Blogia
El Salón de las Músicas Perdidas

CUITAS MEDICAS Y DE OTRA INDOLE

CUITAS MEDICAS Y DE OTRA INDOLE

 

 El jueves pasado ingresé a mi madre en el hospital.

 

 Obviamente un inicio así necesita unas cuantas puntualizaciones.

 

 Ella llevaba unos días quejándose de un dolor agudo en una pierna que no la dejaba estar cómoda de pie o sentada o tumbada en ciertas posturas. Finalmente tras cuatro días con ese dolor sin que remitiera y pasar una noche entera en blanco sin poder dormir, añadido a una mancha cárdena en expansión que le salió en la cara interna del muslo donde el dolor nacía, se decidió a ir al médico.

 Que mi madre, con toda su fobia y aversión a los procedimientos médicos (que no a los doctores, no tiene nada en contra de las personas hasta que le recetan el uso del bisturí o tratamiento largos y molestos) decida por motu propio ir a consulta, es tan inusual como preocupante.

 Y en efecto preocupante fue, cuando volvió contando que le habían dicho que fuera a urgencias para que la hicieran pruebas y análisis, porque necesitaban saber ya los resultados y por urgencias salen más rápido, ya que podía ser o una flebitis o una trombosis (miro ahora la Wikipedia para ver los detalles y veo que la diferencia es que en el primer caso se produce la inflamación de una vena y en el segundo es la oclusión de una válvula ventral o vena debido a un coágulo, las similitudes es que en ambos casos puede producirse una disminución o detención del riego sanguíneo provocando infartos o secuelas graves en los miembros u órganos afectados, espero haberlo leído, entendido y resumido correctamente) y siendo un caso u otro la medicina y tratamiento a aplicar eran distintos y mutuamente perniciosos si se aplicaba el incorrecto.

 

 Así que debido al Igualatorio que mi hermana está pagando a nuestros padres desde hace años, debía acudir al Centro Médico (saliendo de Oviedo al lado del colegio donde durante 14 años acudimos yo y tres de mis hermanos en rápida sucesión) para hacerse dichas pruebas. Teniendo coche y queriendo estar al tanto de lo que pasaba aunque la verdad es que en el momento estaba tranquilo ya que supuestamente era sólo para hacer pruebas, lo de urgencias como dije era por necesitar rapidez en los resultados, me ofrecí a llevarla a ella y a mi padre en coche, que coñe, para eso lo tengo.

 Llegando sin problemas con la guía en plan gps un poco gritón y nervioso de mi padre, la cogieron nada más llegar ya que no había nadie más. Tras una cierta espera pues nada, que la tienen que ingresar porque es una trombosis y aunque ha ido pronto a mirársela y no parece existir riesgo grave, la medicina recomiendo seguimiento atento de la evolución del asunto. El asunto era que la iban a poner anticoagulante en la zona concreta para ver si deshacían  el coágulo y sino habría que operar para retirarlo la semana siguiente o antes si pasaba cualquier cosa mala.

 

 Así que por lo menos ese día debía dormir en el hospital, que ya era por la tarde cuando la llevamos, así que decir como hice al principio que “la ingresé” es un poco exagerado… la ingresaron los médicos, yo sólo la llevé.

 

 Volviendo a casa la verdad es que no estábamos demasiado nerviosos, los médicos habían tranquilizado la cosa y salvo por el dolor que ella sentía en la pierna tampoco parecía tan grave. Ni siquiera avisamos al resto de la familia, pensando que si al día siguiente estaba en casa tampoco íbamos a gritar que venía el lobo. Y aunque luego nos enteramos con más detalle de lo de las medicinas para deshacer el coágulo que iban a tardar un tiempo en actuar y que iba a estar más de un día ingresada, en el momento no lo sabíamos así que pensamos que sería cosa de un día.

 

 Obviamente no fue así, pero ahora voy a ello.

 

 Volviendo del Centro Médico me inquietó un poco cuando mi padre musitó algo así como “y esto es lo que nos queda a partir de ahora”, refiriéndose a que tanto él como mi madre tienen más de 70 años, aunque no tengan nada grave están mayores, gastados físicamente y con ciertos achaques que obviamente no van a mejorar sino que con mala suerte incluso irán a peor. Hasta ahora nos hemos librado bastante de todos estos temas. Ninguno ha precisado ingreso largo o frecuente, mi padre una vez por una piedra de riñón especialmente ponzoñosa y remisa a salir y estuvo sólo una tarde ingresado y mi madre como ya he dicho es medico-fóbica y aunque necesitaría operar juanetes bastante pronunciados en ambos pies y quitarse o reducirse las varices que la aquejan desde hace más de 20 años en ambas piernas para poder mejorar su calidad de vida, a menos que sea absolutamente imprescindible no va a ponerse en manos de cirujanos ni jarta de tintorro.

 Pero eso se acaba. Esto nos hace ser conscientes de que el tiempo pasa y la mortalidad es algo inherente al ser humano, precedido por tormentas ocasionales de dolores y enfermedades y accidentes. Es algo que ya me venía preocupando desde hace un año o dos, ver a mis padres tan mayores. Ahora su salud empieza a decirme que tenía razón, cosa que en este caso concreto no me mola nada. Es curioso que últimamente sólo tengo razón en pensamientos, suposiciones y predicciones malas para mí, casos en los que preferiría haberme equivocado.

 

 Al día siguiente subió mi padre por la mañana en bus (hay uno accesible pero sólo cada hora así que hay que planear el traslado con cuidado para no tener que esperar demasiado, ya que los días de diario yo tengo que trabajar y a menos que sea algo grave no me dan permiso para ausentarme) y a la hora de comer nos comentó que iba a tener que estar ingresada varios días. Mi hermano que trabaja en el colegio de profesor ya se había pasado y se había enterado antes del asunto de la permanencia y había avisado a los demás de la familia antes que mi padre. Así que se montó un revuelo como en un gallinero, con mi hermana y mi tía viajando a toda prisa para venir y mi otro hermano gruñéndonos porque no le hubiéramos avisado el día anterior aunque sólo fuera para un día, todos comportándose como si fuera una enfermedad grave y hubiera que acudir a su lecho de dolor o de (madera madera yuyu yuyu) muerte. Y los médicos le dijeron a mi padre que podía ser grave si no se trataba, pero ahora que se estaba tratando que no nos preocupáramos que lo tenían controlado, que ya se que no son infalibles pero todo parecía indicar que no era para revolucionarnos enteros, pero bueno. A veces somos una familia de reacciones exageradas, o al menos me lo parece a mí, igual es que yo soy el desnaturalizado…

 

 Durante cinco días seguidos aprovecho el uso del coche para subir a visitar a mi madre por las tardes. Virtualmente siempre hay alguien, mi hermana y mi tía compiten por ver quien está más horas con ella. Mi hermana se queda a dormir, como si mi madre fuera inválida. Por una parte creo que a ella le gusta el ver que todo el mundo la visita y se preocupa por ella pero por otra parte debe estar un poco harta del agobio a que la someten habida cuenta que no está ni se encuentra incapacitada. Pero bueno, serán unos días nada más, esperemos.

 

 Como decía durante cinco días seguidos cojo el coche para ir, llevando gente y bajar al rato llevando gente también.

 

 Es al quinto día cuando estrello el coche.

 

 Una vez más hace falta puntualizar y detallar la frase. Empezaré por decir que llevo varios días durmiendo tarde y mal. No sé si será que durante las breves vacaciones que disfruté cuando San Mateo para agotar los días que me quedaban me acostumbré a acostarme a las tantas y no he recuperado el ritmo. No sé si será que una vez más me da miedo tumbarme en la oscuridad esperando a dormir y que mi mente ponga en marcha la maquinaria de acoso y castigo a la que periódicamente mi mente me somete. No sé si será por la cada vez más profunda sensación de soledad que me atenaza, en un momento en que los colegas sólo nos vemos cuando viene S. desde Madrid, porque ya nadie se esfuerza en quedar, durante cierto tiempo era yo el que llamaba, me molestaba, intentaba reunirnos, a veces con éxito pero la mayor parte de las veces no, entre “tengo que trabajar” o “no puedo”, hasta que tras un mes seguido de intentarlo y no conseguirlo me harté y deje de llamar y así andamos, sin saber nada de ellos aunque vivan en la misma ciudad. Bueno si, sé que cuando estuve yo en Japón se reunieron y jugaron, sin importar que por lo general no se juegue si falta alguien, pero en mi caso no se cumplió eso y lo hicieron igual y reconozco que me sentó bastante mal. Tan mal que esa partida en concreto la he abandonado. Tampoco es que intentaran que no lo hiciera. El que más lo quiso hablar fue S. que es el que viene de fuera y no es con él el problema. Los de aquí, nada, ni mus, para qué hablarlo, pues vale, tiramos para adelante. Me sentí y siento totalmente desvalorado e innecesario. Pero bueno. Y N. tampoco sé nada de ella desde hace dos semanas que quedé con ella y un colega suyo que ya conocía para darnos una vuelta por Oviedo. Se habló de quedar el día de fiesta de San Mateo pero como otras muchas cosas, quedó en humo la cosa. Y con ella estoy intentando cambiar el chip y dejar de pensar también que soy necesario, que me necesita para algo o que soy importante. Intento no darle la murga, no tratar de sentimientos, no realizar insinuaciones, ni tener contacto. Intento alejarme un poco sin perder el contacto. Lo intento yo, ella ya lo consiguió hace años. Así que salvo mi familia estoy sólo. Bueno, lo cierto es que en el curro tengo a mis compañeras, no es algo profundo pero al menos no estoy aislado de la sociedad gracias a ellas. Tengo un contacto normalizado con alguien. Y a veces la normalidad es lo necesario. Pero siento que he perdido la mayor parte de mis contactos profundos. Aunque alguien me diga que el principal contacto profundo social hay que establecerlo con uno mismo, no me basta o no he aprendido a que me baste aún. Así que me siento a disgusto día tras día. Incómodo, aislado.

 

 Sólo.

 

 Prosigo. El no dormir bien puede ser también por lo de la huelga, pero de eso ya hablaré luego, por ahora baste decir que me tiene bastante preocupado. También puede quedar algo de la preocupación por mi compañera de trabajo, aunque ya la operaron y esta vez parece que todo quedó bien y están empezando a darle ya la quimioterapia.

 

 El caso es que cada noche estoy cansado, si. Tengo sueño, si. Soy consciente de que me tengo que levantar antes de las siete de la mañana al día siguiente, si. Pero no puedo dormir. No puedo acostarme. Estoy inquieto, nervioso. Intento abstraerme usando compulsivamente el ordenador, viendo series, jugando a juegos, leyendo… pero no hay manera. No me calmo. Termino acostándome por pura desesperación, sabiendo que tardaré tiempo igual en dormirme, sintiendo que tengo cansancio pero no sueño, sabiendo que mi mente empezará a rumiar los granos de café de la preocupación.

 Y ese día estaba afectado por lo del sueño, por lo nervios por lo de mi madre que aunque no fuera grave lo suyo pues sigue siendo mi madre y me preocupa. Y como el día anterior me había salido bastante bien lo de conducir, pues me debí confiar. El caso es que salí un poco acelerado de la plaza de garaje y al rodear la columna para enfilar la rampa de salida, cerré demasiado el giro. Y como un toro cuando se pasa la cabeza de su objetivo e intenta un giro de 180 grados para rectificar su trayectoria y termina golpeando con el costado al torero, eso hice con el coche. Golpear la columna de lado con la puerta lateral posterior derecha y quedarme encajado ahí. Igual no fue para tanto el primer golpe, pero la maniobra para separarme de la columna se hizo muy complicada y debí terminar hundiendo más la chapa de lo que estaba inicialmente. Ahora tengo un bollón en la chapa de la puerta como si un jabalí hubiera embestido de cabeza contra ella, no ha saltado la pintura pero está hundido y se nota.

 Y no me gusta. El coche lo compré viejo y malo precisamente previendo los golpes y roces que le provocaría mientras aprendía, pero aun así no me gusta hacerlo mal. Y sobre todo tras varios días que no hubo aparentes problemas en mi conducción. Esto enseña a no confiarse, a no coger el coche si uno siente en las tripas que no es su día, a tener cuidado siempre. O igual es más aleatorio de lo que pienso y no hay razones o motivos tan relevantes como los que valoro y en realidad esto fueron detalles, que simplemente un día giras el volante un poco más de lo debido a la vez que tienes el pedal un poco más o menos pisado, coincide y la armas.

 

 Al día siguiente, volví a coger el coche para llevar a mi hermana a la estación de autobuses y luego ir al Centro Médico. Y ningún problema.

 

 Mi hermana se iba porque en principio ya hoy le dan el alta a mi madre salvo cosa excepcional a última hora, algo improbable. Así que por esa parte todo va bien.

 

 

 Y hoy es la huelga. No voy a entrar en política. Simplemente diré en ese aspecto que tengo mis razones para no seguirla y mi intención era ir a trabajar.

 

 Con miedo.

 

 Porque eso es lo que siento, miedo. Tengo mis motivos lógicos para mí, más allá del “si la convocan estos pues yo no lo hago porque los odio”. Pero da igual mi lógica, da igual que tenga o no tenga razón. Tengo miedo de los piquetes porque no me van a preguntar mis razones, es normal que no les interesen, ellos tienen las suyas, tan lógicas o más o menos que las mías, son suyas y son las válidas para ellos. Ellos van en grupos y dispuestos a la confrontación, no necesariamente física, pero ahí está también la posibilidad. Si están a la puerta de donde trabajo va a haber problemas, por lo menos morales, auditivos y ambientales. A lo peor algo más gordo. Y no me gusta. No me gusta saber que va a haber problemas. Yo ya dije en casa que no voy a discutir con nadie, no voy a enfrentar a nadie, que estoy muy concienciado de que si hay piquetes en la puerta, yo no entro. No será porque yo lo decida, tendré la sensación de estar obligado a hacer algo que no quiero, a estar coaccionado por el miedo a hacerlo. Pero lo haré.

 

 No soy valiente y me jode reconocerlo. Uno piensa que sabrá luchar por aquello en lo que cree. Pero luego a la primera posibilidad de que haya conflicto me echo para atrás. Fastidia reconocer que uno es así. Y yo lo soy.

 

 Dormí tres horas esta noche, porque una vez más no pude sentirme lo bastante cansado y agotado para acostarme y apagar la luz hasta la una y a las cuatro me desperté sin motivo que yo fuera consciente y no llegué a redormirme del todo, estuve en un estado de duermevela sin llegar al sueño profundo hasta que sonó el despertador. Me levanté media hora antes de lo habitual, para intentar esquivar posibles problemas yendo muy muy pronto a trabajar y confiando en que la huelga no madrugara, trasnochar ya se que trasnocha. Por el camino todo más oscuro y silencioso de lo habitual, la basura sin recoger, hace frío. Paso al lado del edificio de las consejerías que me queda de camino a la mía y no hay nadie, no hay piquetes, todo tranquilo. Lo único que las luces del edificio donde trabajo están apagadas, lo veo a lo lejos. Y ya estoy pensando en puertas siliconadas, piquetes madrugadores cuando las luces se encienden. Así que aquí estoy, escribiendo esto en el ordenador del trabajo. Aun inquieto porque por poder puede subir alguien a ver quien cumple y quien no.

 

 Cuando llegué al trabajo mi compañera comentó “pobre, viene temblando”. Y era verdad. Aun me siento temeroso. Como digo el día no ha acabado. Y aunque normalmente pida que los días pasaran más lento (no cuando estoy trabajando, que aburrimiento quita quita) hoy pido lo contrario.

 

 Y no sé si pedir que estos días de bajón y malestar pasen más rápidos o más lentos.

 

 Espero que mis hermanos no hayan tenido problemas.

0 comentarios