Vampiros
Ya he comentado que me fascinan los vampiros. Terminé el libro que saqué ayer de la biblioteca, "Nosotros los vampiros" y me puse a pensar en por qué me fascinan.
Suma de cosas, como suele pasar. Pocas veces hay una sóla razón.
Me fascina la inmortalidad, cosa irónica teniendo en cuenta que la vida que he tenido no la considero una juerga ni creo que la haya aprovechado bien. Así que por qué desear una eternidad de soledad, sucesión de días (o noches en este caso) como ha sucedido hasta ahora donde muchas veces la única compañía es el lamento coral de mi mente. Pero también uno piensa que con el suficiente tiempo disponible las cosas cambian, que aprendes. Temo aprender demasiado tarde y que no me quede tiempo, por eso siempre me ha dado miedo la muerte. Aun no siento que haya vivido realmente, por eso tengo miedo de perder la oportunidad de conseguirlo.
En el libro trazan una curiosa frontera entre la noche y el día, como simbolismo de la vida mundana (el día, preocupados por encontrar trabajo, por rutinas que en el fondo nos aburren hasta el hastío, por banalidad, consumismo, miedo al que dirán) y la vida soñada por muchos (la libertad, la aceptación sin imposición, las ataduras de la vida parecen deshacerse de noche, donde lo único que importa es el momento, que el alba matará al volver a iluminar los reductos donde nos sentimos como somos y volver a mostrarnos a las lenguas viperinas y los ojos censuradores). De noche las presiones de la sociedad son menores, porque la sociedad muere de noche, confiando en que el sueño y el cansancio eviten la rebelión. Aunque muchas conspiraciones se fraguaron de noche, porque los ojos de los vigilantes son ojos humanos y no traladan las tinieblas. Triste muestra de esta libertad mal aprovechada son esos alevines jugando a ser tiburones, buscando olvidarse de institutos y padres en los destellos mareantes de luces, ondas de sonido demasiado potentes y risas tontas alimentadas por química en pastillas y química en alcohol barato. Eso no es lo que busco, sino la libertad de permanecer callado si lo deseo, de hablar si lo deseo, de poder observar sin ofender, de que mis fracasos no sean expuestos. La noche como liberación, no como desenfreno, porque el verdadero placer es el que se disfruta con corazón y mente. Por eso el vampiro es criatura de noche porque rompe con todo lo que la sociedad considera cerrado y bien atado.
Habla el ibro de vampiros físicos y vampiros psíquicos. El físico es el que chupa sangre, pero el psíquico es el que se alimenta de las mentes ajenas, de la presencia ajena, el que brilla cuando está acompañado, punto de magnetismo y atracción, centro de ansias y deseos. Ese vampiro toma sin matar, absorbe lo que las mentes ajenas ofrecen, te agota porque quieres darte a él, pero libremente. Ese es mi vampiro. Siempre he querido ser tomado en cuenta, ser escuchado, destacar pero no como líder, sino como amigo fiel y consejero juicioso. Que me desaran, que me apreciaran, que gustaran de mi compañía. Es decir, siempre he deseado eso que muchas veces dudo tener. Incluso ahora, cuando da la impresión de que tan pocas personas leen estas letras y cada artículo sin comentarios me causa el disgusto de pensar que estoy gritando los sonidos del silencio, que a nadie llegan las palabras. No hay nada peor que un monólogo que nació como intento de conversación.
Por eso me fascina el vampiro. Porque le hacen caso, porque tiene un potencial de vida impresionante (imagino la cantidad de libros que podría leer un ser inmortal, la cantidad de obras de arte que verá, la cantidad de personas que conocerá, de músicas en que se bañará...), porque toma las riendas de su vida y vive como desea (aunque tampoco quiero vivir a costa de los demás, succionando su vida y su sangre para vivir yo), porque es libre.
Y ayer no escribí nada al volver de ver a Covadonga, porque no surgió nada en mi interior que quisiera escribir. Tenía una amiga preocupada por lo que resultaron ser problemas en el trabajo e intenté ayudarla, con mi presencia y mis palabras. Punto. Nada que desarrollar, me pareció. Lamento haber prometido volver y no haberlo cumplido hasta ahora.
(la imagen es una ilustración de John Bolton, una de las personas que junto con Luis Royo, mujeres más impresionantes pinta)
Suma de cosas, como suele pasar. Pocas veces hay una sóla razón.
Me fascina la inmortalidad, cosa irónica teniendo en cuenta que la vida que he tenido no la considero una juerga ni creo que la haya aprovechado bien. Así que por qué desear una eternidad de soledad, sucesión de días (o noches en este caso) como ha sucedido hasta ahora donde muchas veces la única compañía es el lamento coral de mi mente. Pero también uno piensa que con el suficiente tiempo disponible las cosas cambian, que aprendes. Temo aprender demasiado tarde y que no me quede tiempo, por eso siempre me ha dado miedo la muerte. Aun no siento que haya vivido realmente, por eso tengo miedo de perder la oportunidad de conseguirlo.
En el libro trazan una curiosa frontera entre la noche y el día, como simbolismo de la vida mundana (el día, preocupados por encontrar trabajo, por rutinas que en el fondo nos aburren hasta el hastío, por banalidad, consumismo, miedo al que dirán) y la vida soñada por muchos (la libertad, la aceptación sin imposición, las ataduras de la vida parecen deshacerse de noche, donde lo único que importa es el momento, que el alba matará al volver a iluminar los reductos donde nos sentimos como somos y volver a mostrarnos a las lenguas viperinas y los ojos censuradores). De noche las presiones de la sociedad son menores, porque la sociedad muere de noche, confiando en que el sueño y el cansancio eviten la rebelión. Aunque muchas conspiraciones se fraguaron de noche, porque los ojos de los vigilantes son ojos humanos y no traladan las tinieblas. Triste muestra de esta libertad mal aprovechada son esos alevines jugando a ser tiburones, buscando olvidarse de institutos y padres en los destellos mareantes de luces, ondas de sonido demasiado potentes y risas tontas alimentadas por química en pastillas y química en alcohol barato. Eso no es lo que busco, sino la libertad de permanecer callado si lo deseo, de hablar si lo deseo, de poder observar sin ofender, de que mis fracasos no sean expuestos. La noche como liberación, no como desenfreno, porque el verdadero placer es el que se disfruta con corazón y mente. Por eso el vampiro es criatura de noche porque rompe con todo lo que la sociedad considera cerrado y bien atado.
Habla el ibro de vampiros físicos y vampiros psíquicos. El físico es el que chupa sangre, pero el psíquico es el que se alimenta de las mentes ajenas, de la presencia ajena, el que brilla cuando está acompañado, punto de magnetismo y atracción, centro de ansias y deseos. Ese vampiro toma sin matar, absorbe lo que las mentes ajenas ofrecen, te agota porque quieres darte a él, pero libremente. Ese es mi vampiro. Siempre he querido ser tomado en cuenta, ser escuchado, destacar pero no como líder, sino como amigo fiel y consejero juicioso. Que me desaran, que me apreciaran, que gustaran de mi compañía. Es decir, siempre he deseado eso que muchas veces dudo tener. Incluso ahora, cuando da la impresión de que tan pocas personas leen estas letras y cada artículo sin comentarios me causa el disgusto de pensar que estoy gritando los sonidos del silencio, que a nadie llegan las palabras. No hay nada peor que un monólogo que nació como intento de conversación.
Por eso me fascina el vampiro. Porque le hacen caso, porque tiene un potencial de vida impresionante (imagino la cantidad de libros que podría leer un ser inmortal, la cantidad de obras de arte que verá, la cantidad de personas que conocerá, de músicas en que se bañará...), porque toma las riendas de su vida y vive como desea (aunque tampoco quiero vivir a costa de los demás, succionando su vida y su sangre para vivir yo), porque es libre.
Y ayer no escribí nada al volver de ver a Covadonga, porque no surgió nada en mi interior que quisiera escribir. Tenía una amiga preocupada por lo que resultaron ser problemas en el trabajo e intenté ayudarla, con mi presencia y mis palabras. Punto. Nada que desarrollar, me pareció. Lamento haber prometido volver y no haberlo cumplido hasta ahora.
(la imagen es una ilustración de John Bolton, una de las personas que junto con Luis Royo, mujeres más impresionantes pinta)
2 comentarios
Androgen a Imaginate -
He comentado que más que por deseo de vivir mucho simplemente por vivir mucho, deseo la inmortalidad para evolucionar. Si se usa así se compensa facilmente el aburrimiento de los domingos.
El blog no es sólo para mí. Es para todo. Si sólo fuera para mí, lo mantendría todo en mi interior como hize durante todos estos años. Si fuera sólo para una persona, escribiría directamente para esa persona. No somos islas, lo repito una y otra vez. No estamos aislado. En todo tiene que haber acción y respuesta, interacción. Sólo así se evoluciona. Por eso anhelo comentarios que me hagan desarrollar más mi pensamiento y también, por qué no, que pueda servir para aquellos que me lean.
Gracias por el feedback :)
imaginate -
Eso no existe. No es así. El vampiro no tiene ninguna interpretación dulce. Es un ser maldito. No hay belleza en es sueño y decía una tal susan Erz, ¿Para que soñamos con la inmortalidad si nos aburrimos hasta en las tardes de domingo? Tu blog tiene que ser por ti. No puedes esperar comentarios... Hay que ser fuerte amigo, si quiere crecer