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El Salón de las Músicas Perdidas

POR SAN BLAS... ¿A LA CALLE IRAS?

POR SAN BLAS... ¿A LA CALLE IRAS?

A día de hoy yo debería estar sin trabajo y jodido.

A ver, empecemos de nuevo…

Yo hoy iba a estar en el paro.

No, no es correcto, intentémoslo otra vez…

Hace dos semanas me llamaron para informarme que mi puesto estaba disponible para la gente que había conseguido un puesto de funcionario hace un año. O sea, que iba a entrar alguien indefinido a ocupar el puesto temporal que estoy ocupando yo, porque esas plazas que ponen para que elijan los que entran se terminan ocupando todas. Rellenan un papel con el orden de preferencia de las plazas disponibles y se les van dando por ese orden a los que sacaron las mejores notas. Luego pasan al siguiente y miran, puesto primero de preferencia ya ocupado, nada, siguiente, puesto segundo está libre pues para él. Y así sucesivamente. O sea que incluso el puesto que nadie quiere se lo queda el último.

Resumiendo y hablando en plata, que me iba a quedar sin trabajo. Después de dos años y medio. Que me iba a quedar sin mis compañeras (más bien ellas sin mí, que el que se iba era yo, pero nos entendemos). Sin la estabilidad vital que aporta un trabajo por mucho que nos aburra, agote o exaspere. Sin el sueldo que uno se gana.

Da igual que tuviera unos meses de cobrar paro. En este momento la situación laboral en el país es conocida y sufrida por todos. No hay más que un par de oposiciones convocadas y son difíciles de conseguir porque son concurso-oposición, es decir, le dan puntos a la gente que está trabajando ahí como interinos que se suman a la nota final, con lo cual parten con una ventaja importante. Normalmente estos procesos se hacen para hacer fijos a los temporales porque están trabajando bien, siempre hay alguno que no lo consigue y entonces alguien de fuera que se esté presentando también al examen tiene posibilidades, pero hace falta ser MUY bueno y sacar MUY buena nota para ello. Y no va a ser mi caso, que normalmente saco notas normalitas. Así que me presento tanto para tentar la suerte y ver si suena la flauta como para intentar entrar en las bolsas de trabajo que se crean con estos exámenes. No porque espere sacarlas.

Así que la perspectiva era no sólo dejar de ver a las compañeras de trabajo con las que ya hay un buen lazo creado, sino quedarme en paro muuuuucho tiempo. Porque la privada anda aún peor y ahí no iba a existir mucho para poder optar.

Así que durante semana y media iba día a día agonizando un poco. No se notaba mucho, de hecho una de las compañeras me dijo que parecía como si no me importara. Pero si me importaba. Y mucho. Un poco más agrio cada día, no quería sacarlo afuera porque iba a ponerme a llorar, a gritar o a Dios sabe qué, pero no iba a ser agradable para nadie, iba a ponerme en ridículo, a descargar con quien no debía, a ser injusto y amargo. Y no quería eso. Si me iba quería dejar buen recuerdo al menos. Que aunque no hubiera dependido de ellas lo de irme o quedarme, que si me recordaban lo hicieran bien, con cariño.

Coincidía además con otra de las épocas de no tener contacto con N. y con la resaca de las largas y frecuentes quedadas con los colegas, por lo que estábamos de no quedar un tiempo para “desintoxicar”. O sea que no podía tratar mucho el tema con nadie, en mi casa ya andaban agobiados cuando se lo conté y no quería echar más leña al fuego. Decidí comerme el miedo, tragarme la rabia, beberme la desesperación, interiorizar las negras expectativas.

Pasaron los días. Me contaban de gente que llamaba para preguntar como era el puesto. Incluso me tocó coger el teléfono un par de veces a una chica que llamaba para eso. A veces una semana nos parece una eternidad y otras parece que se acerca con pasos de gigantes y antes de que te des cuenta ha pasado y llega el día temido. En mi caso todo indicaba que se me terminaría todo el lunes 30 de enero o el 1 de febrero.

Incluso un día, poco antes de ese supuesto plazo límite, apareció un paisano diciendo que esta era la plaza que había cogido. Yo intentando poner buena cara, ya que era consciente que tampoco era culpa suya, pero no me sentó muy bien. Luego resultó que no era esta plaza la que había cogido, se había equivocado, pero nos confirmó que la toma de posesión era el 1 de febrero, así que me quedaba sólo una semana de trabajo.

Y luego empezó a sonar el rumor de que la chica que cogía esta plaza iba a pedir una comisión de servicio. Una comisión de servicio es una especie de permiso que pide un funcionario interino para poder seguir trabajando en el puesto en el que está en ese momento y no tener que irse a tomar posesión de su plaza fija. Si en el sitio en el que está es muy necesario, o cobra más porque trabaja más horas, si los mandamases de donde trabaja están de acuerdo, se intenta mantenerle un tiempo más. El interino sigue habiendo sacada su plaza, toma posesión, si pasa algo y tiene que dejar el sitio donde está, automáticamente va al sitio que ha tomado posesión y se pone a trabajar ahí. Pero mientras sigue trabajando en el otro sitio.

Si, es un poco lioso. Hay que cumplir una serie de condiciones y ambas sitios, donde está trabajando en el momento y donde va a tomar posesión, deben estar de acuerdo en el asunto, intercambiando informes y realizando ciertos trámites.

Pero ahí estaba, la posibilidad de salvación. Y justo a tiempo, ya que me lo comentaron el día que finalmente rompí un poco y me quejé amargamente con mi compañera de mi situación. Justo a tiempo para no explotar la tensión acumulada y comportarme como un cretino llorón apareció esa lucecilla al final de túnel. Además en los siguientes días el rumor volvió a aparecer.
Aunque a veces es peor tener un poco de esperanzas que tener la certeza de que algo malo a va a suceder. Uno baja la guardia, el choque luego puede ser más fuerte y doler más. Pero qué narices, quería quedarme y prefería tener esa esperanza, no decirlo en voz alta, por la superstición de no gafarlo, pero mis nervios aumentaron mientras la amargura disminuía un poco.

Y finalmente unos días antes de mi supuesta marcha, me transmite gente que ya es oficial que la chica ha pedido la comisión de servicio, además se ha retrasado la toma de posesión al día 3 de febrero porque hay una cierta cantidad de gente de estos que toman posesión que han pedido las comisiones de servicio y para dar tiempo a tramitarlas todas.

Es complicado contar esos últimos días como me sentí, la montaña rusa de emociones, esperanzas, augurios buenos y malos, preocupación… Así que no lo haré, todo el mundo ha pasado por momentos en los que siente que el camino al futuro cuelga de un hilo y puede llevarnos por un sendero completamente distinto y el mundo está como conteniendo la respiración hasta que al final se llega a algo.

Baste decir que finalmente el jueves me llaman para que firme el cambio de contrato que me permitirá seguir un tiempo más en el sitio donde llevo trabajando los dos últimos años y medio.

Además llaman mientras estamos despidiendo a una chica que se va, una de las que sacó el puesto, que había pedido algo como la comisión de servicio para quedarse pero se lo habían denegado y tenía que tomar posesión en otro sitio. Y yo pensando que podría pasarme aún algo así a mí, y yo dándome cuenta que podría ser el que estuviera en esa situación, en una despedida como esa, recibiendo el regalo de despedida, escapándoseme las lágrimas como a ella, teniendo que despedirse de la gente con la que había compartido tanto tiempo, con la que se había establecido una confianza, un lazo… Y al menos una nota positiva es que ella se iba a otro sitio para empezar a trabajar de fija, ya había conseguido entrar en la carrera administrativa después de muchos años también de interina. Pero eso sólo mitigaba un poco su pena. Luego a todo se adapta uno, conoce nueva gente, incluso puede estar mejor en el nuevo sitio. Pero en el momento… jode. Y mucho.
Y ahí podría haber estado yo. Por eso se me escapaba a mi también alguna lágrima ese día.

Luego al día siguiente… el alivio. La firma. Ya es oficial y todo correctamente hecho.

Me quedo.

De hecho aquí estoy ahora mismo, sentado en mi puesto de trabajo. El mismo que estos dos años y medio. Y con la gran gente que me ha tocado en suerte.


Y estoy aliviado y feliz.

Por eso, esta vez: “Por San Blas, en tu curro seguirás”.

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