Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa
En libros y películas todos habremos visto a la persona que trata de abandonar su adicción y sus reuniones, sus asociaciones y sus pasos de curación.
Suelen empezar por el primer paso: Reconocer el problema.
Eso no es sólo recordar el pasado objetivamente y analizar si cosas que durante tiempo creimos que era ASI, resulta que eran de otra manera. Y también es reconocer los errores, algo que es duro porque aunque nadie los sepa, nos avergüenzan, por haber actuado de una manera irracional aunque en ese momento era lo que nos brotaba de dentro y si actuamos así era porque la ira, la furia y la tristeza nos ofrecieron una racionalidad hueca y con pies de barro, que al pasar el momento dejaba de apoyarnos. Pero cómo reconocer que nos habíamos equivocado luego... eso sería admitir nuestros errores, ¿verdad?. Aceptar nuestra falibilidad. Alejarnos de la perfección. O incluso temer que ceder una vez ante otro sería darle pie para avasallarnos siempre pensando que podría volver a hacernos reconocer un error (real o no) con un poco de presión.
Pues ahora voy a hablar de errores. De mis errores. Pero no como dice el título del comentario, porque siempre he tenido la sensación de que en el catolicismo te enseñan que reconocer el error es para sufrirlo, arrepentirse con dolor, golpearse el pecho entonando el "mea culpa". Y eso no. No más mortificarse por lo hecho, sino aprender de ello, sin más dolor del necesario. Darte cuenta del error ya duele. Revolcarte en él hiere aún más. Y si la letra con sangre entra y con dolor es como más se aprende, la sangre también ciega y nos puede hacer volver al mismo error o a errores nuevos que no podemos evitar por tener la vista fija en el error que fustiga.
Asimilar, aprender y no hacer de los recuerdos una tortura. Ese sería el ideal.
Voy a hablar entonces de algunos errores que he cometido, esperando aprender de ellos y con calma.
Me acuso de haber adorado demasiado rápido. De haberme entregado demasiado pronto, conociendo poco, cediendo al ansia de amar sin saber si la persona quería ser amada. Me acuso de haberme sentido inferior y por tanto sólo digno de adorar no de ser adorado. De no haber vivido en igualdad con la persona. Si a mi no me gusta que me consideren inferior (aunque a veces me lo he sentido), ¿por qué tengo que pensar que a otros les gusta ser adorados? Puede que sí, puede que no. Pero debería haber conocido primero, no haber elevado a altares con demasiada prisa.
Me acuso de haberme sentido menos, ya que hablamos de ello. Pero me acuso de ello por haberme sentido inferior en cosas que no debería. Porque aunque sé que tengo errores, sé que no he tenido éxito en muchas cosas, sé que hay gente mas lista, culta, dispuesta, valiente, etc que yo, yo también tengo cosas buenas y me las he negado y podía haberlas matado al negarlas. Y si pienso que tengo pocas virtudes y las mato, peor lo pongo.
Me acuso de no saber leer entre lineas, al menos de haberme equivocado casi siempre que lo hacía. A veces supuse y deduje y no era como yo creía. Y tampoco pensé que pudiera ser de otra manera. Esto estoy corrigiéndolo de la manera más simple, siendo siempre directo. Puede que esté un poco preparando el camino, pero al final siempre hago preguntas directas y trato de no presuponer. Porque no tengo la bastante experiencia o habilidad (o combinación de ambas) como para saber que lo que deduzco de las palabras y giros del lenguaje, de las metáforas, es lo cierto. Puedo equivocarme y de hecho me equivoco mucho. Pero durante un tiempo creí entender y no entendía.
Me acuso de haber hecho daño. Pocas veces a propósito (porque es curioso, si quiero hacer daño a propósito no me suele salir bien, pero he podido hacer daño cuando no lo pretendía con más facilidad de la esperada) pero ha sucedido. He hecho daño desconfiando de Begoña cuando me dijo que ofrecía libremente. He hecho daño a Isabel intentando saciar apetitos que con ella no podían ser saciados. Fui egoista con Charlotte llorando y pataleando queriendo obligar. Fui egoista con Roma por volcar en ella un amor adolescente y por ende egoista e inexperto, que cuando dice amar no era verdad porque no aceptaba ni entendía. He podido hacer daño a mis amigos llorando de más, uniendo al dolor real la exigencia de atención y hacerme notar hasta el punto de desesperarlos a veces.
Me acuso de no quererme. Y uno puede quererse o no en el sentido de decir "puedo ser mejor y no puedo amarme plenamente hasta que sea esa persona que quiero ser". Pero yo no me he querido por hinchar errores y fracasos, por pensar que sólo volcándome en otros y descuidándome podía ser feliz. Y ahora que pienso en mí, que me mimo un poco por dentro, que trato de ayudarme, descubro que se puede alcanzar la paz por dentro antes, durante o después de convivir con otros.
Me acuso de querer más de lo que se me ofrece. Esto no es tan grave, porque creo plenamente que debemos superarnos para llegar a más, venciendo barreras. Pero no intentar forzar lo que no puede ser, como quiso ser con la Estrella, que me ofreció su total amistad y quise su amor y su deseo.
Y habrá más errores, errores más concretos con nombres y lugares, pero por ahora está bien. Estos puedo asimilarlos y luchar por cambiarlos. Y cuando tenga más fuerzas, otros pocos. Y así sucesivamente.
Estos días no están mal. En algunos toco algo cercano a la tranquilidad. Sé que puede ser sólo un estado de ánimo temporal, pero a aprovecharlo mientras dure. Que no sólo os voy a decir siempre que me rompo por dentro, ¿no?
Suelen empezar por el primer paso: Reconocer el problema.
Eso no es sólo recordar el pasado objetivamente y analizar si cosas que durante tiempo creimos que era ASI, resulta que eran de otra manera. Y también es reconocer los errores, algo que es duro porque aunque nadie los sepa, nos avergüenzan, por haber actuado de una manera irracional aunque en ese momento era lo que nos brotaba de dentro y si actuamos así era porque la ira, la furia y la tristeza nos ofrecieron una racionalidad hueca y con pies de barro, que al pasar el momento dejaba de apoyarnos. Pero cómo reconocer que nos habíamos equivocado luego... eso sería admitir nuestros errores, ¿verdad?. Aceptar nuestra falibilidad. Alejarnos de la perfección. O incluso temer que ceder una vez ante otro sería darle pie para avasallarnos siempre pensando que podría volver a hacernos reconocer un error (real o no) con un poco de presión.
Pues ahora voy a hablar de errores. De mis errores. Pero no como dice el título del comentario, porque siempre he tenido la sensación de que en el catolicismo te enseñan que reconocer el error es para sufrirlo, arrepentirse con dolor, golpearse el pecho entonando el "mea culpa". Y eso no. No más mortificarse por lo hecho, sino aprender de ello, sin más dolor del necesario. Darte cuenta del error ya duele. Revolcarte en él hiere aún más. Y si la letra con sangre entra y con dolor es como más se aprende, la sangre también ciega y nos puede hacer volver al mismo error o a errores nuevos que no podemos evitar por tener la vista fija en el error que fustiga.
Asimilar, aprender y no hacer de los recuerdos una tortura. Ese sería el ideal.
Voy a hablar entonces de algunos errores que he cometido, esperando aprender de ellos y con calma.
Me acuso de haber adorado demasiado rápido. De haberme entregado demasiado pronto, conociendo poco, cediendo al ansia de amar sin saber si la persona quería ser amada. Me acuso de haberme sentido inferior y por tanto sólo digno de adorar no de ser adorado. De no haber vivido en igualdad con la persona. Si a mi no me gusta que me consideren inferior (aunque a veces me lo he sentido), ¿por qué tengo que pensar que a otros les gusta ser adorados? Puede que sí, puede que no. Pero debería haber conocido primero, no haber elevado a altares con demasiada prisa.
Me acuso de haberme sentido menos, ya que hablamos de ello. Pero me acuso de ello por haberme sentido inferior en cosas que no debería. Porque aunque sé que tengo errores, sé que no he tenido éxito en muchas cosas, sé que hay gente mas lista, culta, dispuesta, valiente, etc que yo, yo también tengo cosas buenas y me las he negado y podía haberlas matado al negarlas. Y si pienso que tengo pocas virtudes y las mato, peor lo pongo.
Me acuso de no saber leer entre lineas, al menos de haberme equivocado casi siempre que lo hacía. A veces supuse y deduje y no era como yo creía. Y tampoco pensé que pudiera ser de otra manera. Esto estoy corrigiéndolo de la manera más simple, siendo siempre directo. Puede que esté un poco preparando el camino, pero al final siempre hago preguntas directas y trato de no presuponer. Porque no tengo la bastante experiencia o habilidad (o combinación de ambas) como para saber que lo que deduzco de las palabras y giros del lenguaje, de las metáforas, es lo cierto. Puedo equivocarme y de hecho me equivoco mucho. Pero durante un tiempo creí entender y no entendía.
Me acuso de haber hecho daño. Pocas veces a propósito (porque es curioso, si quiero hacer daño a propósito no me suele salir bien, pero he podido hacer daño cuando no lo pretendía con más facilidad de la esperada) pero ha sucedido. He hecho daño desconfiando de Begoña cuando me dijo que ofrecía libremente. He hecho daño a Isabel intentando saciar apetitos que con ella no podían ser saciados. Fui egoista con Charlotte llorando y pataleando queriendo obligar. Fui egoista con Roma por volcar en ella un amor adolescente y por ende egoista e inexperto, que cuando dice amar no era verdad porque no aceptaba ni entendía. He podido hacer daño a mis amigos llorando de más, uniendo al dolor real la exigencia de atención y hacerme notar hasta el punto de desesperarlos a veces.
Me acuso de no quererme. Y uno puede quererse o no en el sentido de decir "puedo ser mejor y no puedo amarme plenamente hasta que sea esa persona que quiero ser". Pero yo no me he querido por hinchar errores y fracasos, por pensar que sólo volcándome en otros y descuidándome podía ser feliz. Y ahora que pienso en mí, que me mimo un poco por dentro, que trato de ayudarme, descubro que se puede alcanzar la paz por dentro antes, durante o después de convivir con otros.
Me acuso de querer más de lo que se me ofrece. Esto no es tan grave, porque creo plenamente que debemos superarnos para llegar a más, venciendo barreras. Pero no intentar forzar lo que no puede ser, como quiso ser con la Estrella, que me ofreció su total amistad y quise su amor y su deseo.
Y habrá más errores, errores más concretos con nombres y lugares, pero por ahora está bien. Estos puedo asimilarlos y luchar por cambiarlos. Y cuando tenga más fuerzas, otros pocos. Y así sucesivamente.
Estos días no están mal. En algunos toco algo cercano a la tranquilidad. Sé que puede ser sólo un estado de ánimo temporal, pero a aprovecharlo mientras dure. Que no sólo os voy a decir siempre que me rompo por dentro, ¿no?
5 comentarios
Su -
Androgen a imaginate -
Y no voy a dejar de escribir, ni quiero dejar de seguir este camino, porq me siento BIEN :)
Otro abrazo igual para ti :)
Androgen a Mar de Calma -
Así que incluso si eliges no hacer nada, por convicción y por pensar que es lo mejor, también es bueno.
Lo malo es que muchas veces no podemos saber si hacemos bien o mal hasta mucho mas tarde :)
imaginate -
un beso de hermana mayor :)
un_mar_de_calma -
Un saludo