando volvamos quiero que remueva piedra sobre piedra hasta que alguien le haga caso porque sino va a estropear los tendones y músculos y huesos para toda la vida Eso también lo teme ella y lo va a hacer, así que no es una neura mía), el cansancio de estar de doblete nos termina pasando factura y el sábado sólo podemos emplear unas pocas horas en ver un par de sitios y tenemos que volver al hotel. Es mejor que descanse ahora, que baje la hinchazón, que durmamos mucho para intentar recuperar lo mejor posible para el domingo poder aprovecharlo a fondo y que no tenga problemas para conducir de vuelta.

 

 No perdemos del todo el sábado. Hemos visto el apasionante Templo de Debod y usamos el día para apartar las nubes que se formaron entre nosotros y dentro de nosotros el día anterior. Volvemos a estar bien… pero lo roto no puede estar entero y el viaje ha tomado otro color. Aunque lo noto intento dar forma a mis ilusiones pero con poco brío, intuyo que no va a darse la situación a pesar de que nos quede día y medio y en efecto, mi intuición es correcta. Al final mis intentos tienen un toque de desesperado que ella corta y nada, ahí quedamos. Simplemente visitando y compartiendo. Pero no con el alma en mi caso.

 Es ese día cuando le expongo que no debe sentirse mal por no haber encontrado lo que quería. Madrid es una sirena que te atrae con su canto, te promete que en ella podrás conseguir lo que siempre has querido, que todos tus sueños explotarán en un glorioso destello de luz como un fuego artificial. Te promete que es el lugar de las oportunidades y de las esperanzas cumplidas, donde podrás ser importante y hacer realidad los más deseados sueños.

 Y en realidad no es más que otra ciudad, un poco más grande que las demás, con sus mismas rocas afiladas, sus cristales rotos esperando tus pies descalzos, sus pozos de aguas negras y desagües de cloaca.

 Ni mejor ni peor.

 

 Ella concluye al final que tengo razón.

 

 Y tal vez consigo animarla un poco, entre la visita a la ciudad (el domingo vemos muchas más cosas, nos da tiempo a más), entre mi actitud de siempre (que para ella es terreno conocido, me puede decir que no casi ya como acto reflejo y sabe a que distancia mantenerme y lo que puede esperar de mí, no hay malas sorpresas, no hay dolores nuevos, soy fiablemente débil y dócil) y que hay que intentar que el viaje no sea un fracaso, por ella misma y por mí. El destino, las circunstancias y la suerte han hecho que no sea un viaje glorioso para ella ni para mí, pero podemos hacer que no sea un desastre e incluso sacar algo bueno, eso sí podemos hacerlo nosotros esforzándonos, luchándolo. Y lo luchamos y lo conseguimos, que el balance final no sea negativo.

 

 Al final nos podemos en marcha para irnos más tarde de lo planeado y nos liamos para salir de Madrid, el gps esta vez no cumple tan bien su tarea, pero finalmente escapamos (si, escapamos, y lo celebro con vítores cuando salimos de la presa que esta ciudad maldita intenta tendernos y ella debe pensar que lo digo en coña, pero para mi son muy en serio esos vítores celebrando) y aunque al principio el viaje es un poco más problemático porque tenemos el sol bajo y de cara y nos fastidia al final salir más tarde de lo planeado (y porque no haberse ido el lunes, os preguntareis, siendo fiesta en Asturias y pudiendo habernos quedado un día más… Ya lo habíamos decidido al principio del viaje, para ella es el final de sus vacaciones y quiere tener el lunes para poner en orden sus horas de sueño y su mente en vistas a tener que volver a empezar a madrugar y volver a la rutina, no quiere llegar cansada del lunes y ya tener que madrugar el martes y estoy de acuerdo) al final durante el viaje vuelve la charla profunda y la intrascendente, vuelve la música y la risa, vuelve el compartir el trayecto y las miradas sin hablar. Terminamos de poner en orden nuestras almas y finiquitamos lo que ha pasado el viernes (por lo menos en la parte que afecta a lo que hay entre nosotros, lo que cada uno siente dentro que le pertenece sólo a él mismo supongo que tardará más en encauzarse, pero eso ya es cosa de cada uno y habrá que lucharlo personalmente) y al regresar podemos volver a nuestras vidas, que en mi caso al menos es la mejor opción.

 

 Así que el balance final no es tan amargo como las otras veces que he visitado el Sumidero Negro (Madrid), pero sigue sin ser positivo. Madrid sigue sin mostrarme su mejor cara (que seguro que existe) y yo sigo desconfiando de ella y odiándola un poco. Y con N…. finalmente ahora sé que hay otra rama podada. En el caso del nuevo giro que pretende introducir en su vida, no sé si será lo que necesita realmente o no, lo que si sé es que después de ese viernes en Madrid, ya no me necesita para experimentarlo.

 

 Ya no me necesita en muchas cosas. Lo que yo crea no importa. Esa es la realidad.

 

 

 Y ahora a intentar volver a la rutina. O a otra rutina, pero desde luego no quiero más sorpresas, viajes ni emociones durante una larga temporada…

EH, EH… ESPERA UN MOMENTO…

EH, EH… ESPERA UN MOMENTO…

 

 

 Ahí andaba yo jodido a mi regreso, sintiendo que quería hacer cambios en mi vida pero encontrando las situaciones peores que nunca. Desde mis ganas de quedar con N. y hacer cosas que antes me resistía a hacer y ahora quería darles una oportunidad, a quedar con los colegas e intentar que las reuniones fueran más divertidas y productivas en cuanto a ocio y lazos, a mejorar en lo que pudiera la situación en casa intentando producirles las menores molestias posibles, a afrontar los posibles cambios que la nueva jefa quisiera meter en el modo rutinario al que ya me había adaptado a hacer las cosas en el trabajo, a intentar tomarme todo y a todos con más calma y menos angustias…

 Y descubrir que una no parece tener interés en hablar conmigo tras casi un mes de ausencia, que los colegas están a su bola y tampoco parece que les importa mucho mi regreso, a que en casa está la mitad de la gente de vacaciones y es fácil no dar problemas cuando somos sólo dos pero a ver cuando seamos más y haya más ruido, a que en el trabajo se une la preocupación por la enfermedad de la compañera a su ausencia absolutamente vital en el desarrollo del trabajo día a día… con lo que mis intentos de cambiar como tomarme las cosas estaban fracasando miserablemente y volvía a mis raíces angustiadas y drameras y tomarme todo a la tremenda.

 

 Y finalmente me llama N. para quedar. Durante todo este tiempo intentaba hacerme a la idea de que la amistad estaba tocada y hundiéndose intenté realizarme una “autocura de desintoxicación”, intentar que no dependiera tanto mi estado del alma de si ella me hablaba o no, de si quedábamos o no, de si discutíamos o no, de si nos besábamos o no… Lo intentaba, costaba, creo que no funcionaba pero yo insistía, no iba a volver a llamarla y esperaba que me llamara cuando le apeteciera como hacía siempre y para entonces ya haberme desenganchado de ella y poder mantener una cierta distancia emocional y simplemente que fuera como otra conocida más en mi vida.

 Al menos eso intenté, la desgracia es que tenía demasiado tiempo para pensar, todas las tardes y las noches, la “ventaja” que ella no era mi único problema en la vida y mis tiempos de angustias se repartían entre varios temas y personas.

 

 Estando así me llama. El lunes. Que había estado de vacaciones. Vale, entiendo parte del silencio, pero a menos que estuviera en la Conchinchina (que no era el caso), el móvil seguía funcionando y poner un sms o hacerme una perdida para que la llame era perfectamente posible. Así que mi resolución de “desintoxicar y dar por terminada una fase cercana de relación” se mantenía, sobre todo en previsión de que cuando le contara mis quejas me mandara a zurrir mierdas con un látigo cansada de que no acepte plenamente cómo es y cómo vive.

 Es cierto que no lo acepto plenamente. También un niño puede ser repelente y gritón y caprichoso y eso no se debe aceptar, hay que enseñarle a vivir de otra manera más acorde con la sociedad, sin matar su independencia, cierto, pero tampoco dejándole ser un salvaje. Pues algo así pienso que pasa con la gente. Tú debes aceptar cómo son los demás, pero las cosas malas que tengan, las cosas que producen problemas, los comportamientos malos, no hay que dejarlos pasar, si realmente quieres q esa persona, hay que hacerle ver que no te parece bien y que ese puede ser el punto de vista mas o menos general de quienes le rodean y que tal vez debería cambiar porque no puede ser bueno en el futuro seguir como se está haciendo hasta ese momento. Yo en este caso pienso que ese pasotismo puede terminar dejándola sin amigos en el futuro. El caso es que ella puede que viva bien sin amigos íntimos, sin esos lazos que también son a veces cadenas con la gente a la que nos acercamos. No es una niña ni una adolescente y desde luego no es tonta. Ya debe saber lo que hay, lo que esa actitud que tiene provoca y si no ha querido cambiar por algo será, tal vez porque lo que para mí no es una buena actitud, para ella es la normal y no le ha producido problemas. Aquí entra una vez más el asunto de que es IMPOSIBLE para una persona desarrollar tal empatía que nos metamos plenamente en la piel de otro, con su modo particular de pensar, de sentir y de vivir. Podemos imitar y llegar a entender mucho, pero nunca plenamente. Eso también es la magia y el picante de las relaciones con otras personas.

 

 Y así a lo tonto he resumido la reunión que tuve el lunes con ella. Al final ni me mandó a freír espárragos ni creo que deba cortar relaciones totalmente con ella, sigo pensando que podemos llegar a un entendimiento (ya sé que muchos de los que leen esto piensan que no y que me estoy engañando y aferrando a algo que no hay y tal y cual… Sigo respondiendo a eso que las cosas de habitual no salen bien a la primera y si dejáramos de hacer algo o de ver a una persona al primer problema que surge, el 99% de las parejas no estarían juntas, incluso las que son felices, porque nadie lo es 24 horas al día) y de hecho hemos decidido intentarlo, empezando por algo sencillo, ella por responder de vez en cuando a mis llamadas y mensajes y yo por no pensar que es culpa mía por hacer algo mal si no me responde.

 

 Pasito a pasito.

 

 De hecho en principio pedí y obtuve pasar el fin de semana con ella en su casa del pueblo de León donde está pasando las vacaciones (aún le quedan días, sólo se pasó de vuelta por unas cosas del trabajo que manda huevos que tenga que desplazarse para eso durante sus vacaciones y comprar una cortacésped para el prado de dicha casa del pueblo que con la guadaña no queda bien) así que en principio el viernes me viene a buscar y volvemos el domingo por la tarde, cuando ya habrá vuelto mi hermano y seremos tres en casa, casi todos, de nuevo.

 

 Lanzarme a pedírselo y que acepte me hace pensar que realmente no he perdido del todo el impulso que tenía al volver de Japón de querer cambiar mi vida y empezar a hacerlo, de hacer las cosas un poco distinto.

 Intento no pensar mucho en qué pasará ese fin de semana, pero no puedo evitar hacerme algunas ilusiones. Pero como en un deseo de soplar las velas de la tarta, mejor no decirlo en voz alta o pensar mucho en ello por si no se cumple.

 

 Veremos. Y viviremos. Y tal vez, contaremos :)

 También intentaremos seguir pisando el freno del alma y los pensamientos y no tener una vida paralela a la que vivo, toda imaginaba basada en "y si" y "tal vez"...

 

 Por cierto, un abrazo JDDJ que me pillaste a mitad de escribir esto :)

Isla

Isla

...y la tormenta pasó y la isla volvió a ver el horizonte familiar que le rodeaba.

 

 Pero las cosas no eran iguales... o tal vez si pero la isla nunca las había visto de esa manera y ahora el panorama parecía distinto aunque siempre hubiera sido así.

 

 Descubrió lo que significa ser una isla, cuando nadie fuera de su familia pareció interesarse por su ausencia de tres semanas, las llamadas tardaron en llegar o ni siquiera se produjeron, como si durante esos 19 días nadie le hubiera echado de menos. E incluso cuando al final habló con algún colega, ni siquiera parecieron muy interesados por lo que había hecho. Además de que se planteó que tenía que tratar seriamente con ellos el hecho de que cuando era otro el que estaba ausente la gente no se reunía, no quedaban, no jugaban... Pero estando él ausente si se reunían, si quedaban, si jugaban. Y ya era la tercera vez que pasaba. Se siente un poco menospreciado y no quiere dejar pasar la cosa sin al menos comentarlo.

 

 Descubrió que en su trabajo todo había cambiado, la persona que era el punto central de la oficina no estaba, le habían diagnosticado un tumor en el pecho y estaba a la espera de operarse. Así que además de la preocupación por la salud de una persona majísima y una buena compañera desde hacía más de un año, se sumaba el hecho de que el trabajo se había multiplicado para todos y que había cosas que ahora había que hacer que nadie sabía como hacerlas. Se sobreviviría, se tiraría para adelante, como habían hecho tantas personas en situaciones parecidas, el trabajo al final se regularizaría, pero por ahora, en breve, eso no iba a pasar. Iban a ser tiempos duros y agobiantes.

 

 Descubrió que se había producido un cambio climático y las corrientes que antes había intercambiado con la otra isla del horizonte durante 4 años ahora ya llegaba, sus intentos de comunicar eran ignorados. Y lo que antes le había dado la otra isla ya no se lo daba. Ya no era cuestión de amor o sentimientos. Era que ni siquiera le hablaba como amigo. Y él está cansado de la situación y sabe que es necesario plantear algo odioso, un ultimatum: o se produce un cambio o esto se acabó y habrá que dejar de mirar a ese horizonte. No piensa que vaya a servir de nada, cuando alguien te plantea un ultimatum, la reacción normal es rechazar de plano lo que te dice y que le den por culo al tipo, cómo se atreve a forzarte a una elección y encima poniéndose en plan "o haces esto o no me vuelves a ver" como si él fuera tan importante en mi vida... Así que sé que saldrá mal, pero sinceramente pienso que debo hacerlo. Porque tal vez entonces en el futuro no joda a otro amigo como me ha jodido a mí. Lo mio no tiene ya arreglo, pero por ella, espero que se de cuenta (no será hoy ni mañana, pero en un futuro) de que así no se pueden hacer las cosas y que no puede ser siempre la cosa "dame" y nunca nunca nunca "doy".

 

 Descubrió que temporalmente la corriente había alejado a la fauna tan familiar que habitaba sus costas y durante unos días estará sólo con su padre y la casa le parece algo vacía y aunque se sienta un poco sólo en ella, al menos está tranquilo, esa tranquilidad y silencio que descubrió en su viaje a Japón y que tanto le gustó y emocionó. Así que una de cal y otra arena, en principio ahora, en casa, con menos gente para provocar iras propias y de su progenitor... está bien.

 

 Pero ahora no tiene con quien compartir ese estado de bienestar, esa tranquilidad de espíritu.

 

 Y ahí está la isla, que podría pensar que no vale la pena irse de viaje... pero no puede pensar eso, porque disfrutó del viaje y sabe que lo que hay es lo que había y la ausencia sólo ha hecho un poco más grandes las grietas que ya existían. Nada hay que no hubiera antes.

 Ni siquiera su tristeza.

INFANCIA A LA BASURA

INFANCIA A LA BASURA

 

 El otro día hice lo más gordo del proceso de recogida.

 

 En mi casa van a aprovechar mientras estoy de viaje para pintar paredes, cambiar puertas y acuchillar el parqué. Unas reformas necesarias para una casa que tiene más años que yo y nunca se han hecho (pintar sólo una vez y hace ya como doce años, no se pintó ni cuando se cambiaron las ventanas hace un año y llevamos todo ese tiempo con una aureola de sucia santidad alrededor de los marcos que queda como bastante ruinoso…) pero tal vez excesivas para hacerlas de golpe.

 En principio me afecta porque debo dejar mi habitación lo más recogida posible de cosas en altos de armarios y estanterías y el suelo para que puedan trabajar los operarios en mi ausencia. Y claro, tengo que dejarlo recogido antes de irme, que para cuando vuelva ya habrán acabado.

 Y me afecta también porque aún tenía un montonazo de cosas en la que fue mi antigua habitación antes de trasladarme al armario horizontal que es la actual. En la cual no tengo todo el espacio de almacenaje que desearía y por eso en espera de un repaso y selección de cosas que realmente me quisiera quedar estaban temporalmente ahí. El “temporalmente” ya duraba varios años y como no había sentimiento de urgencia para hacerlo, ahí quedaba sin hacer, como si pudiera usar ese lugar de almacén perpetuo. Pero claro, mi hermano ya está cansado de habitar en una habitación concebida para dos personas (las camas son abatibles de meter verticales en la pared por ejemplo para ahorrar espacio) y se va a comprar una habitación orientada a una sola persona con más espacio para que pueda guardar sus cosas y una cama fija. Y va a aprovechar pintado y acuchillado para hacerlo. Con lo que hay que hacer la limpieza que se retrasa tantos años ya.

 

 Algo había empezado a hacer hace una semana, aprovechando cuando mi hermano queda con sus amigos y no está, porque no quería que viera algunas de las cosas que tenía almacenadas y que ya trasladé a rincones ocultos de mi habitación. Pero lo más gordo lo hice el sábado.

 

 Y por más gordo hablo de los papeles y dibujos y escritos y recuerdos que guardaba de mi infancia y adolescencia.

 

 Que han ido en su gran mayoría a la basura. No porque no me estremeciera un poco aún verlos, comprobar con añoranza como esos dibujos que yo creía que molaban eran en realidad bastante malos y me moriría de vergüenza si ahora hiciera alguno parecido. Y los escritos seguían interesándome releerlos por darme cosa comprobar lo mal que lo hacía, lo poco que sabía, las chorradas que era capaz de imaginar, pero chorradas esperanzadas a veces, frescas, sorprendentes… Y cartas de gente que ni recuerdo quien es pero que escribía que me quería, que en su momento fueron importantes aunque fuera un poco y ahora no son ni recuerdo. O de las que si me acuerdo pero preferiría que no. De mis correrías por Madrid y por la red en mi época de adicción chatera ciberespacial, llena de espejismos e ilusiones y engaños.

 Mis viejos Mortadelos que de niño me leí cien mil veces y me sabía de memoria y todavía me hacían reír pero que están demasiado destrozados como para darlos a la biblioteca.

 Las carpetas del colegio, con las notas de los trimestres con dibujitos en los bordes, las firmas de esas chicas rebeldes en las portadas que hicieron que me empezaran a gustar las chicas malas. Los recortes, las postales, la añoranza, las ilusiones perdidas, los sueños rotos. El dolor de crecer y el consuelo de pensar que las cosas mejorarían aunque fuera por inercia, aunque no supiera encontrar el camino…

 

 A la basura todo. Porque no tengo espacio donde meter las cosas. He dejado unas pocas para guardar en el poco sitio que me queda en mi “nueva” habitación, pero es literalmente imposible guardar todo lo que hubiera querido que me acompañara a la tumba, no porque fuera importante, sino porque a mí me lo parecía, para explicar quién soy, cómo soy y por qué soy. Un recordatorio de mis fallos en la esperanza de no repetirlos. Un guiño cómplice a mis aciertos esperando que sirvieran de base a futuros logros. Unos recuerdos de años de mi vida, simplemente.

 

 Me dio bajón, para qué negarlo. Fue un día bastante pesado y gris para mí. Y aún me quedan por tirar algunas cosas… y por sentir cada cosa que tiro.

 

 

 Queda semana y media para irme de viaje.

Otra semanita...

Otra semanita...

 Y otra semana más de periplo. He conseguido más o menos acostarme hacia las once como era mi intención todos los días (salvando viernes y sábado, se sobreentiende, aunque tampoco lo hice el viernes a las mil, como de costumbre) y en general la valoración de tener casi una hora más para dormir todos los días es ambigua. Por una parte si que noto ese dormir extra, en el curro estoy algo más despierto y atento, más dispuesto a explosiones de actividad, de dejar todo hecho y esperar la siguiente remesa de cosas en vez lo que solía hacer que era dejar que se acumulara una pequeña cantidad de tareas para que luego me estuviera dos horas seguidas haciéndolo. Ahora si tengo que estar sólo media hora de actividad lo estoy, no intento preveer si va a llegar más o menos cosas. Las hago y punto.

 

 (dijo él mientras a su lado tenía cosas para hacer que miraba que reojo mientras escribía en su blog desde el trabajo... *^_^* )

 

 Pero por otra parte no me siento más descansado. En cuanto a resistencia física y sentirme despierto la verdad es que la cosa no cambia a cuando fuerzo la máquina todo lo posible durmiendo sólo seis horas o así por acostarme tarde y tener que madrugar para trabajar al día siguiente. Normalmente a las doce o la una estoy que me muero de sueño y eso la verdad es que no ha cambiado por dormir una hora más. Ni me molestan menos los ojos, sigue habiendo días que ir al gimnasio es como llevar una losa de granito en la espalda... en resumen que el cambio es bastante nímio. Nímio para bien así que por ahora creo que seguiré intentando mantener esta rutina, pero nímio al fin y al cabo. Supongo que tendré que aceptar que la solución no es dormir una hora más, sino dos.

 

 Qué rabia, con la de cosas insulsas que me quedarán sin hacer...

 

 El trabajo bien gracias, ahí sigue. Y el viaje sigue avanzando, la verdad es que es una bendición tener a mi cuñada empleando toda su experiencia en viajes para sacarlo adelante. Yo no sabría ni por donde empezar, estoy aprendiendo de ella por si surge la remota posibilidad de hacerme un viaje sólo en el futuro o que me toque ser el organizador. Ya sólo quedán un par de flecos de preparativos y el décidir qué ver en cada sitio donde vayamos, que no es tanto problema porque oferta hay de sobra...

 Ya que oficialmente menos de un mes para irnos. Los nervios empiezan a insinuarse...

 

 En mi casa planean una gran renovación mientras esté fuera. Van a acuchillar suelos y pintar paredes. Así que tendré que dejar muy recogido todo, además de terminar de quitar mis cosas de la habitación que compartí con mi hermano, porque va a cambiarla de muebles y demás para hacerla más adecuada a que viva una sóla persona en ella, es normal.

 Para mi doble trabajo, pero eso es por mi mala cabeza de no haberlo hecho antes. Siempre es más cómodo dejar para luego las cosas esperando que nunca tenga que llegar el momento de hacerlas, ¿verdad?

 Pues hala, toma momento de hacerlas Androgen...

 

 Bueno, tranquilo, queda tiempo. Tiempo tienes para muchas cosas. Ahora encuentra las ganas...

 

 Y dentro de poco (cuando deje de diluviar y pueda pasarme a buscarla) me dejará un amigo de mi hermano una bicicleta, que es recomendable que sepa usarla antes de irme a Japón, porque por ahí fomentan mucho lo de desplazarse en bicicletas alquiladas a dos duros y como mi hermano y mi cuñada saben montar y yo no (comentario de todo el mundo "NO SABES MONTAR EN BICICLETA?!!!!" con más o menos exclamaciones en la frase... Pues no, coñe, no sé) pues a ver si por lo menos consigo mantener la vertical para poder desplazarme mejor, no es cuestión de ganar el Tour, sino de moverse un poco más rápido que a patuca. Ya iré contando lo hematomas y roturas de este curso intensivo...

 

 

 Diluvia y es una mierda que todo vuelva a oler a humedad tras ocho meses de otoño/invierno que tuvimos. Ya toca un poco de calor ¿no?

 

 Y aquí seguimos, aprendiendo a ser más tranquilos y caminando.

Balance a la semana

Balance a la semana

 Una semana después de lanzarme a cambiar de actitud, la cosa no va mal.

 

 Principalmente el esfuerzo debo hacerlo en no excederme preocupándome. Acepto que las ideas raras me pasen por la cabeza, pero tiene que ser sólo eso, una breve pasada rasante con la muerte en los talones y a seguir corriendo por el maizal. Nada de hundimientos titanicos de horas y aguas frías. Lo breve si malo menos duele.

 

 Y tengo bastantes otras cosas con las que distraer el el seso insidioso. Mi decisión de regularizar un poco mis horarios de sueño por ahora se queda sólo en decisión, porque sigo sin conseguir un horario decente de descanso. Y es sólo cosa mía. Que ya sé que da lata tener que acostarse cuando uno siente que puede aguantar un poco más, pero luego lo pago entre semana y tampoco es plan. Que para jugar al ordenador y leer tengo más tiempo, no es una carrera, párate y huele las flores en el camino.

 

 La base de todo esto es que logre tranquilizarme. Que me tome las cosas con más calma y así podré apreciar nuevos ángulos que antes eran manchas borrosas en la carrera de locos.

 

 Oh, si, lo que dije al principio. ¿El balance de esta semana? Pues que estoy en ello.

Hora de cambiar de camino

Hora de cambiar de camino

 Encantado de haberle conocido muchacho que me ha acompañado en estos últimos tiempos, pero ahora no quiero estar con usted, hasta que no relaje un poco creo que es mejor que asome lo menos posible su ceño fruncido, así que me va a permitir una patada en el culo que le catapulte a un lugar donde me deje despejado el camino y que busque por mí mismo una manera de salir de este atolladero...

 

 Concluido este trámite pasemos a rascarnos la cabeza ante la tarea que tengo delante (cabeza recién afeitada, el domingo me dió por coger el rapapelo y aplicármelo, a ver si consigo llegar medianamente bien peinado a julio y afeitarme el craneo en el peluquero para irme a Japón bien pelado... y no, no me he hecho un estropicio, tranquilidad, ha quedado medianamente bien) porque la verdad es que los árboles no me dejan ver el bosque en esta senda oscura y tenebrosa donde me han dado cuenta que me he metido

 

 (eres como un clavo María parece que sólo dejas una marquita redonda en la piel pero eso es sólo la cabeza de los centímetros de filo que se han metido dentro cagoenlaleche estoy pensando en lo que sí creo que tienes razón grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr)

 

 y ver por donde tiro ahora. Y encima tengo que empujar el 4x4 que se me ha quedado sin la mala baba que usaba de gasolina y tengo que cargar con él porque en el maletero está mi pasado y eso está ahí. Anda, ¿no quiero dejarlo atrás? No, aún pienso que puedo integrarlo, ya ves.

 

 En resumen. Vuelte a empezar desde donde estoy.

 

 ¿Y por donde se iba hacia allí?

DESDE TU ORILLA NO ESCUCHAS MI VOZ

 

 El viernes imaginaba que me iba a llamar N. para quedar por ser su cumpleaños, como había dicho el miércoles cuando me llamó. Y a pesar de que soy consciente de que fui borde con ella por teléfono y que podía haber pasado de mí, tenía el pálpito de que no lo haría. Aun así el jueves y la mañana del viernes pasaron sin saber nada de ella y ya pensé que me había equivocado y que una vez más había sido prepotente y que no me iba a llamar.

 Sin embargo sí que me llamó, mientras iba al gimnasio por la tarde. Y quedamos para por la noche.

 

 Yo tenía pensado dejar la bronca para otro día. Porque sabía que íbamos a tener bronca, porque le iba a plantear que yo personalmente con quería seguir así, sin saber nada de ella porque quisiera hacer de ermitaña, sin que se preocupara por lo que me pasara, sin responder ni siquiera con un “hoy no puedo, ya hablaremos” cuando la escribo diciendo que estoy jodido. Sabía que la cosa podía desembocar en un “paso de ti, vete a la mierda” por parte de ella y aunque sólo era una posibilidad remota podía ser yo el que lo dijera, porque empiezo a estar cansado.

 

Si María ya lo sé. Con otras personas no me importa que pase eso. Pero con ella sí me importa. Ya sé que no es muy consecuente eso.

 

 Sin embargo ese día no. Era su cumpleaños, broncas las podemos tener todos los días, por hoy que al menos se lo pase bien. No voy a comentar nada, amén a todo lo que diga y quiera hacer y yo simplemente cuando me canse me pillo un taxi y me voy. Ni tenía intención de reprenderla, aconsejarla, filosofarla, retenerla ni criticarla. Un día es un día y vamos a probar a ir con la corriente.

 

 La cosa empezó mal para mis intenciones de postergar la bronca porque ya cuando me llamó se la notaba bebida. Sus compañeros de trabajo la habían invitado a comer y había corrido la sidra. Y lo que era una impresión mía se confirmó cuando nos vimos. Desde enero soy consciente de que no me gusta mucho esa N. que se pasa bebiendo. Ni cómo se comporta ni lo que me hace cuando está así, dejándome de lado durante largos ratos mientras se va a departir de pijadas con alguien que conoce o que acaba de conocer. De pijadas o de charla amigable, es cierto, pero normalmente, por lo que llego a escuchar, de pijadas.

 

 El efecto secundario del asunto es que venía cariñosa y con ganas de besos y que la mimaran, con lo que mi decisión de dejar la bronca para otro día y decir amén a todo coincidió bastante bien. De haber decidido tener bronca y haberme dejado hacer luego al ver que estaba en esa actitud, se me habría caído la cara de vergüenza luego y hubiera demostrado una vez más que soy demasiado débil para ser fiable.

 

 Tras hacer de tripas corazón notando las miradas de toda la cafetería de enfrente de mi casa mientras ella hacía notar el puntín que llevaba encima y llegaba otro amigo suyo con el que habíamos quedado, nos trasladamos de lugar, a donde había tenido la primera bronca grave con ella, a 20 kilómetros de Oviedo, la vez que me tuve que volver a casa en taxi y empecé a ser consciente de que esto no iba a funcionar. Bueno, pensé, a ver si esta vez es igual o distinta.

 

 Fue igual. Aquí está el burrete de Androgén tropezando dos veces en la misma piedra. Pero nada, ya sé que aquí llegan los taxis, cuando pase un tiempo adecuado para que no se mosquee, doy por terminada la fiesta de cumpleaños por mi parte y me largo.

 

 Pero entonces llegó una amiga suya de toda la vida, con la que por lo visto había montado una parecida la semana pasada y ella y el otro amigo decidieron que era momento para cantarle las cuarenta. Al principio yo no participé, pero vistas como iban las cosas, mi anterior resolución de no montar lío por mi parte se debilitó y me apunté al carro de lo que estaba pasando.

 

 Hala, ya la tenemos montada. Progresivamente se le pasaba la borrachera y la cosa derivó en antiguos agravios, actitudes y comportamientos echados en cara. Para terminar de ponerla sobria y poder llegar a algo útil del mal momento, su amiga sugirió llevarla a un sitio donde suelen ir que sirven comidas nocturnas (hamburguesas, patatas, cosa así) cerca de donde ambas viven. Es decir, cada vez más lejos de Oviedo y en lugar más inaccesible. Y ahí fui yo esperando recibir una respuesta a las preguntas que tenía. Cogí y llevé su coche tras ellas que habían montado en la furgoneta de la amiga porque ella no estaba para coger el coche. Llegamos al lugar, se pusieron a comer algo (yo ya había cenado) y N. recuperó del todo la sobriedad y su amiga y yo recibimos las respuestas que pedíamos.

 

 No nos gustaron. Al igual que a N. no le gustaba, siendo perfectamente consciente de lo que pasa cuando bebe, que pensemos que es tonta y se le va la mano. No se le va la mano, quiere que se le vaya. Quiere pasar de pensar, pasar de preocuparse y descargar, darle al caos, divertirse en el momento y no pensar en las consecuencias.

 

 Y la verdad es que es su derecho. Si no queremos que se comporte así, si es por decisión propia consciente comportarse así, es nuestro problema.

 

 Las recriminaciones volaron y fue el turno de su amiga y mío de recibir algunas para las que no teníamos respuesta. Así que al final recibimos todos.

 

 Descubrí una vez más que lo que pienso y cómo me comporto no se corresponden a menudo, cuando su impresión de la primera reunión de enero tras el “secuestro” se reveló muy distinta de la mía. Básicamente que me había comportado como un presuntuoso que se creía un regalo sexual para ella y que había considerado un simple polvo mi desvirgamiento y le daba permiso para disfrutar de mis delicias cuando le quisiera y me viniera bien.

 Yo sinceramente no recuerdo haberme comportado así, pero entre el mosqueo que llevaba aquel día por cómo había sido y el mes de silencio y que soy consciente que estaba como un guaje de 14 años que se estrena en el sexo (entre encantado de la vida y en plan “joer que guay soy y me siento”) igual algo de eso hubo pero la verdad es que no recuerdo toda la conversación ni el tono en que hablé como para poder asegurarlo. Lo que si es que cuando ella me dijo que aquella vez se estaba disculpando recuerdo perfectamente que no lo hizo en ningún momento, ni antes de que yo supuestamente me comportara así, y así se lo hice ver.

 

 En fin, que su amiga ya se había ido y al final habíamos sufrido todos nuestros golpes en el ánimo y las relaciones. Y cuando por fin conseguí un taxi para irme (que allí no daba servicio ni el carro de los dioses y manda huevos que uno esté igual de aislado en plena cuenca minera de Asturias que en lo alto del Pajares en León) la cosa había cambiado a que el que más golpes llevó fui yo y el que estaba casi (CASI, tampoco caí tan bajo) era yo, y el que tuvo que pagar 40 euros para poder irse a dormir a casa fui yo. El que siente que sus problemas son una mierda soy yo. El que siente que pide demasiado soy yo. El que queda como un exigente dependiente inconsecuente soy yo.

 

 Y el que está muy cansado soy yo.

 

 Al día siguiente quedé con los colegas para la partida y no lo pasé bien. Siento que me empiezan a molestar también y siento que es algo absurdo las cosas que hacemos y a las que jugamos.

 

 Resumiendo, que hoy es un día precioso, ha salido el sol, es lunes y estoy agradeciendo haber ido al trabajo para no tener que pensar, dejar que las neuras que tengo vayan perdiendo voz inmerso en la rutina del trabajo y mi vida insulsa.

 

 Quiero pasar. Estoy en medio de un campo de batalla, de una matanza en el camino y quiero ignorarlo. Girarme y tirar para adelante. Quiero que me de igual si yo he empuñado la espada y quienes son esos cadáveres o si los conozco.

 

 Hoy quiero pensar “a la mierda” y seguir.

 

 A ver que tal se me da eso.

OYE, TIO...

 

 Lo intenté. De verdad que lo intenté.

 

 El viernes nació mi sobrina. Después de casi 24 tras romper aguas, a las tantas de la mañana se dignó a hacer acto de presencia. Era día laborable y como no es familiar de primer grado (padres, hijos, cónyuge) aquí no hay permisos que valgan, así que subí por la tarde al hospital junto con mi hermano C. y mi madre que acudía por segunda vez, ya que ella sí pudo subir por la mañana.

 

 Y aquí viene lo que duele. Tras tantos años de empatías, ataques de sensibilidad y sensiblería, lírica y retórica, maniacas depresiones y depresivas manías…

 

 

 …la miré y no sentí nada.

 

 Nada. Es un bebé. Y no es mío. Esa es toda la conclusión que saqué. No hubo lazo. No hubo conexión. Ni ternura. Ni celos, ni envidias. Ni desagrado. Ni agrado.

 

 Nada.

 

 Hace poco en un capítulo de House trataban a una psicópata. La definían como una persona que por un desajuste cerebral, cuando tenía que tratar con emociones se activaba su parte racional del cerebro, no la emocional. Eso daba lugar a que entendiera perfectamente los sentimientos ajenos, supiera cuando se daban, en qué circunstancias normales se disparan y cómo actúan por lo general. Pero ella era incapaz de sentirlos. Entenderlos perfectamente. Experimentarlos no. Eso no hacía que su vida fuera desgraciada. Al fin y al cabo no podía sentir pena. Simplemente disimulaba y reaccionaba como se espera que reaccione normalmente la gente, porque así se evitaba problemas.

 

 Tengo miedo de tener una psicopatía que me impide experimentar nada por algo que no me toque directamente.

 Aunque más bien lo que es resulta ser un poso bien denso y anclado en mi psique de egoísmo en fase aguda. Prefiero estar 5 segundos acariciando a un gato y notando como ronronea encantado que estar una hora con un bebé que sólo duerme, bosteza, caga y llora a gritos un par de minutos cada poco tiempo. No estoy fascinado por el hecho de que ahora hay vida donde antes no la había, por el proceso de creación de un ser humano. No estoy pensando en la emoción de verla crecer, aprender, vivir, experimentar. Tampoco estoy pensando en qué lata ahora a cuidar de una cría cuando toque, limpiar, aguantar lloros y caprichos y rabietas y el aburrimiento de los juegos y sitios infantiles mientras ella se divierte.

 No estoy pensando nada de eso porque no siento nada especial ni no especial. No quiero que le pase nada malo como nadie normal quiere le pase nada malo a cualquier criatura inocente, humana o animal y sobre todo cachorros y bebés. Pero tampoco se ha creado nada entre ella y yo. Por su parte normal, es una recién nacida, no sabrá ni donde narices está ni quien son todas esas caras feas que se asoman a su mundo-cuna. Pero por mi parte… por mi parte me da un miedo tremendo el no sentir nada.

 

 Llevaba desde el día anterior a su nacimiento con una depresión de caballo. No sé por qué motivos, tal vez porque cambió el tiempo de una manera tan brutal (pasamos en un día de estar a 25 grados a estar a 15 y con tiempo de tormenta) y me empecé a encontrar mal físicamente, porque ese catarro o gripe de garganta de la semana anterior seguía dándome la lata y no termina de curar bien. A N. la había visto dos veces durante semana e incluso habíamos comido juntos el miércoles, así que eso tampoco podía ser. No sé, el caso es que desde que amaneció el jueves, antes de enterarme de que mi cuñada se estaba poniendo de parto, ya me parecía un mal día. Muy malo. Y luego pasó esto y la depresión se acentuó, por el miedo, por la falta de reacción, por sentirme una basura.

 

 Escribo a N. el sábado para intentar quedar, porque necesito contarle esto que me pasa a alguien y a mi familia no puedo, tengo miedo de su reacción, mejor hacer como la psicópata de la serie y decir lo que se espera que diga que provocar algo demasiado grande en casa que haga que me odien o que me tengan miedo. Aun me quedan años de vivir ahí y sería poco recomendable crear un conflicto de tal envergadura. Además, ¿para qué? Mi madre reaccionaría como de usual, agobiándose más que yo, temerosa, poco constructiva, tal vez incluso llorando. Mi padre se cabrearía y sería cada día una bronca diaria o más. Mis hermanos lo achacarían como siempre a idas de olla por mi parte y me machacarían con ello hasta el fin de mis días, como hacen con otras cosas que hice y dije. Ninguno me ayudaría realmente, no confío en ellos porque me han demostrado lo que hay en ocasiones anteriores. Sé que dentro de mi familia no se puede tratar cosas importantes. Con los colegas que aun me quedan en Oviedo no puedo hablar de estas cosas, porque no tengo tanto tanto grado de confianza con ellos. Ni quiero tenerlo, no es eso lo que hay entre nosotros, no es ese tipo de amistad. JD hace mucho que se alejó y tiene su familia, su vida, su existencia, lejos y suya. Llevamos tanto tiempo desconectados que no sé si ya es lo mismo que antes, sé que para mí fue más de lo que fue para él y le guardo mucho cariño por ello. Se portó como un gran ser humano. Pero ahora él está donde está y yo estoy donde estoy. Es así. Y tres cuartos de lo mismo me pasa con la Dragona (aunque ya sé que no quiere que la llame así, pero es que ahora mismo no sé como llamarla sin poner su nombre).

 Así que sólo está N.

 

 Y N. no ha dado señales de vida en todo el fin de semana. Ni un mensaje diciendo que no puede estar. Por el motivo que sea. Ni preguntar que qué me pasa. Ni llamar. Y por supuesto, no tengo ni que mencionarlo, ni quedar.

 

 Nada.

 

 El domingo jugué a un juego. Tras día y medio de depresión profunda, sufrimiento y esfuerzo por esconderlo en casa, alguna lágrima, me dije que iba a dejar de mirar el móvil por si ella había llamado o escrito durante un día entero. Hasta la mañana del lunes. Venga, tío (ahora si que puedo aplicarme ese parentesco aunque sea por lo legal y no por lo emocional), ni mirarlo ni hacerle mucho caso. E incluso cuando vayas a comer fuera para celebrar el día de la madre, no lleves el móvil, venga muchacho. E intenta no estar pensando continuamente en si llamará ella, si tendrá alguna urgencias o si te querrá a su lado de repente para siempre o para un rato. Nada. Tú come, estate triste, deprimido, que no se te note demasiado y que tu madre al menos tenga un día tranquilo comiendo sin haberlo hecho ella que es lo que le gusta.

 

 Dicho y hecho. Conscientemente no miré el móvil en toda la mañana y lo dejé a propósito en casa cuando salimos a comer. A la vuelta seguí sin mirarlo. A veces me tentó hacerlo, pero al final no lo hice.

 Tampoco es que lo oyera sonar. No sé que hubiera hecho si hubiera sonado. Hubiera mirado quien era, claro. Pero de haber sido ella… no sé si habría borrado el mensaje tras leerlo pusiera lo que pusiera, sin responderlo ni tener intención de ello. No sé si hubiera dejado sonar la llamada hasta que dejara de llamar y luego hubiera borrado el registro de llamadas entrantes para que no constara. Al menos eso era lo que quería hacer. No responderla. Que supiera lo que es que te ignoren cuando te necesitan. Un desafío hacia ella y un refuerzo para mí. Pero tal vez lo hubiera cogido igual. Tal vez hubiera respondido al sms. Tal vez hubiera matado otro trocito de autoestima y dignidad.

 

 Y esta mañana mientras desayunaba, me vestía, me dije que no lo miraría para ver si había llegado un mensaje o llamada y no me había dado cuenta hasta el momento de salir de casa en dirección al trabajo. Y también me dije “Desengáñate. No habrá mensaje ni llamada, por mucho que quieras que lo haya para que igual se haya fastidiado un poco como te fastidias tú cada vez que no te responde, cada vez que te esfuerzas y lo luchas pero ella no reacciona. No habrá habido represalia, porque no te necesita como tú a ella. Porque no siente lo que tú. Porque ni siquiera parece esforzarse por mantener una amistad, si eso significa renunciar a un poco de su estar a su bola, a tener un compromiso aunque sea leve.”

 

 Y al abrir el móvil en la pantalla no había ningún aviso de mensaje ni de llamada.

Anda...ha pasado un mes...

Me pongo a pensar y me resulta raro escribir tan poco últimamente. Lo digo porque pienso mucho y de eso nunca saco nada bueno pero sí muchas reflexiones que suelo poner aquí. Pero ya ves, releo y descubro que la última vez que escribí fue hace un mes en pleno bajón anímico…

 Será que me sigue gustando la caña y escribo más cuando hay cosas malas que contar…

 

 Pues me han pasado cosas buenas y cosas malas en este mes.

 

 Para empezar, me decidí. Y digo me decidí cuando en realidad ya estaba decidido… me explico que esto empieza a parecer un acertijo.

 Hace tiempo mis hermano L y su pareja, los viajeros de la familia, nos comentaron que este año se iban a Japón. Su experiencia del año anterior en la India no había sido tan buena como esperaban y creo que buscaban un sitio un poco más… limpio, civilizado, menos caótico, escoged el adjetivo que más os guste.

 

 Mi cara cuando me enteré debió ser un poema de proporciones bíblicas. Pena que nadie tuviera una cámara en ese momento… Y es que Japón es uno de los pocos lugares por los que siempre he dicho que sería capaz de mover el culo y salir del país. Desde jovencito me ha interesado la cultura mediática y social japonesa. Empezó como casi todo, con las series de dibujos y los mangas, pero poco a poco he ido desarrollando con los años un conocimiento cada vez mayor de la historia, los usos y costumbres y la forma de vida japonesa.

 

 En resumen que mi cara era una mezcla de “uy, que bien como me alegro por vosotros” mezclada con algo de “CABRONES!!!!” al más puro estilo envidia cochina.

 

 La revolución llega cuando unos días después, tras varios comentarios de la envidia que me daban, mi hermano me dice “pues vente con nosotros”.

 

 Otra vez se echó de menos la cámara de fotos para reflejar mi a buen seguro inigualable expresión.

 

 Y me lo pensé. Y lo repensé. Y lo volví a pensar. Valorando pros y contras. Lo caro que iba a ser. Primera vez viajando en avión y sería encima al otro extremo del mundo (si quieres té, toma dos tazas). La sensación de ser el tercero en discordia viajando con una parejita (y eso que ellos no son tan pegajosillos como mi otro hermano y mi cuñada…).

 

 Pero al final, qué narices. Es Japón. Trabajo así que tengo pelas disponibles. Y de perdidos al río.

 

 Dije que si.

 

 Al comprarlo algo más tarde, me costó el billete 100 euros más, pero me consiguieron uno en el mismo avión y ruta que ellos, ida y vuelta, porque con mi proverbial berza por la que soy famoso, igual me perdía y acababa viviendo en el aeropuerto de Doha y criando camellos para vivir… (Doha es la capital de Qatar y es donde nuestro avión hará escala a la ida y a la vuelta… 16 horillas de viaje de na…)

 

 Y desde entonces mi tiempo libre está centrado casi por entero en el viaje. Blogs y diarios de viajeros. Busqueda de información de ciudades, hoteles, albergues, precios, trenes, precios… Aprendizaje de japonés (mal y poco, es complicado aprender un idioma que para empezar tiene un alfabeto radicalmente distinto al tuyo… y encima es que tienen 3 alfabetos, no solo uno. Y la estructura gramatical es bastante distinta. Y casi nadie habla inglés!!!!).

 

 Y nervios. Muchos nervios y más que habrá según se acerque el momento de empezar el viaje.

 

 Va a ser mi primera salida al “mundo exterior”. Y va a ser al lugar que siempre quise ir.

 

 Vamos, que ando con un Síndrome de Stendhal continuo y eso que aún no he ido. ¡Quiero ir a todas partes y verlo todo! Pero “sólo” tenemos 18 días, allá por julio, así que no puede ser. Pero se intentará.

 

 En otro orden de cosas…

 

 N. restableció contacto, tratamos, hablamos, gruñimos, quedamos, reímos… O sea, vuelta al baile en círculos usual y yo ya no sé qué quiero o no quiero. Ya no pienso en futuros, intento no pensar en pasados y los pensamientos son presentes. En resumen, que quedamos (si ella quiere, sigo sin poder convencerla nunca como ella me convence a mi…) de vez en cuando pero no me como el tarro ya intentando encontrar señales de si o de no. Sólo intento Carpe diem. Y lo suelo conseguir. El resto del tiempo que no estoy con ella a veces pienso en ella, a veces no. Tengo días tristes y días alegres. Días ocupados y días relajados. Días en que no tengo ni que pensar en hacer las cosas para ponerme a ellas y días que cada cosa que hago me da una pereza tal que las hago como a disgusto.

 

 Es decir, vivo. Simplemente, vivo.

 

 

 Hace poco creí haber estropeado el sistema operativo del ordenador. Justo en medio de estar haciendo un curso de funcionario sobre hardware y cosas así, voy y la lío en el ordenador de mi casa. Entre el susto de haber creído perder la confirmación del billete de avión (que luego no era preciso nada de lo que me habían mandado por mail, ya que mi cuñada ya me había confirmado y pagado el mismo con lo que sólo necesito el pasaporte y el dni para recoger el billete físico el día que nos vayamos, pero eso no lo sabía así que imagina mis nervios ese día…) y la decepción y depresión que me cayó por haberla cagado de tal manera informáticamente, cuando me las suelo dar de listillo en esas cuestiones, esos días fueron intensos en lo malo.

 

 Pero todo se arregla salvo muchas cosas, así que ahora normal. N. me muestra un acercamiento cada vez mayor, pero uno nunca sabe si es como amiga o aceptando un inicio de algo que puede ser más. Es que ya sé que puede ser hacerme ilusiones sin fundamento, pero parece cada vez más cómoda conmigo y yo con ella, cada vez quedando más en plan “esto es lo que vamos a hacer toda la vida que nos reste”, para cosas importantes y para cosas normales, para compras y para no compras. Para reír un rato. Para vernos, simplemente. Vamos, como hacen muchas parejas. Y como no hacen otras muchas. Pero cada vez aceptándonos más.

 

 No sé. Tampoco quiero ponerme a analizar las cosas demasiado.

 

 Y llevo una semana con catarrazo gargantero, que con esta mierda de tiempo cambiante no hay manera que cure. El coche sigue en su sitio sin cambios y ha sido conducido con cierta regularidad así que en ese aspecto, bien.

 

 Y sigo vivo. También bien.

El presente era mas esperanzador como futuro

 

 Uno siempre está planeando grandes o pequeñas cosas que saldrán bien. Puedes ser realista y saber que conllevará un esfuerzo mediano o extenuante, o puedes ser uno de esos que va haciendo camino al andar y sorteando baches según surgen de la manera que le pida el cuerpo al instante. Pero sea como sea sabes a donde quieres llegar y esperas llegar, sino no te pondrías en camino. Y cada buena cosa que te ayuda en tu caminar es un apoyo más para que continúes y te digas “va a ser bueno”.

 

 Luego resulta que no lo es.

 

 No dudo que mucha gente piense sienta y diga “fue mejor de lo que esperaba” o “tan genial como suponía”. Pero lo habitual es que te quedes con una carita de haber tomado la última cucharada de helado sin ser consciente de que se acababa.  Que te quedes con ese gesto de coito prematuramente terminado por parte de la otra persona cuando mejor lo estabas pasando que te deja pensando (o diciendo) “¿ya?”.

 

 Vamos, que las cosas no salen exactamente como planeabas en el pasado, cuando el pasado era presente y te decías que iba a ser genial lo que venía.

 

 Y toda esta disertación a cuenta de que una vez más N. estuvo ilocalizable el fin de semana.

 

 No es la primera vez ni será la última. Llamo a su móvil y está apagado o directamente no lo coge. Pienso que estará ocupada o durmiendo o sin ganas de cogerlo en ese momento y espero que me llame o me escriba y eso no sucede y paso el fin de semana esperando algo que no llega. Si llamo a su casa o me dicen que está durmiendo o que no está. Los mensajes no los responde. Da igual si hago uno o cinco intentos. Que nada oye, que no hay manera. Ni siquiera por curiosidad para saber por qué la llamaba. O para charlar un ratito aunque no quiera quedar. Esas cosas que no sólo hacen las parejas sino también los amigos. Recuerdo que hace un par de años hablábamos media hora al menos por teléfono los domingos, para contarnos un poco la vida, cómo nos había ido, que tal lo habíamos pasado, cómo se planteaba la semana entrante…

 Me ha dicho que a veces (cada vez más frecuentes) le dan esas venadas de aislarse, no querer saber nada de nadie sea quien sea, amigo o amante, amable o pesado, habitual o circunstancial y que si no es que no, que ella es así y que si alguien la quiere tiene que aceptarla así.

 

 Lo que dice siempre vamos. Yo sigo pensando que es una actitud un poco dictatorial. “Yo no me muevo de donde estoy, mi islita con muro alrededor, tú haz el camino hasta aquí y ya veré si te dejo entrar cuando llames”.

 

 Y es un pensamiento un poco muy injusto. El miércoles mismamente me acompañó al taller que suele ir ella para los pequeños arreglillos para que pusiéramos en mi coche el retrovisor de segunda mano que había comprado en el desguace. Vino desde Gijón, de currar, con el poco tiempo que tenía para comer, comió poco y tarde, tuvo que irse deprisa y corriendo al final… todo por acompañarme, algo a lo que no estaba obligada.

 

 Por eso no lo entiendo. A veces araña unos minutos el poco tiempo que tiene para verme un rato, para compartir un rato conmigo. Otras veces tiene horas y horas y no hace nada por quedar, ni siquiera por charlar aunque sea 5 minutos por teléfono. Supongo que a todos nos pasa ese a veces esforzarse y a veces no. Pero me sigue confundiendo, me sigue haciendo sentir raro, me sigue deprimiendo un poquito a veces. Y sigue siendo ella la que marca el ritmo, en función de como se sienta y lo que le apetezca. Sigo sin poder influir en ella ni un poco, al menos esa es la sensación que tengo, que no puedo hacerla desviarse ni un poquito a ver el paisaje del camino, por así decirlo. Sigo yendo en el remolque, mirando hacia adelante y esperando, considerando cada detalle bueno como anuncio de un futuro mejor. Y luego el futuro se hace presente y no es tan bueno como esperaba…

PULIENDO LAS ARISTAS DEL VOLANTE

PULIENDO LAS ARISTAS DEL VOLANTE

Poco a poco voy mejorando con el coche. No digo que pueda emular a mi tocayo y ponerme a conducir un fórmula 1, pero sí que voy haciéndome menos propenso a los accidentes.

 Los primeros días aún cogí el coche con reparos, con desconfianza. Con miedo. Después del incidente del retrovisor, tenía una cierta aprensión cada vez que lo conducía. Aunque mi principal problema era que se me calaba el motor en los semáforos, alguna vez hice locuras, un adelantamiento incorrecto, un cambio de carril sin mirar, pegarme demasiado al lado derecho…

 

 Normalmente conducía mejor cuando algún pobre suicida iba conmigo en el coche. Tal vez sería porque entonces era más consciente aún de la responsabilidad que entraña manejar un cacharro de media tonelada de peso a 60 kilómetros por hora. No digo que cuando fuera sólo hiciera de piloto de rally o como esos cretinos que van haciendo piruetas por las carreteras, pero tal vez es que sigo valorando inconscientemente la vida de los demás un poco por encima de la mía. No sé, el caso es que cuando voy con pasajeros la velocidad es más constante y las maniobras un poco más cuidadosas. Puede que me acostumbrara con las clases de conducción a tener a alguien al lado más sabio y con más experiencia y me encuentre más cómodo cuando hay alguien en el asiento del acompañante.

 

 Y poco a poco se van puliendo los detalles, limando las aristas. Hasta ahora un colega, mi padre y N. me han acompañado en el coche y gracias a ellos voy ganando horas de experiencia. Sigo con fallos, sigo teniendo que tener cuidado, sigo sin poder confiarme. Pero tiro adelante y lo hago un poco mejor cada vez.

 

 Como en la vida. Lo mismo estoy haciendo, yendo con cuidado, confiando en los copilotos que me acompañan, aprendiendo, equivocándome a veces, asustándome otras, orgulloso de lo que hago en algunas ocasiones, sorprendiéndome, atreviéndome, con precaución, queriendo lanzarme a veces… En la vida uno tiene muchas horas de práctica, pero eso no evita meter la pata en cosas que creías ya bien aprendidas. Pero sigues adelante e insistes y tal vez logres no sólo poder ir sin tensión excesiva por la vida, sino incluso disfrutarla y terminar siendo bueno en el arte de vivirla.

 

 Así que a seguir practicando. En conducir y en vivir.

LA CONVERSACION NECESARIA

LA CONVERSACION NECESARIA

 El sábado N. quedó conmigo y tuvimos al final la charla que teníamos que haber tenido hace un mes. Pero por aquel entonces ella no se sentía preparada para tenerla y esperó hasta estar segura, cosa que no puedo criticar, sólo que me gustaría que hubiera sido antes.

 

 Reconozco que me sorprendió un poco que ambos hemos pensado más o menos lo mismo, hemos alcanzado una sintonía muy curiosa. Ambos tenemos claro donde estamos los dos y lo que sentimos respecto al otro y coincidimos. Y desde luego no queremos renunciar a la amistad que nos une. Sería algo antinatural cuando ambos sentimos cariño y lazos profundos por el otro.

 

 Así que las cosas están bien. Somos amigos y eso no nos lo quita ninguna discusión ni ninguna ida de olla por parte de ninguno de los dos. Como amigos podemos hablar las cosas, enfadarnos con el otro, reconciliarnos e intentar hacer la vida mejor para el otro sin imponer. Y apoyarnos en lo que necesitemos.

 

 Y volver a acostarnos si se tercia, ya que para ambos fue una experiencia física y sensualmente gratificante.

 

 Pero como pareja, a día de hoy, no.

 

 Ambos sabemos lo que hay y lo que no sabemos lo hablaremos. Y me siento cómodo con ello y creo que ella también. Tal vez algún día vuelva a sentir algo o esto que siento ahora es lo que siente alguien profundamente enamorado. No lo sé. Ya se verá, no me preocupa. Por ahora quiero disfrutar de mi vida. Aceptar lo bueno que venga y capear lo malo.

 

 Y N. es una cosa buena.

A CUESTA DA MORTE DO GARAJE

 Todos nos preguntamos alguna vez quien diseña los garajes de las casas. Por qué son tan complicados y por qué “esa columna que tú ya sabes” como decía el anuncio parece que se mueve para hacerte más difícil esquivarla…

 Mi garaje no es una excepción. A su estado de suciedad y aparente abandono estético (aparente y real) se unen unas oportunas columnas que parecen puestas por un aficionado al esquí de eslalon para obligar a los conductores a andar con mil ojos para no rayas la pintura. La verdad es que a veces me pregunto si a ningún arquitecto se le ocurre que tal vez para los garajes serían más adecuados unos hermosos arcos, como en las iglesias y catedrales, para sostener los techos y el edificio y tal vez hacer la vida más fácil a los conductores.

 Queda añadir comentarios sobre las cuestas de salida/entrada. Mi garaje no es una excepción. Hay una empinada aunque corta cuesta en la entrada. Conozco garajes en los cuales hay que hacer un giro de 180 grados en cuesta progresiva para entrar, aumentando el riesgo de roces contra las paredes. Y en los garajes de varios pisos hay que tomar varias veces las cuestas, poniéndolo peor todavía. El otro día vi cerca de casa de un colega un garaje que estaba a ras de la calle y pensé que debe ser una preocupación menos en la vida tenerlo así, tan a mano, tan bien puesto…

 

 El caso es que en esa cuesta de mi garaje tuve mi primer accidente.

 

 Bajé con mi hermano mayor el sábado después de comer para que me enseñara/ayudara a sacar el coche, para practicar, porque siempre en mi casa se ha dicho que salir de ese garaje tiene truco. A mi hermano le costó varios rayones y golpes con el coche familiar hasta que aprendió a hacerlo bien y mi hermana nunca fue capaz de sacarlo ella sola. Y yo ya descubrí que esa fama malhadada es merecida. Me quedé a mitad de la cuesta de salida con el motor calado, el coche se fue para atrás a pesar de estar pisando el freno (con la impresión del momento no debí pisar del todo a fondo como marcan los cánones) y encima en los nervios del momento moví un poco el volante haciendo que el coche no rodara hacia atrás recto hasta el final de la cuesta que hubiera supuesto un intento fallido y nada más, sino que me metí contra la pared y destrocé el retrovisor lateral derecho a la vez que iba produciendo un hermoso esbozo de cuadro de Picasso a base de rayones en la chapa. De color amarillo, como la tubería de gas contra la que estaba rozando (si, mi garaje tiene una tubería de gas al aire en la zona de la rampa de salida, uno de los sitios más complicados de pasar… alguien fue muy muy listo en el diseño. Al menos está bien reforzada, supongo que porque sabían que la gente se iba a ir contra ella muchas veces…). Tuvo que sacarlo mi hermano del lugar donde se había quedado encajonado y finalmente pudimos valorar los daños.

 Luego lo sacó él del garaje para ver si había algún problema con el coche y al volver lo volví a intentar yo. Al cuarto intento logré sacarlo y dar una vuelta a la manzana y luego volver a meterlo bien en el garaje. Parece que tengo problema con las salidas pero no con las entradas… (chiste patético a cuenta de mi escasa vida sexual y mi calvicie…)

 

 Obviamente, no me hizo ninguna gracia ni ayudó a mi autoestima el asunto… Ya asumía al comprar el coche que los rayones iban a ser frecuentes, por eso lo compré cutre de segunda mano. Pero lo de reventar un retrovisor la primera vez que cojo el coche en serio, pues como que no lo esperaba. Me pasé el fin de semana depre, lo que no quitó que el domingo, haciendo gala de mi cabezonería, cogiera otra vez el coche, esta vez sólo, y no parara hasta que lo saqué (al quinto intento, volviendo a bajar la cuesta marcha atrás calado tres de las veces pero esta vez con el volante firme, recto y sin rozar las paredes), dí una vuelta de cinco minutos sin alejarme demasiado de casa, calándome en un semáforo y rozando un poco al entrar en el garaje el portón de entrada. Así que un poco menos nervioso pero sigo estándolo y mucho. Todavía tengo mucho que recorrer con el coche hasta estar cómodo. Y esa rampa de salida la tengo atravesada…

 

 En otro orden de cosas, el accidente sirvió para que volviera a hablar con N., al pedirle ayuda con qué tenía que hacer ahora para arreglar el retrovisor roto. Igual de lo malo, del accidente, surge algo bueno y volvemos a retomar el contacto frecuente…

 

 Sigo pensando que no tendría que ser así. Que las cosas podrían ser más fáciles y que no tienen que pasar grandes o pequeñas tragedias para encontrar una excusa para que sea más fácil volver a hablar, pero bueno, así es la vida y así hay que cogerla y aprovechar las oportunidades que surgen cuando surjan, por leves que sean.

 

 Veremos.