El ojo vigilante
(es el título de esta acuarela de Domingo delPino)
Hace unos días nuestra vecina llamó a la puerta. Es una mujer que roza los cuarenta. Lleva varios años en el edificio y es de tendencia reclusiva. Tardó mucho en empezar siquiera a saludar a la gente con la que se cruzaba. Sale poco de casa.
Tiempo después mis padres averiguaron el motivo cuando su madre vino para llevársela unos meses a vivir con ella. Algún problema mental, que precisa una medicación que ella había dejado de tomar y estaba en periodo de crisis y su madre se la llevaba para cuidarla. Dijo que había pensado vender el piso, pero que su hija, mi vecina, había insistido que no y al cabo de unos meses volvió a habitarlo.
Y pasó el tiempo y el otro día vino porque estaba en plena crisis de ansiedad y necesitaba hablar con alguien. Mi hermano y yo le abrimos la puerta y accedimos a charlar con ella un rato. Al final charlé yo. Porque tengo una amiga que pasó por eso hace un tiempo, los mismos síntomas. Una persona muy maja que ahora está casi curada porque quiso curarse, porque encontró un amor que la ayuda a curarse. Así que entoné casi un soliloquio monólogo hasta que se le calmaron los temblores y luego dijo que iba a hacer una llamada, supuse que a su madre, y volvió a su casa.
Hasta ahí todo normal (si, "normal" es la palabra que he usado y así me lo parece :) )
Pero hace dos o tres días llamó a la puerta de nuevo, quería preguntar si iría con ella a tomar un café por ahí y charlar. Dije que si.
Y luego vino el mosqueo de mi padre, los miedos de mi padre y mi hermano. Y en cierto sentido tienen razón y yo tal vez podría hacer con ella lo que hice con mi amiga hace tiempo, escucharla cuando lo necesitaba, intentar ayudarla con mis palabras, mis razonamientos. Pero no sé como decirlo sin que suene mal, pero es que no quiero. I. es mi amiga. Mi vecina no la conozco. Yo no puedo estar para ella 24 horas al día que es lo que necesita si está pasando una mala temporada, saber que tiene alguien de quien puede depender sin reproches, sin precios y con confianza. Así que tenía pensado ir con ella a tomar ese café pero decirle con amabilidad y razonadamente todo esto, que yo no puedo ser esa persona a la que sujetarse ("su confesor" dijo mi padre). Pero quería decírselo por las buenas, porque lo que no creo que necesite es que la grite una persona con miedo, como pretende hacer mi padre.
Me vestí a la hroa convenida pero ella no apareció, dijo que me vendría a recoger pero no lo hizo. Bueno. Yo no iba a ir a su puerta a preguntar.
Y esta mañana mi padre dice que se ha estado asomando por la puerta cada vez que oía un ascensor subir hasta el piso, aunque cuando mi hermano y yo volvimos de nuestro paseo matutino no se asomó, curioso.
Mi padre y mi hermano están asustados. Sobre todo mi padre, que es una persona que no se arriesga nunca, que quiere que la vida sea siempre plana y gris, que piensa que si no hace nada, si se queda quieto, si no conoce a nadie, no le va a pasar nada malo.
Tal vez reduzcas las posibilidades de que te pase algo haciendo eso, pero también dejas pasar totalmente la vida a tu lado, te pierdes el vivir.
Han estado toda la mañana buscando el teléfono de la madre de la vecina y no lo han encontrado, en estos tiempos de móviles ya no es seguro que el número de contacto de alguien aparezca en la guía... y ya han hablado incluso de llamar a la policía.
Y yo que soy el principal afectado por esa supuesta vigilancia, soy el que menos preocupado está, es curioso. Tal vez porque ya viví algo parecido, tal vez porque no estoy siendo consciente del peligro si es que este existe, pero las cosas son como son y prefiero antes de acojonarme, ver lo que pasa, hablar con ella para decirle suavemente que yo no puedo ser lo que ella pretende si es que eso es lo que pretende, y ver su reacción, antes de pensar en lo peor o tener miedo o tomar precauciones.
Aunque bueno, reconozco que están tan nerviosos que me lo están pegando... y eso me da rabia. Porque yo no estaba preocupado y ahora si lo estoy algo.
Veremos.
0 comentarios