A CUESTA DA MORTE DO GARAJE
Todos nos preguntamos alguna vez quien diseña los garajes de las casas. Por qué son tan complicados y por qué “esa columna que tú ya sabes” como decía el anuncio parece que se mueve para hacerte más difícil esquivarla…
Mi garaje no es una excepción. A su estado de suciedad y aparente abandono estético (aparente y real) se unen unas oportunas columnas que parecen puestas por un aficionado al esquí de eslalon para obligar a los conductores a andar con mil ojos para no rayas la pintura. La verdad es que a veces me pregunto si a ningún arquitecto se le ocurre que tal vez para los garajes serían más adecuados unos hermosos arcos, como en las iglesias y catedrales, para sostener los techos y el edificio y tal vez hacer la vida más fácil a los conductores.
Queda añadir comentarios sobre las cuestas de salida/entrada. Mi garaje no es una excepción. Hay una empinada aunque corta cuesta en la entrada. Conozco garajes en los cuales hay que hacer un giro de 180 grados en cuesta progresiva para entrar, aumentando el riesgo de roces contra las paredes. Y en los garajes de varios pisos hay que tomar varias veces las cuestas, poniéndolo peor todavía. El otro día vi cerca de casa de un colega un garaje que estaba a ras de la calle y pensé que debe ser una preocupación menos en la vida tenerlo así, tan a mano, tan bien puesto…
El caso es que en esa cuesta de mi garaje tuve mi primer accidente.
Bajé con mi hermano mayor el sábado después de comer para que me enseñara/ayudara a sacar el coche, para practicar, porque siempre en mi casa se ha dicho que salir de ese garaje tiene truco. A mi hermano le costó varios rayones y golpes con el coche familiar hasta que aprendió a hacerlo bien y mi hermana nunca fue capaz de sacarlo ella sola. Y yo ya descubrí que esa fama malhadada es merecida. Me quedé a mitad de la cuesta de salida con el motor calado, el coche se fue para atrás a pesar de estar pisando el freno (con la impresión del momento no debí pisar del todo a fondo como marcan los cánones) y encima en los nervios del momento moví un poco el volante haciendo que el coche no rodara hacia atrás recto hasta el final de la cuesta que hubiera supuesto un intento fallido y nada más, sino que me metí contra la pared y destrocé el retrovisor lateral derecho a la vez que iba produciendo un hermoso esbozo de cuadro de Picasso a base de rayones en la chapa. De color amarillo, como la tubería de gas contra la que estaba rozando (si, mi garaje tiene una tubería de gas al aire en la zona de la rampa de salida, uno de los sitios más complicados de pasar… alguien fue muy muy listo en el diseño. Al menos está bien reforzada, supongo que porque sabían que la gente se iba a ir contra ella muchas veces…). Tuvo que sacarlo mi hermano del lugar donde se había quedado encajonado y finalmente pudimos valorar los daños.
Luego lo sacó él del garaje para ver si había algún problema con el coche y al volver lo volví a intentar yo. Al cuarto intento logré sacarlo y dar una vuelta a la manzana y luego volver a meterlo bien en el garaje. Parece que tengo problema con las salidas pero no con las entradas… (chiste patético a cuenta de mi escasa vida sexual y mi calvicie…)
Obviamente, no me hizo ninguna gracia ni ayudó a mi autoestima el asunto… Ya asumía al comprar el coche que los rayones iban a ser frecuentes, por eso lo compré cutre de segunda mano. Pero lo de reventar un retrovisor la primera vez que cojo el coche en serio, pues como que no lo esperaba. Me pasé el fin de semana depre, lo que no quitó que el domingo, haciendo gala de mi cabezonería, cogiera otra vez el coche, esta vez sólo, y no parara hasta que lo saqué (al quinto intento, volviendo a bajar la cuesta marcha atrás calado tres de las veces pero esta vez con el volante firme, recto y sin rozar las paredes), dí una vuelta de cinco minutos sin alejarme demasiado de casa, calándome en un semáforo y rozando un poco al entrar en el garaje el portón de entrada. Así que un poco menos nervioso pero sigo estándolo y mucho. Todavía tengo mucho que recorrer con el coche hasta estar cómodo. Y esa rampa de salida la tengo atravesada…
En otro orden de cosas, el accidente sirvió para que volviera a hablar con N., al pedirle ayuda con qué tenía que hacer ahora para arreglar el retrovisor roto. Igual de lo malo, del accidente, surge algo bueno y volvemos a retomar el contacto frecuente…
Sigo pensando que no tendría que ser así. Que las cosas podrían ser más fáciles y que no tienen que pasar grandes o pequeñas tragedias para encontrar una excusa para que sea más fácil volver a hablar, pero bueno, así es la vida y así hay que cogerla y aprovechar las oportunidades que surgen cuando surjan, por leves que sean.
Veremos.
1 comentario
La Dama Oscura -
Bueno, si te sirve de consuelo, yo me comí varias veces la columna del garage también, cuesta cogerle el truquillo a los garages, pero es cuestión de práctica, así que no desesperes ni te deprimas, y cuanto más confíes en ti mismo cuando te montes en el coche mejor.
Un besazo.