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El Salón de las Músicas Perdidas

1886 1887

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Lo mio no es una historia de amor.

 

No hay grandes momentos de frases profundas que quedan colgando en el aire como luz de estrellas que se disipa. No hay peligrosas aventuras que van uniendo a los protagonistas que en un principio se caían incluso mal. No hay momentos de subir la música de la orquesta mientras un tropezon hace caer a ella en brazos de él y las miradas se quedan encadenadas a los ojos ajenos.

No hay besos apasionados enmedio de la calle con la gente pasando y quedándose mirando entre envidiosa y maravillada.

No hay cenas lujosas ni alfombras rojas. No hay portadas en las revistas de espionaje de la vida íntima ajena.

No hay dilemas en los que entregar la vida por el ser amado ni formas sacrificiales de demostrar lo que se siente. No hay poemas improvisados ni roces electrizantes de manos. No hay pieles compartidas ni maratonianas sesiones de sexo en penumbra.

 No hay reencarnaciones ni encuentros a través del tiempo de los siglos. No hay comuniones místicas ni edenes encontrados.

Ni siquiera hay una correspondencia igual a lo que siento. No hay una promesa de futuro compartido. Ni siquiera una promesa de un "ahora" mutuo.

 

Solo hay un "te quiero" en mis labios, que es el de mi corazón.

 

Sólo eso.

 

 

El lunes concierto de Amaral en las pistas de San Lázaro en Oviedo. Más o menos 8000 entradas vendidas por la organización. No lo sé. Ni podía ni quise ponerme a contar.

Dragón rojo y gato negro, ibamos ambos de rojo y negro. Ilusionados por compartir el concierto. Yo hacía siglos que no iba a un concierto. Ella tal vez nunca había ido a un concierto que realmente quisiera con todas las ganas ver.

Solo un ratito de espera y empezó.

 

Siempre he desconfiado de los conciertos. Me parece que muchas veces realizan idas de olla sobre un tema grabado que de por sí ya está correcto y las improvisaciones lo deforman casi siempre. Además no todo el mundo canta igual en directo que en estudio, incluso aunque sean igual de buenos en ambos lugares, son un par de horas de desgañitarse sobre el escenario y eso puede cansar a la voz más templada.

Pero Eva Amaral canta sobre las tablas como la oyes grabada. Juan Aguirre toca mejor aún. Y sobre todo... la sensación. La sensación de que disfrutan profundamente con los directos, con la gente, con moverse, bailar, improvisar. La sensación de que cada vez que coreas una de sus canciones se está estableciendo un lazo, tu cantas su canción y ellos te dejan entrar en su espacio. No conocen tu nombre, pero te conviertes en su colega. Durante ese ratito de concierto solamente, es cierto, pero te hacen sentir... aceptado. Como si cantaran para un grupo de amigos.

En un concierto hay que ir a divertirse. Aunque cantaron canciones que tampoco me dijeran mucho, las coree todas. Porque en directo hacen que parezcan diferentes. En el mp3 será fácil pasarlas apretando un botón, o borrarlas y no oirlas si no te llaman. Pero en directo estás ahí, las están cantando para tí. Y tienes al lado a la chica que quieres, la gente se une a la marea y canta y ellos se están esforzando. Y las cantas. Las disfrutas. Las vives.

Habrá más gente que consiga esa sensación. Por ahora yo sé que ellos, Eva y Juan, lo consiguen.

¿Cómo no desear a la señorita Rockandroll?

 

Y luego da igual que tenga que madrugar para ir a currar. Da igual. Es San Mateo tras un concierto en el que se ha disfrutado intensamente. Hay bares abiertos donde tomar "la última". Y donde ensordecer y enronquecer más que en el concierto (cosa curiosa, pero cierta, me quedo mucho peor de estar una hora en una discoteca ensordecedora que de dos horas y media de concierto a todo trapo) mientras se habla de amor y deseo y me gano un beso al poker...

 

Sobrevivo al día siguiente y su ritmo cada vez menos relajado (se acabó la época de vacaciones hasta en la ganadería) y de capearlo sólo (la "jefa" de vacaciones dos semanas). Sobrevivo a la desaprobación de mi madre (a la que nunca le parecerá bien NADA de lo que haga con N., incluso aunque no imagine lo peor) y al cansancio y al cabreo que me produce mi hermano y mi cuñada y a la preocupación que se va desvaneciendo (gracias a la mejora paulatina) por la salud de mi hermano .

Sobrevivo porque estoy vivo. Y el lunes noche... viví. Como vivo hoy, pero aún mejor.

 

Quedan muchos muchos días. Sin promesas ni recuerdos traumáticos. Simplemente viviendo.

 

Guay.

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