Frío entrando por la ventana
Mientras pongo la mesa robo un trozo de bonito de la ensaladera, de entre las hojas de lechuga. Voy a comerla en unos minutos, pero ese trozo sustraido tiene algo de especial. Como un niño que no quiere esperar, aunque yo sé esperar, así que no es eso. Pero lo saboreo, el fuerte sabor del aceite, el regusto que deja en mi paladar.
Mi madre hace una broma a costa de mi padre y me mira cuando me río sin disimulo y se une a mi risa mientras mi padre bufa. No me importa que bufe, ha refunfuñado mientras pasaba la aspiradora, ha refunfuñado cuando mi madre ha comentado que quería acompañarme el largo camino a la facultad a recoger el título (iba a ir hoy, pero no he podido) haciendo una de sus ingeniosas (sólo él lo cree que lo sean) comparaciones con una gallina clueca, cuando lo que mi madre quiere es andar, dice que anda poco, no me extraña con tanta variz y los pies tan torcidos por los juanetes, pero sabe que tiene sobrepeso y aunque ha renunciado a bajarlo, quiere al menos mantenerlo y que no aumente.
Así que me río sin disimulo de la broma. Antes cuando mi padre gruñía con el acompañamiento de la aspiradora he hablado suave, sabiendo que mantener la calma le molestaría. Mis palabras eran suaves puñaladas a su mala leche. Y me gusta que lo sean, sobre todo cuando se pone cavernícola. Es como un adolescente de setenta años (casi, casi, sólo tres años para eso), ese comportarse adolescente donde uno siempre tiene razón, sus opiniones son certeza universal y además se cree gracioso. Los dos extremos de la vida. Tras la infancia viene la adolescencia. Antes de la vejez, viene la adolescencia madura. Ambas igual de insoportables.
Hoy siento algo raro al respirar. El aire me huele espeso. Y frío. Ha enfriado y a ratos noto la amenaza del catarro. Tanto cambio de tiempo es malo, malo para el cuerpo y malo para el ánimo, aunque no estoy desanimado.
Durante un rato siento que lo que más deseo en este día es escribir. Beber agua y luego escribir. Hacer el amor con Iris y luego escribir. Quedarme en silencio unos segundos y luego escribir. Respirar y luego escribir. Escribir escribir, hoy todo me parece fantástico si soy capaz de escribirlo, todo lo que hago está siendo escrito en mi mente, le doy forma de párrafo en el blog. Y sé que antes de poder escribirlo se me olvidará la mayoría. Pero no importa, si lo escribo en mi mente algo quedará.
Hoy quiero tener los ojos brillante, enamorar locamente por un día al aire, a la luz y a todas las mujeres del mundo. Tener una sonrisa que desmonte esquemas. Dibujar el sentido de palabras que hagan sonreir, pensar, llorar, soñar...
Me miro mis manos. Hoy querría hacerme fotos de mis manos barajando el tarot, entrelazándose, tecleando, acariciándose la una a la otra. Hoy me gustan mucho mis manos. Su tacto, sus dedos bailando en el teclado, su vello en el dorso, las uñas...
Hoy me siento como si estuviera respirando pensamientos perdidos, músicas perdidas, sueños perdidos, besos perdidos... perdidos u ofrecidos al viento para disfrute del que los quiera recibir.
Gracias a quienes los hayan mandado al azar.
Escribo antes de buscar foto para encabezar el post, no suelo hacerlo así. Y también suelo responder antes a los comentarios de post anteriores, y hoy también cambio la rutina y los respondo después.
Día raro, el viento se cuela por la ventana abierta y me araña la espalda. La cierro pero sé que la abriré en breve a pesar del frío, el ordenador da demasiado calor en mi pequeño habitáculo. Y cogeré ese catarro que me acecha.
Tiempo extraño, tiempo raro. Aunque no me gusten Las Niñas debo coincidir con ellas.
Mi madre hace una broma a costa de mi padre y me mira cuando me río sin disimulo y se une a mi risa mientras mi padre bufa. No me importa que bufe, ha refunfuñado mientras pasaba la aspiradora, ha refunfuñado cuando mi madre ha comentado que quería acompañarme el largo camino a la facultad a recoger el título (iba a ir hoy, pero no he podido) haciendo una de sus ingeniosas (sólo él lo cree que lo sean) comparaciones con una gallina clueca, cuando lo que mi madre quiere es andar, dice que anda poco, no me extraña con tanta variz y los pies tan torcidos por los juanetes, pero sabe que tiene sobrepeso y aunque ha renunciado a bajarlo, quiere al menos mantenerlo y que no aumente.
Así que me río sin disimulo de la broma. Antes cuando mi padre gruñía con el acompañamiento de la aspiradora he hablado suave, sabiendo que mantener la calma le molestaría. Mis palabras eran suaves puñaladas a su mala leche. Y me gusta que lo sean, sobre todo cuando se pone cavernícola. Es como un adolescente de setenta años (casi, casi, sólo tres años para eso), ese comportarse adolescente donde uno siempre tiene razón, sus opiniones son certeza universal y además se cree gracioso. Los dos extremos de la vida. Tras la infancia viene la adolescencia. Antes de la vejez, viene la adolescencia madura. Ambas igual de insoportables.
Hoy siento algo raro al respirar. El aire me huele espeso. Y frío. Ha enfriado y a ratos noto la amenaza del catarro. Tanto cambio de tiempo es malo, malo para el cuerpo y malo para el ánimo, aunque no estoy desanimado.
Durante un rato siento que lo que más deseo en este día es escribir. Beber agua y luego escribir. Hacer el amor con Iris y luego escribir. Quedarme en silencio unos segundos y luego escribir. Respirar y luego escribir. Escribir escribir, hoy todo me parece fantástico si soy capaz de escribirlo, todo lo que hago está siendo escrito en mi mente, le doy forma de párrafo en el blog. Y sé que antes de poder escribirlo se me olvidará la mayoría. Pero no importa, si lo escribo en mi mente algo quedará.
Hoy quiero tener los ojos brillante, enamorar locamente por un día al aire, a la luz y a todas las mujeres del mundo. Tener una sonrisa que desmonte esquemas. Dibujar el sentido de palabras que hagan sonreir, pensar, llorar, soñar...
Me miro mis manos. Hoy querría hacerme fotos de mis manos barajando el tarot, entrelazándose, tecleando, acariciándose la una a la otra. Hoy me gustan mucho mis manos. Su tacto, sus dedos bailando en el teclado, su vello en el dorso, las uñas...
Hoy me siento como si estuviera respirando pensamientos perdidos, músicas perdidas, sueños perdidos, besos perdidos... perdidos u ofrecidos al viento para disfrute del que los quiera recibir.
Gracias a quienes los hayan mandado al azar.
Escribo antes de buscar foto para encabezar el post, no suelo hacerlo así. Y también suelo responder antes a los comentarios de post anteriores, y hoy también cambio la rutina y los respondo después.
Día raro, el viento se cuela por la ventana abierta y me araña la espalda. La cierro pero sé que la abriré en breve a pesar del frío, el ordenador da demasiado calor en mi pequeño habitáculo. Y cogeré ese catarro que me acecha.
Tiempo extraño, tiempo raro. Aunque no me gusten Las Niñas debo coincidir con ellas.
2 comentarios
Androgen a Imaginate -
Hoy miraré y escucharé y sentiré el viento de otra manera, de una manera especial :)
Un beso
imaginate -
Yo te fotografío el cuerpo y tú a mí el alma :))
muchos besos con viento, de viento, al viento ;)