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El Salón de las Músicas Perdidas

Antes...

Antes... Hoy el champú huele a manzana.

Tengo un cometido que cumplir hoy. No soy maestro de ceremonias. Soy Guía. No propicio, no organizo. Sólo haré más fácil algo que iba a suceder de igual manera sin mi ayuda.
Pero como he dicho en otro lugar, me siento como el niño al que dan su primera responsabilidad importante. "Ahora eres mayor y podemos confiarte esto."
El mismo orgullo por la confianza depositada en mí y las mismas ganas de hacerlo bien.

Y expectación también. Estoy nervioso por ver el brillo en los ojos de los que esperan, de los que han planeado y van a hacer real una fantasía. Estoy expectante porque sé que en un tiempo yo estaré en esa misma situación, expectante, anhelante. Que cuando reciba un mensaje que diga "Soy yo. Estoy en tu ciudad. En este hotel. ¿Vienes?"....iré. Con esa misma ilusión y pasión.

Todos los que paseamos por sus salas y la queremos estaremos expectantes hoy. Aguzaremos el oido esperando oir su risa. Escucharemos con el corazón queriendo sentir aunque sea de refilón las mareas que se entrelazarán hoy.

Anoche su risa repicando en el teléfono. Y cuando ríe no piensas "que vergüenza, nos deben estar mirando todos" sino que sonries tú también con maravilla, porque es una risa que invita a compartir el reir líbremente al viento.

Ayer recogí el título de la carrera. Hay un cierto orgullo, pero el orgullo por haber terminado ese suplicio de seis años ya lo agoté hace cuatro, cuando aprobé el último examen. Desde entonces alguna vez he soñado que había contado mal y me llamaban diciendo que me quedaban una o dos asignaturas para terminar la carrera y tenía que volver a estudiar.

Hoy he recibido el Tarot Casanova y sentía más expectación al abrir el paquete que ayer al recoger el papel que me decía que ya era un diplomado en Ciencas Empresariales.

Hoy dos cartas que me hacen sonreir con dulzura, pícara y juguetonamente: Es Reina de Bastos de máscara sobre los ojos y pose desnuda y ansiosa. La Sacerdotisa, mirada frontal a través de la máscara en sus ojos y a punto de revelar lo que oculta la sábana.

En el medievo y el renacimiento, un criado guiaba al amante a sus encuentros, portando una vela o una lámpara. No era un criado cualquiera, sino el de mayor confianza, el que más que criado era amigo. Y a veces su papel lo desempeñaba un amigo del alma del amante.

Hoy soy el Ermitaño, guiando con su lámpara por el camino del encuentro a la Reina de Bastos con el Rey de Bastos.

Hoy me siento como un hermanito. :)

1 comentario

Acuse de recibo.... -

leído ;)