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El Salón de las Músicas Perdidas

Again

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Hay algo claro.

 

Los seres humanos podemos no saber a donde vamos. Podemos ignorar de donde venimos.

Podemos no saber nuestras metas. Podemos no saber donde calibrar nuestras balanzas, donde trazas nuestras lineas.

Podemos ignorar de física, química o empatía. Podemos no estar seguros de las cosas que valen la pena.

 

Podemos dudar del amor. Podemos sentir debilitarse el odio. Podemos no saber equilibrar los mecanismos para lograr los fines. Podemos engañarnos con los ideales, con las cosas que nos harían luchar y descubrir demasiado tarde que no valió la pena.

 

Si, podemos dudar de todo lo existente.

 

Pero siempre vamos a topar de bruces con el dolor. El dolor puro, claro, directo, desnudo y profundo.

 

Hoy veo dolor por todas partes. En ambas fronteras de esa zona maldita con la putrefacción moral que baña el oriente del Mediterraneo. Dolor en mis calles, dolor en mi país, de norte a sur, en dos familias del norte y del sur, dolor al verles arrebatadas la inocencia de una niña y los años de sonrisas de un padre.

Dolor en el espejo.

 

Los que mueren ya no matan. Pero los que matan pueden tener por cierto que van a morir. Inevitablemente. Como todos hemos de hacer.

 

Y matar nos ahorra un segundo de sufrimiento.

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