Cerebro de estática, carne de ondas, infancia de televisión
No sé por qué hoy me he puesto a pensar en toda la televisión que he visto en mi vida. Tal vez el comentario de hace tiempo del blog rosa me ha dejado posos, o tal vez los juegos de los Icos (para los que no los conozcan te ponen uno o dos segundos de un trozo de canción de una serie de imagen real o dibujos animados de los 80 y 90 y tienes que adivinar y escribir el título de la serie, te ponen realmente nostálgico...)
Realmente un montón de horas.
Recuerdo ese Barrio Sésamo en el cual mis hermanos, todos mayores que yo y de la generación de Caponata ya no se interesaban y donde Espinete y Don Pimpom compartían sus vidas con Chema el panadero, Ana ("los niños de este barrio quieren, ya jugar, con Ana"), el kiosquero de cuyo nombre no recuerdo... Y Epi y Blas con su peculiar pareja de hecho, el Conde contando todo lo que veía... Luego vino el engendro de los Mundos de Yuppie y perdí todo el gusto al programa. O tal vez es que crecí.
Pero seguía viendo los dibujos de Silvestre y Piolín, el Coyote y el Correcaminos, Bugs Bunny y el Pato Lucas ( y como empezé a odiar ver perder siempre al gatito y al hambriento coyote). Cómo me enfada con mis hermanos cuando me picaban diciéndome que Isidoro era mejor que Garfield, al que yo prefería de lejos. Veia la Cometa Blanca y ese extrañísimo programa que era El Planeta Imaginario. Recuerdo la Bola de Cristal con los Electroduendes, y ver El Valle Secreto, conocer a Torrebruno mejor que a mis compañeros de colegio, sonrojarme mirando a la sobrina del Inspector Gadget, ponerme triste viendo a Gargamel llorando y pataleando por no poder atrapar a un pitufo (no puedo evitarlo, me suelen caer mejor los malos que los buenos), no perderme un sólo episodio de Heidi mientras que Marco y su incesante búsqueda no me gustaba tanto. Veía por las mañanas de los fines de semana El Equipo A y el Coche Fantástico (que pintas que me llevaba David Hasselhoff antes de ponerse el bañador rojo), me obnubilaba con Mac Gyver y su habilidad de hacer bombas nucleares con un chicle y un clip, comentaba con mis amigos en el colegio los combates de lucha libre de Pressing Catch y nos reíamos de los porrazos de Humor Amarillo. Me reía tan bobamente como el que más con los "pechos fuera" de Afrodita-A en Mazinger Z. Aquellos Maravillosos Años donde no me caía nada bien el protagonista y esperaba que la chica le dejara con un palmo de narices, Los Problemas Crecen, Farmacia de Guardia y Médico de Familia (que horror como podía ver esas series...).
Con Tocata empezé a conocer la música. A la Familia Telerín no llegué, pero a mi me mandaba a la cama un monstruito peludo que se lavaba los dientes "con mucha pastita y agua corriente". ¿Como porras se llamaba?
Y empezé a descubrir lo que es babear por una presentadora no con Leticia Sabater (gracias a dios) sino con Beatriz Rico presentando el programa Hugo. Viví como el que más la lucha de la humanidad contra los hombres lagartos de V, descubrí el anime japonés con Robotech y sus batallas espaciales (a pesar de estar Heidi y Mazinger z antes) y me estremecí con Jhonny y sus Amigos y su triángulo amoroso. Recuerdo haber visto el primer episodio de Cristal y de Abigail. Recuerdo haber aprendido a jugar al voleybol con Juana y Sergio y haber vibrado como un hooligan con los campos de futbol infitos de Campeones. Y como me gustaban los Osos Gummy.
Y eso es sólo mi infancia, y me quedarán muchas cosas en el tintero. Sigo viendo mucha televisión, pero eso nunca me impidió leer mucho también. Supe repartir mi tiempo y creo que aún sé. Porque como ya he dicho muchas veces, nunca sabes donde vas a encontrar la belleza, sea en la televisión (que alguna belleza aun queda en alguna parte de la programación de las cadenas aunque cada vez menos), la radio o los libros. O en la vida misma. No me arrepiento de haber visto tanto. Peor es no conocer y ahora puedo decir que no creo que tantas horas de imágenes me hayan afectado para mal. Todo es cuestión de como asimilas lo que ves.
Realmente un montón de horas.
Recuerdo ese Barrio Sésamo en el cual mis hermanos, todos mayores que yo y de la generación de Caponata ya no se interesaban y donde Espinete y Don Pimpom compartían sus vidas con Chema el panadero, Ana ("los niños de este barrio quieren, ya jugar, con Ana"), el kiosquero de cuyo nombre no recuerdo... Y Epi y Blas con su peculiar pareja de hecho, el Conde contando todo lo que veía... Luego vino el engendro de los Mundos de Yuppie y perdí todo el gusto al programa. O tal vez es que crecí.
Pero seguía viendo los dibujos de Silvestre y Piolín, el Coyote y el Correcaminos, Bugs Bunny y el Pato Lucas ( y como empezé a odiar ver perder siempre al gatito y al hambriento coyote). Cómo me enfada con mis hermanos cuando me picaban diciéndome que Isidoro era mejor que Garfield, al que yo prefería de lejos. Veia la Cometa Blanca y ese extrañísimo programa que era El Planeta Imaginario. Recuerdo la Bola de Cristal con los Electroduendes, y ver El Valle Secreto, conocer a Torrebruno mejor que a mis compañeros de colegio, sonrojarme mirando a la sobrina del Inspector Gadget, ponerme triste viendo a Gargamel llorando y pataleando por no poder atrapar a un pitufo (no puedo evitarlo, me suelen caer mejor los malos que los buenos), no perderme un sólo episodio de Heidi mientras que Marco y su incesante búsqueda no me gustaba tanto. Veía por las mañanas de los fines de semana El Equipo A y el Coche Fantástico (que pintas que me llevaba David Hasselhoff antes de ponerse el bañador rojo), me obnubilaba con Mac Gyver y su habilidad de hacer bombas nucleares con un chicle y un clip, comentaba con mis amigos en el colegio los combates de lucha libre de Pressing Catch y nos reíamos de los porrazos de Humor Amarillo. Me reía tan bobamente como el que más con los "pechos fuera" de Afrodita-A en Mazinger Z. Aquellos Maravillosos Años donde no me caía nada bien el protagonista y esperaba que la chica le dejara con un palmo de narices, Los Problemas Crecen, Farmacia de Guardia y Médico de Familia (que horror como podía ver esas series...).
Con Tocata empezé a conocer la música. A la Familia Telerín no llegué, pero a mi me mandaba a la cama un monstruito peludo que se lavaba los dientes "con mucha pastita y agua corriente". ¿Como porras se llamaba?
Y empezé a descubrir lo que es babear por una presentadora no con Leticia Sabater (gracias a dios) sino con Beatriz Rico presentando el programa Hugo. Viví como el que más la lucha de la humanidad contra los hombres lagartos de V, descubrí el anime japonés con Robotech y sus batallas espaciales (a pesar de estar Heidi y Mazinger z antes) y me estremecí con Jhonny y sus Amigos y su triángulo amoroso. Recuerdo haber visto el primer episodio de Cristal y de Abigail. Recuerdo haber aprendido a jugar al voleybol con Juana y Sergio y haber vibrado como un hooligan con los campos de futbol infitos de Campeones. Y como me gustaban los Osos Gummy.
Y eso es sólo mi infancia, y me quedarán muchas cosas en el tintero. Sigo viendo mucha televisión, pero eso nunca me impidió leer mucho también. Supe repartir mi tiempo y creo que aún sé. Porque como ya he dicho muchas veces, nunca sabes donde vas a encontrar la belleza, sea en la televisión (que alguna belleza aun queda en alguna parte de la programación de las cadenas aunque cada vez menos), la radio o los libros. O en la vida misma. No me arrepiento de haber visto tanto. Peor es no conocer y ahora puedo decir que no creo que tantas horas de imágenes me hayan afectado para mal. Todo es cuestión de como asimilas lo que ves.
4 comentarios
Androgen a Su -
El deseo no tiene explicación.
Su -
(Aunque estos días, en alguna Batidora, Veo veo o programa similar he visto imágenes suyas de aquella época y sentí vergüenza de mi misma por tener tan mal gusto. Pero claro, luego lo veo presentando gran hermano o el programa ese de las cajas... y vuelvo a babear ;-))
Prefería a Isidoro en parte por Sonia y en parte porque el humor de Garfield no lo pillaba. Ahora, me río mucho con sus comics...
Androgen a Su -
Gracias por el dato.
No voy a ponerme a iniciar un conflicto diplomático contigo por Isidoro... :) En parte porque entiendo que te gustara más, la actitud de Garfield hacia su gatita era mucho mas "macho insensible" que la de Isidoro con Sonia, supongo que eso las chicas lo valorabais más.
¿Jesus Vázquez te dejaba la boca a abierta por lo enrollado o por lo guapo?
su -
Mola mucho éste post, yo también veía la mayoría de los dibujos de los que hablas; pero me gustaba más Isidoro ¿qué se yo? sería porque el rollete que se traía con Sonia enganchaba mucho ;-)
El presentador que me dejaba con la boca abierta era Jesus Vazquez en su "hablando se entiende la basca"; y los sábados por las mañanas también me levantaba pronto para ver las series.
Un beso.