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El Salón de las Músicas Perdidas

CEDER, EQUIVOCARSE Y VOLVER A EMPEZAR

CEDER, EQUIVOCARSE Y VOLVER A EMPEZAR

 

 Dos meses y 3 días y cedí. Me llamó el viernes y se lo cogí, porque tampoco era cuestión de no cogerle el teléfono, eso sólo lo haría si la odiara.

 

 “¿Tú te das cuenta que te estoy dejando?” Esa fue la frase que inició la caída. Tras un poco de conversación insustancial me pregunta si quiere que quedemos y le digo que no. En su voz creo notar decepción y darse cuenta de qué va el asunto y entonces es cuando digo la frase, porque yo también me doy cuenta de algo de lo que no quería darme cuenta, pero estaba pasando: los dos meses no me han servido de nada positivo. No dejo de pensar en ella y sentir algo, da igual que la vea que no y estoy sufriendo. Así de simple. Dos meses de malestar, aburrimiento y depresión. Peor que si la veo, que el malestar, sufrimiento y depresión me dan sólo de vez en cuando y disfruto intensamente de los escasos momentos en que estamos juntos. Aunque claro, también soy consciente de que esa situación empieza a no llevar a ninguna parte y es sólo ver hasta cuando aguanto colgando del precipicio sujeto por los pulgares a la cornisa…

 

 Pero también pienso que si la vida es una mierda, algo malo que una vez al mes te haga sentir bien ya es un triunfo.

 

 Bueno, el caso es que a raíz de esa frase (si se había dado cuenta y algo se olía en este tiempo, aunque dudo mucho que lo haya pasado como lo he pasado yo) y de la siguiente conversación decido que al menos si se corta o se toma una tregua será en persona y quedamos.

 

 Y ahí ya la he cagado, porque al igual que su presencia real es lo único que me da algo de bien de vez en cuando, también me hipnoidiotiza y mis resoluciones flaquean, mis decisiones no parecen tan firmes y lo que siento hace que no me comporte racionalmente y mi cerebro se vaya a darse una vuelta por Villa Corazón.

 

 Le suelto todo lo que me preocupa y molesta, lo que he sentido estos meses, mis intenciones, mis dudas, mi dolor, mi no estar seguro que sea la mejor opción. Y más o menos quedamos en que vale, no estoy bien y ella me está dejando de hacer sentir bien y cada vez me hace sentir menos especial. Que puede que no le devuelva muchas llamadas a partir de ahora, que ella no quiere que deje de estar ahí para ella pero tampoco me dice lo que quiere, sólo lo que no quiere y es tener una relación conmigo o sentir algo más por mí.

 

 Y yo sigo mal, verla no me ha curado eso, así que no debe ser sólo el no verla lo que está haciendo que siga sin dormir más de 4 horas y me de pánico acostarme y lo haga sólo cuando ya no tengo más remedio.

 

 Al día siguiente me fallan los colegas y ante la perspectiva de pasar el fin de semana encerrado en casa la llamo para proponerle plan de películas y comida basura. Me dice que vale, pero que está en el pueblo cerrando cañerías y casa para pasar el invierno y que cuando vuelva en un par de horas ya  me llama. Cuatro horas más tarde la llamo y que todavía está en ello y que ya me llamará al volver si no es una hora intempestiva.

 Pasa el domingo y nada. Ni mensaje ni llamada ni nada.

 

 Y yo jodido pero menos. Porque estoy ya empieza a parecer una serie de risas enlatadas, en la que todo, al final, siempre es igual que al principio. Como acabó Friends, vamos, 10 temporadas para que al final los dos memos estén como al principio, incompatibles, absurdos y en una relación que han dejado y retomado tantas veces que ya ni emociona.

 

 Pues ahora el memo soy yo.

 

 El lunes le mando un mensaje muy amable y educado para que me devuelva cuando le venga bien la novela y el dvd que le dejé hace ya meses. Un paso previo a poder un día dejar de verla sin que eche de menos nada material, lo mismo que ella me dijo el viernes que hizo con su última relación, la del chico colombiano, cuando la última vez que quedaron buscaba ya un motivo para dejarle que él le dio sin muchos problemas.

 Yo ya suponía que captaría el fondo del asunto porque se apresuró como pocas veces había hecho antes a responderme afirmando lo que me sospechaba, que se había quedado en el pueblo todo el fin de semana y se le había acabado la batería y no me había podido responder. O podido o querido o acordado, porque en ese momento sí me estaba respondiendo contando lo que había pasado desde ese mismo móvil pero había tenido que escribir yo antes… y ya era bien entrada la mañana del lunes, o sea que claro, lo que tú digas.

 

 Así que ahora no tengo un plan como antes de “dejar de hablarla hasta que mis sentimientos cambien” sino que vuelvo al río, a dejarme llevar, a las rocas y las zarpas de los osos. Paso. Así de simple. Ni intento dejarla ni estar con ella. Ahora lo que centra mi vida es intentar volver a dormir más durante semana y no encontrarme tan hecho una mierda todos los días al forzar mi cuerpo más allá de los límites del descanso necesario.

 

 Ah, y descubrir por qué mierda es la segunda vez que sueño que tengo cáncer y me quedan sólo unos meses de vida…

2 comentarios

Androgen a María -

Si, desde luego según tu concepto del amor, lo estoy haciendo como el culo, no sólo desde hace 4 años, sino desde mucho antes.

María -

:)
más de 4 años han pasado y estamos en las mismas. Yo también he dejado a mi amor. Pero duermo bien porque hay un libro que tras cuatro páginas me deja K.0 técnico y dormir ayuda a no estarse obsesivo.

Mira una cosa, cuando te cuelgues de otra... le puedes volver a ofrecer tu amistad. Pero dados tus antecedentes, yo diría que como siempre entonces pasarás :)

Y es que uno es como es, y siente una perreta. NO amor, no amistad, Fernando. Reconócelo y acabarás ganando, por lo menos conciencia sobre ti.