Riesgo de rotura
Leo el siguiente párrafo en un libro:
"Una aportación funfamental para comprender la lógica del deseo es la idea de Lacan de separar la necesidad , que va dirigida a los objetos, de la demana, dirigida al otro, que en el fondo, es siempre una demanda de amor. La necesidad nunca puede ser saciada con ningún objeto real. La demanda no puede ser saciada con ningún amor real. Ese desgarro, esa fractura imposible de soldar, explica la acción de desear, su fuerza y su cualidad de eternamente insatisfecha. Además, el deseo contiene otra curiosa contradicción. Se quiere el objeto amoroso deseado para uno solo, pero al mismo tiempo, se quiere que los demás deseen ese objeto. Si queremos a alguien a quien los demás no quieren, entra inevitablemente la duda: ¿merece la pena? ¿estaré equivocándome? Por eso, los amantes empujan al otro a ser desado, a ser atractivo, gozan observando el deseo de los otros hacia el propio cónyuge, y al mismo tiempo lo impiden. Gozan y sufren con esa situación hasta extremos, a veces, notables. Celos e inseguridad serán un producto de esta tensión."
Y se me ocurren varias cosas.
¿El deseo es temporal? No pensamos que pueda pasar, cuando sentimos pensamos que es eterno. E incluso cuando se sacia puede existir la necesidad de saciarlo una y otra vez. ¿Podemos hablar de forma tan genérica para decir que todo deseo pasará y será trasladado a otra persona? ¿Que se desee a varias personas desvirtúa o empobrece el deseo?
El texto habla de insatisfacción eterna, de búsqueda eterna de saciarnos, aunque toda vez que pensemos que nos saciamos será sólo temporal y jamás estaremos completos.
No sé si será idealismo o no, pero no puedo aceptar plenamente esa idea. Acepto que existe el riesgo de jamás alcanzar el todo, pero no que sea imposible. Debo creer en esto porque sino todo camino que emprenda estará teñido desde su inicio de fatalismo y esa no es la mejor manera de vivir las cosas.
Y el otro pensamiento que me suscita el texto es este: ¿Realmente necesitamos tanto que otros nos envidien, completarnos a costa de lo que piensen otros como para querer que todos deseen a quien amamos? Yo creo más bien que al amar nos volvemos más posesivos, e incluso perdemos un poco de contacto con el mundo, porque estamos inmersos en nuestro universo privado en el que todo pensamiento, palabra, obra u omisión se reza en función del ser amado. En el momento en que necesitas mirar a otros para recordar en su deseo o anhelo lo que sientes por otra persona, no estas amando. El amor se siente dentro, aunque estes sólo o enmedio de una multitud. No puedes esperar que los demás te enseñen a amar y a sentir. Como viva cada uno su relación es algo en lo que no puede plegarse a las opiniones de los demás, porque toda alma es distinta y siente distinto aunque pueda sentir parecido.
Los celos no pienso que surjan de que deseemos que otros deseen y se cumpla nuestra petición, sino del miedo. Miedo a perder lo que sentimos y vivimos con otra persona. Miedo que esa otra persona no sienta lo mismo con la misma fuerza y sea otro ajeno el que despierte eso en su corazón.
Pero forzando así las cosas corremos el grave riesgo de romper la cuerda, y lo peor de todo es que no será por las circunstancias, los demás o por el tiempo que haya matado, sino porque lo matamos nosotros mismos.
"Una aportación funfamental para comprender la lógica del deseo es la idea de Lacan de separar la necesidad , que va dirigida a los objetos, de la demana, dirigida al otro, que en el fondo, es siempre una demanda de amor. La necesidad nunca puede ser saciada con ningún objeto real. La demanda no puede ser saciada con ningún amor real. Ese desgarro, esa fractura imposible de soldar, explica la acción de desear, su fuerza y su cualidad de eternamente insatisfecha. Además, el deseo contiene otra curiosa contradicción. Se quiere el objeto amoroso deseado para uno solo, pero al mismo tiempo, se quiere que los demás deseen ese objeto. Si queremos a alguien a quien los demás no quieren, entra inevitablemente la duda: ¿merece la pena? ¿estaré equivocándome? Por eso, los amantes empujan al otro a ser desado, a ser atractivo, gozan observando el deseo de los otros hacia el propio cónyuge, y al mismo tiempo lo impiden. Gozan y sufren con esa situación hasta extremos, a veces, notables. Celos e inseguridad serán un producto de esta tensión."
Y se me ocurren varias cosas.
¿El deseo es temporal? No pensamos que pueda pasar, cuando sentimos pensamos que es eterno. E incluso cuando se sacia puede existir la necesidad de saciarlo una y otra vez. ¿Podemos hablar de forma tan genérica para decir que todo deseo pasará y será trasladado a otra persona? ¿Que se desee a varias personas desvirtúa o empobrece el deseo?
El texto habla de insatisfacción eterna, de búsqueda eterna de saciarnos, aunque toda vez que pensemos que nos saciamos será sólo temporal y jamás estaremos completos.
No sé si será idealismo o no, pero no puedo aceptar plenamente esa idea. Acepto que existe el riesgo de jamás alcanzar el todo, pero no que sea imposible. Debo creer en esto porque sino todo camino que emprenda estará teñido desde su inicio de fatalismo y esa no es la mejor manera de vivir las cosas.
Y el otro pensamiento que me suscita el texto es este: ¿Realmente necesitamos tanto que otros nos envidien, completarnos a costa de lo que piensen otros como para querer que todos deseen a quien amamos? Yo creo más bien que al amar nos volvemos más posesivos, e incluso perdemos un poco de contacto con el mundo, porque estamos inmersos en nuestro universo privado en el que todo pensamiento, palabra, obra u omisión se reza en función del ser amado. En el momento en que necesitas mirar a otros para recordar en su deseo o anhelo lo que sientes por otra persona, no estas amando. El amor se siente dentro, aunque estes sólo o enmedio de una multitud. No puedes esperar que los demás te enseñen a amar y a sentir. Como viva cada uno su relación es algo en lo que no puede plegarse a las opiniones de los demás, porque toda alma es distinta y siente distinto aunque pueda sentir parecido.
Los celos no pienso que surjan de que deseemos que otros deseen y se cumpla nuestra petición, sino del miedo. Miedo a perder lo que sentimos y vivimos con otra persona. Miedo que esa otra persona no sienta lo mismo con la misma fuerza y sea otro ajeno el que despierte eso en su corazón.
Pero forzando así las cosas corremos el grave riesgo de romper la cuerda, y lo peor de todo es que no será por las circunstancias, los demás o por el tiempo que haya matado, sino porque lo matamos nosotros mismos.
2 comentarios
moriana (sigue) -
y piensa más que el amor es distinto para cada ser... hay quienes necesitan vivir bajo muchas miradas y se conforman con esa atención... también es de Kundera, de la insoportable levedad del ser... un buen libro para comprender cosas... y otros necesitamos de una mirada en concreto.
Yo llegué aquí porque había perdido la mía o quería perderla pero pronto encontré lo que ''buscaba''.
Y lo volveré a encontrar una y mil veces porque rendirme no va conmigo. Pero aceptar que las personas y lo que sienten no se pueden cambiar es crecer. Piénsatelo
Anónimo -
Lacan es excesivamente complicado. Alberoni eso de 'la indicación' de una manera más comprensible. O Kundera en su libro de los amores ridículos: 'las mujeres siempre aman a los hombres que han tenido mujeres hermosas'. Y luego piensa u