Hasta los cataplines de la falomierdocracia
(dícese del modo de gobierno en el cual los seres humanos más gilipollas dictan las normas por el mero hecho de tener pene)
Casi todos los días hay algo que me enerva, que me cabrea, que me pone malo, en mayor o menor medida. Política basura valga la redundancia, abusos a inocentes e indefensos, nacionalismos de opereta, terroristas descerebrados de todos los credos y religiones, deportistas que se creen tan importantes como para no aprender cuando cerrar la boca en vez de usarla de improvisado ano, vividores de mundo rosa, psicópatas que piensan que por tener la fuerza tienen la razón para ser dioses, mi hermano cuando se pone pesado (aunque en esto muchas veces soy muy injusto)… en fin, la lista es larga y cada vez más, porque cada vez noto que tengo menos paciencia, que disparo más deprisa de lo que debo antes de pensar un poco más.
Pero hay cosas que son superiores a la paciencia de cualquier ser racional (y no digo “ser humano”, muchos humanos NO son racionales) y algunas en concreto me hacen tener ganas de morder la pared, dar puñetazos a una piedra y/o arrancarme el colgajo de carne que me distingue como de un género en concreto.
Tras hablar de la mujer cuyo marido ha asesinado (61 en lo que va de año y sigue contando…) el telediario pasa a mostrar un reportaje perteneciente a una serie de ellos que están haciendo en Nepal, y en el reportaje de ese día hablan de la situación de las mujeres nepalíes que están sufriendo la menstruación… porque en ese país, a las mujeres que están teniendo la regla las obligan a encerrarse en el corral, con los animales, mientras les dura el sangrando. No pueden hablar con nadie, no pueden ser miradas por hombre ni mujer ni niño y no pueden salir del recinto oscuro, pequeño y mal ventilado hasta que les termine el periodo.
Porque en ese país consideran la menstruación es impura, y por ende la mujer mientras la sufre.
Y la mujer del reportaje mira a través de un agujero en la pared tratando de ver a su hijo de un año, de vislumbrarle un segundo, mordiéndose los labios por no poder llamarle, por no poder hablar, preocupada por su hijo, por si estará siendo bien cuidado (que lo es, por su abuela y su tía, la solidaridad femenina a veces es estremecedora). La mujer no debe tener más de veintiocho años, y le esperan años y años de pasar todos los meses por esa situación. A ella y a todas las mujeres nepalíes que viven en el campo (ignoro si existe la misma costumbre en las ciudades nepalíes, tal vez en ellas las encierran en la buhardilla en vez de en la cuadra…)
La mujer mira a la reportera que está hablando de su situación y a la cámara con una mezcla de alivio por ver a otro ser humano y vergüenza por que es lo que le han enseñado a sentir mientras sufre un proceso totalmente natural de su cuerpo, algo de lo que no debería avergonzarse en absoluto.
Y al ver esa mirada me dan ganas de morder el periódico hasta destrozarlo en trozos…
En vez de eso vuelvo a leer en el magazine del fin de semana de ese periódico un artículo sobre una mujer, una anciana de 82 años que no aparenta, una mujer con aspecto de dulce abuelita que ejerce de médico en Etiopia. La australiana Catherine Hamlin llegó en 1959 a Etiopia junto con su marido, también médico y su hijo de seis años. Iban a trabajar durante tres años en ese país, ejerciendo de cirujanos. Y al llegar al hospital donde estaban asignados, el director les habló del gran problema que existe en Etiopia con las fístulas.
Una mujer etiope bien alimentada es esbelta y alta, más alta que una europea. Pero hay pocas mujeres etíopes bien alimentadas. Las más, sobre todo en las zonas rurales, sufren de desnutrición. Como no hacerlo en un país que pasa por una casi constante hambruna desde hace décadas, y en el cual además, a pesar de que su trabajo en el campo, la casa y el acarreo de agua es brutal y continuo casi sin descanso y desde una edad muy temprana, la tradición dicta que las mujeres y las niñas TIENEN QUE COMER LAS ULTIMAS, tras los hombres, los ancianos y los niños.
A resultas de todo esto, la mayor parte de las mujeres en Etiopia ven interrumpido su crecimiento. Tienen cuerpos de chicas de catorce años, o incluso más pequeñas. Y siendo aún niñas son casadas por sus padres. Siendo de edad unas niñas y de cuerpo más pequeñas aún, se las deja embarazadas. Lo usual es que cuando llega el momento del parto, el bebe sea demasiado grande para que ellas puedan darle a luz. Los hospitales están lejos, a dos días o más de camino andando, y una embarazada pocas veces puede ir a alumbrar a uno, sobre todo porque aunque esté en su noveno mes de embarazo, tendrá que seguir trabajando sin parar. Así que sin ninguna ayuda profesional, debe dar a luz, ayudada lo poco que pueden ayudarla por otras mujeres. Muchos partos duran días. Hasta quince días. Porque el bebe no puede salir. Y muchas veces el bebe no sale hasta que, habiendo muerto en el primer día, el cadáver se agosta lo bastante para ser expulsado. Para entonces hay un grave daño hecho. Al intentar salir, el bebe ha dañado tanto el tejido alrededor de la pelvis que muchas veces se produce un agujero en las paredes de la vagina y a su vez otro en las de la vejiga e incluso del final del intestino. Con lo cual las heces y la orina empiezan a salir por donde no debe. La mujer se orina y defeca encima. La situación es terrible y el marido las suele expulsar de casa por el olor y el desprecio que siente por ellas. A veces las acoge de nuevo su familia, a veces no. En todo caso serán unas apestadas para toda su vida, rechazadas por la sociedad, por los familiares, por todos. Vivirán en la mendicidad, o en la oscuridad de las habitaciones más aisladas de la casa, con problemas de salud, de higiene...
Sin nadie que las ayude.
El problema de la fístula es una de las cosas que los médicos en Etiopia, foráneos o extranjeros, tratan de paliar. Y a eso se dedica la doctora Hamlin desde hace cuarenta y siete años. Hay un trozo en el artículo que me hace estremecer: "Muchas de las mujeres que llegan al hospital salen de una larga e insoportable marginación, y aquí, por vez primera, alguien se ocupa de ellas, les habla, les sonríe, las toca."
Una operación para solucionar la fístula cuesta 300 dólares y se cura en una semana. Hay mujeres que llevan decenas de años sufriendo porque nadie las llevó al médico, porque a quien debía quererlas no les importaba lo que les pasara, sólo que obedeciera.
Mierda de tradiciones. Mierda de sociedades. Mierda de mundo. Mierda de todo.
Mierda de toda religión que subordina a un papel de obediente y callada, de ser inferior, a una parte de las personas. Normalmente las mujeres. !Qué pocas religiones ha creado una mujer, si es que hay alguna... cómo se nota quienes fueron los profetas de todas: hombres¡ Las tradiciones han tenido su momento y su contexto de creación. Que se meta quien quiera con la civilización, con el avance científico, que reivindiquen las virtudes de la vida sencilla y rural, pero muchas tradiciones de mierda, denigrantes, insultantes, estúpidas, han sido barridas como merecían por el progreso. Aún quedan muchas, y algunas cosas buenas también habrán sido barridas, pero en ese aspecto el balance es positivo para el progreso.
Y mierda de hombres. Mierda de machitos. Mierda de violentos creídos malnacidos hedonistas descerebrados que siguen pensando que mayor masa muscular y poder mear de pie les da derecho a destrozar la vida de las mujeres y encima les hacen creer que han de ser felices así porque así es como tiene que ser... Estúpidos ignorantes que no quieren darse cuenta que lo único seguro en tu vida es quién es tu madre; cuántas mujeres en la historia, cuando imperaba esa regla contra toda lógica biológica de que el linaje era tan importante trazarlo por los varones, se habrán reido en sus últimos momentos al pensar que el hijo que ese hombre asqueroso pensó era su sucesor, su sangre, su descendiente, en realidad es de otro y que sus genes, su sangre, su linaje, acabarán con ese hijo que aunque lleve su apellido no será su hijo genético... Triste y pequeña venganza que no compensa muchas vidas de sufrimiento.
Y cuando más asco me da pertenecer a este género canalla, embrutecido, infraanimal, sigo leyendo. Y la dulce cirujana Hamlin dice que pronto podrá descansar junto a su marido. “Estará bien” reflexiona con un cierto deje de cansancio. Porque el doctor Reg Hamlin murió en 1993, tras 34 años empleados en la misma tarea que su mujer. 34 años operando, curando a esas mujeres desamparadas. Iban a quedarse tres años, pero estoy seguro que lo hablaron, reflexionaron y decidieron JUNTOS quedarse para siempre en aquel lugar realizando una tarea que sabían valía la pena, que había que hacer, que aunque haya habido muchos sinsabores, seguro les ha dado también muchas alegrías. Puedo imaginar a las mujeres etíopes mirando asustadas a ese hombre tal vez de ceño adusto, tal vez de boca amable, que las miraba, las atendía, las tranquilizaba y finalmente hacía magia con sus manos a través de bisturí y anestesia y les devolvía la vida. Y seguro que esas mujeres vivieron pensando que tal vez no todos los hombres son malos, que hay más hombres en el mundo como ese doctor que les sonreía. El doctor Hamlin está enterrado en Etiopia, en la misma tierra en la que decidió que estaban su deber y su vida. El y su mujer se respetaban, se querían, se amaban y se tenían por IGUALES. No superiores uno al otro, como machistas y feministas se empeñan en ser, sino dos almas igual de brillantes y magníficas. Un hombre que dedicó su vida a curar a las mujeres.
Y también sale en televisión el más reciente Premio Nóbel de la Paz, un hombre de Bangladesh de sonrisa contagiosa y cabellos grises, Mohammed Yunus, un hombre que presta dinero sin intereses a grupos, mayoritariamente femeninos, porque afirma que las mujeres saben administrar y emplear mejor el dinero cuando hay poco, y ellas demuestran que tiene razón con un 97% de devoluciones, créditos sin límite de tiempo en la devolución y sin actuar contra quien termina por no poder devolverlo. ¿Y sabeis qué dijo cuando se enteró del premio?
“Es un premio para todas las mujeres”.
No para sí mismo. No se considera el artífice del éxito del banco de microcréditos, no considera que haga nada digno de ser alabado. Solamente confía en la voluntad de las mujeres, las considera sus iguales. Las trata como personas.
Y ya no me arrepiento de ser hombre. Porque hombres como el doctor Hamlin y el señor Yunus hay muchos, aunque siempre hagan más ruido los que son repugnantes. Tener pene o vagina no determina la calidad interior, no nos empuja a comportarnos de una manera justa o injusta. En nuestra voluntad está el enfrentarnos a lo que vemos que está mal, a lo que sentimos que es incorrecto, aunque nos digan religiosos, tradicionalistas o simples matones que sí que está bien.
Por eso quiero seguir siendo hombre. Porque hay mujeres maravillosas en el mundo. Por eso quiero que ninguna mujer se arrepienta de serlo. Porque hay hombres maravillosos en el mundo. Hay personas fantásticas por ahí fuera. Y yo me sentiría tremendamente orgulloso de poder hacer aunque fuera una mínima parte de lo que han hecho por la igualdad el doctor Hamlin y la doctora Hamlin y el señor Yunus y tantos otros, famosos o anónimos, día tras día.
Y luchar siempre, con lo menos con mi actuación personal en mi ámbito, por la IGUALDAD. Porque entre iguales las cosas van de otra manera, muchas veces mejor.
Y eso me ayudó a entenderlo mejor una mujer, una dragona.
11 comentarios
Noamanda -
Africa, por ejemplo, está predestinada a desertizarse por el cambio de clima, cuando la población se vaya distribuyendo por Europa y se inserten, entonces les podrás pedir el cambio de actitud, las creencias por religión son malísimas, y algunas de las que has puesto, lo son.
Saludos
Androgen a un_mar_de_calma -
Un abrazo :)
Androgen a kasandra -
Dos besazos
Androgen a Noamanda -
Y la antropologia es una excusa, que aquí también estuvimos así y lo hemos dejado atrás, todo los seres humanos llevamos poblando el planeta desde el mismo número de siglos, posibilidad de avanzar la tiene todo el mundo, y si aquí pudimos, ellos también pueden, pienso.
Un saludo :)
kasandra -
un_mar_de_calma -
HAce tiempo que aprendi que nos quejamos mas por la lastima que nos damos que por la realidad que nos acompaña.
siempre he respetado la postura que cada uno tiene ante la vida. Pero reconozco me cuesta entender que nos quejemos y no pongamos remedio, cuando con las cosas sencillas del dia a dia se podria empèzar a solucionar muchos cuaestiones.
unsalduo y que tengas una buena semana
Noamanda -
De todas formas, seguro que con la concienciacion social que tienes, más tarde o más temprano participarás en algún proyecto de ayuda. Mientras tanto; sigue creciendo en este aspecto y no será tiempo perdido :)
Saludetes!
*mira el tema de las fístulas se me quedó en el aire hace ya, para subirlo al blog. En ese sentido, sólo puedo decirte que no estamos capacitados para entender antropológicamente hablando a esas civilizaciones. De todas maneras, gracias a qién sea" pues ya están avanzando en esos temas;)
Androgen a sabbat -
¿Eso se puede aprender?
Un abrazo.
Androgen a un_mar_de_calma -
Así de simple. Me ha costado mucho tiempo reconocer que soy un cobarde y un cagao y un vago redomado al que le cuesta un triunfo hacer algo que sabe que está bien pero que va a resultar en un gran esfuerzo.
No tengo en absoluto ningún espíritu de sacrificio, con lo que podemos afirmar que soy un egoista.
Y lo más triste es que considero que tengo otras prioridades en mi vida, unas importantes y otras no, antes que la de adquirir algún espíritu de sacrificio.
No soy una buena persona. Tengo dentro a un tipo qe se queja ante las injusticias, que se duele, que patalea... y una voluntad de mierda que me evita hacer nada por cambiar las cosas.
No es algo agradable de sentir, pero es lo que hay en este momento, tal vez cambie algún día.
Lamento la decepción, no es mayor que la que siento por mi mismo cuando pienso en estas cosas.
Un saludo.
un_mar_de_calma -
Por otro lado la igorancia existe en el primer mundo como el tercero.No por ser mas civilizados somos menos ignorantes.
Un fuerte abrazo. Pasa unbuen fin de semana y descansa.
sabbat -
Un beso.
(el artículo me ha parecido, ya sabes, acojonante y tu preocupación social... y a ver porque a ti nunca te ha dado por estudiar algo donde puedas ayudar a tu prójimo activamente. Creo que hubieras sido muy feliz... todavía estás a tiempo. Ya sé que ahora no pero quizás más adelante, cuando sigas tan amable pero menos estresado :)
Y un abrazo