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El Salón de las Músicas Perdidas

El final de una etapa

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Bueno, ya es oficial.

 

Terminé en el trabajo. Vuelvo a ser un parado.

 

Y no negaré que andaba tristón estos días, que el fin de semana fue malo porque la tristeza que me invadía poco a poco me afectó también a más aspectos de mi vida y dudé, fallé y me equivoqué.

Pero las cenizas se posan y los fallos de hace unos días no son el final. Sigo adelante, paso a paso porque las cenizas se enfrían y ya puedo caminar otra vez. Porque sé a donde iba y lo que quería y sigo sabiéndolo. Ahora he creado un faro en la lejanía, mi Torre Oscura y voy hacia ella, sin revólveres mágicos, sin poderes, sin introspección, sin saber... simplemente paso a paso...

 

Ha terminado una gran etapa de mi vida. Un gran momento. Cinco meses buenos, incluido el mes que no lo fue. Porque si lo demás fallaba tenía el trabajo, tenía la sensación de ser útil, el bienestar de unos compañeros que ayudaban, no que sobreprotegieran, simplemente que aceptaban como era y desarrollaban la paciencia justa y la presión justa. Un lugar donde el tiempo no pasaba como una losa, sino como segundos. Me sirvió para hacer más llevaderos malos momentos.

Un buen lugar. Un trabajo tranquilo. Una buena gente.

 

No quiero olvidar los nombres. Sonia, Paloma, Nieves, Victor. Los escribo porque no quiero olvidarlos, porque los recuerdos son sobre caras, sobre sensaciones, sobre el paso tranquilo de las semanas. Pero los nombres pueden difuminarse y ni eso quiero olvidar.

 

Ni olvidar que durante estos meses, he podido ser feliz.

 

Y ahora a esperar. La bolsa se mueve poco ahora, por las reconversiones de las consejerías, por toda la gente que ahora se ha quedado sin trabajo y estarán delante mío en la lista. En febrero tengo una oposición difícil que después de cinco meses sin estudiar no voy a sacar, pero me servirá para volver a estudiar un poco y recuperar lo poco que había avanzado y así a lo mejor ir más adelante. Y luego lo que venga. Ahora la incertidumbre otra vez de cuándo me llamarán, para donde me llamarán, quíen encontraré ahí y cómo me llevaré con ellos y qué es lo que tendré que hacer y si me gustará.

 

Pero el buen recuerdo no me lo quita nadie. Y sería injusto sentirme triste porque ya no esté ahí. Es normal que después de este tiempo y este sentir esté un poco así asá, pero quiero seguir adelante. Y que esto haya sido un peldaño para arriba.

 

Gracias de corazón a la gente que encontré y compartió conmigo estos cinco meses. Ahora, nuevos retos.

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