Chema
No sólo era Chema, pero inevitablemente, para muchos niños ahora adultos, era Chema.
Había una vez un niño, algo rubio, de gesto serio. Que lloraba con facilidad. Un poco resabidillo. Que se consideraba más adulto de lo que era. Que se sabía el menor de cinco hermanos y se aprovechaba muchas veces de tal condición. Algo vaguete, aprobaba estudiando poco y con el mínimo esfuerzo posible. Le gustaba la gimnasia y le gustaba correr muy rápido, muy rápido, distancias pequeñas, pero no se le daba nada bien mantenerse en suspensión en las espalderas. Sacaba buenas notas en religión porque era casi todo de memorizar. Tenía miedo de Dios e iba todos los domingos a misa.
No era el mejor niño del mundo, ni el más estudioso, ni el que mejor se portaba. Simplemente era un niño. Otro más. Con sus sueños y esperanzas propios, con sus ilusiones, que si le decían qué quería ser de mayor pensaba en pintor, pero decía contable porque le había dicho que de mayor había que buscarse trabajos de los que poder vivir.
Y ese niño veía la televisión, una televisión con sólo dos canales. Y le mandaban a su habitación cuando salía algo picante en la tele y no le dejaban verla más tarde de las diez.
Y ese niño veía Barrio Sésamo. Como miles de niños que hoy son padres de familia o no, pero que recuerdan esos días, porque son sus días, su pasado, sus recuerdos de infancia. Recuerdan ese tren de la bruja que al final de los títulos de crédito corría hacia la cámara mientras manos de niños se asomaban por las ventanillas saludando.
Recuerdan a Gustavo el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, al Conde son su afición a contar, a los Nabucodonosorcitos que vívian en la maceta de la maravillosa pareja de amigos que eran Epi y Blas, recuerdan al pianista que nunca sabía como terminar sus canciones... Y recuerdan a Espinete, a Don Pimpón, a Ana, a Julián el quiosquero... y a Chema el panadero.
Chema el panadero era Juan Ramón Sánchez. Y Juan Ramón Sánchez ha muerto demasiado joven, como morimos todos, demasiado jóvenes. Pero en su caso además es verdad. 51 años tan sólo.
Músico en los años 70 en un grupo llamado "Red de San Luis", allí conoció a la que luego sería su mujer, Chelo Vivares. Y cuando esta empezó a trabajar portando el traje de Espinete en el programa infantil, animó a su marido a probar suerte y así Juan Ramón se convirtió en Chema el panadero. Y durante cinco años lo fué, hasta que el programa terminó, para dejar paso a otros programas infantiles.
Pero también trabajó en más cosas, por ejemplo como actor, participando en Los ojos vendados, de Carlos Saura, Matador de Pedro Almodóvar y Donde está el corazón, de Jhon Boorman. Además nunca dejó el teatro, ya fuera como actor hasta el 2006 o como propietario de la sala teatral Tribueñe en Madrid.
Y el 11 se nos ha ido. Otro día 11 maldito, como tantos otros para mí.
Si yo hoy tuviera un hijo, no entendería la lágrima resbalando por mi rostro. No. Ellos ahora tienen sus marionetas rolliguay políticamente correctas por necesidades de la sociedad. Tienen sus programas que vienen y van, que pasan con mayor velocidad de los que tarda en disiparse una risa. Tienen sus diversiones fuera de la televisión en un mundo veloz que deja atrás cada vez más rápido las cosas porque cada vez tienen mas hambre de estímulos.
No. El niño no lo entendería. No entendería el recuerdo del tiempo deteniéndose disfrutando con la maravilla con que nos pudiera sorprender un pogramilla de media hora de lunes a viernes. Un programa que hacía que todo pareciera divertido. Un programa que sin psicopedas ni psicólogos sabía hacer sonreir y reir y emocionarse. Simplemente con imaginación y ganas de hacer bien las cosas.
No entendería que desde que me enteré canturree "Panadero soy... porque se hacer pan... y otros con placer... se lo comerán..." y se me nuble la vista.
Pero no tengo un hijo. Sólo tengo recuerdos. Y los recuerdos son como la canción de la Serrat...
"Me gusta verlos pintarse
de sol y grana...
...volar...
...bajo el cielo azul temblar
subitamente y....
...quebrarse..."
Y lo que siento en mi interior es profundo, tremendo y sincero agradecimiento. Por los bailes, por las canciones, por el esfuerzo.
Por ese panadero, gracias Juan Ramón. Sé que eras mucho más que ese personaje, pero no puedo evitar recordarte con tanto cariño precisamente gracias a ese personaje.
Y buscando cosas para contar hoy, he visto que no soy el único que piensa así. Hoy hay muchos niños grandes que nos hemos quedado sin pan para el alma, ese pan que Chema hacía tan bien.
Gracias, de corazón, ¡grande!
(última aparición de Juan Ramón Sánchez en televisión en la gala "¿Cómo están ustedes?" en 2006
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