Entre los brazos
Hace poco me recordaron lo personal que es un abrazo. Un abrazo de verdad, de los que son más que sujetar a alguien entre tus brazos, es algo que no puedes hacer con cualquiera.
Cierto es que hay tipos de abrazos. Está el abrazo de consuelo, cuando alguien está sufriendo y quieres decirle que sufres por él, que quieres que durante unos segundos al menos se sienta mejor por ese abrazo de corazón que le das. Está el abrazo de deseo, que todos hemos experimentado alguna vez. Y está el abrazo de totalidad. El abrazo en el que hay deseo, comprensión, ganas de unir tu cuerpo y tal vez tu alma con la de la otra persona, un ansia de totalidad. Ese abrazo no tiene motivo lógico, no es la cabeza la que te sugiere abrazar así. Estás con alguien y simplemente deseas abrazarle así, sea hombre o mujer, pero siempre alguien muy cercano, al menos, que tu sientas muy cercano.
Yo soy cariñoso. Me gusta abrazar. Aunque últimamente me siento bastante falto de un abrazo. Es curioso que me he puesto a pensar que la Estrella nunca aceptaba a gusto mis abrazos. Supongo que notaba lo que yo sentía y ella no y no quería darme esperanzas. Aunque nunca vocalizó ese rechazo. Roma si aceptó los poquitos abrazos que pude darle. Así como Begoña. Pero Isabel tampoco quería que la abrazara, no quería cariño, sólo quería que la usaran y sabía que yo no iba a hacer eso. Le dije muchas veces que no era eso lo que quería, sólo que no quería que yo la abrazara. Cuando encontró a alguien que la trataba como una persona y no un objeto y que, al contrario que a mí, si deseó, aceptó sus abrazos y todo de el. Ahora es feliz y me alegro por ella, aunque me gustaría poder significar tanto para alguien, que mis abrazos realmente marcaran la diferencia.
Tampoco he sentido nunca que alguien quisiera entregar tanto cuando me abrazó como cuando yo abrazé algunas veces.
Estoy falto de un abrazo. De todos los tipos.
Cierto es que hay tipos de abrazos. Está el abrazo de consuelo, cuando alguien está sufriendo y quieres decirle que sufres por él, que quieres que durante unos segundos al menos se sienta mejor por ese abrazo de corazón que le das. Está el abrazo de deseo, que todos hemos experimentado alguna vez. Y está el abrazo de totalidad. El abrazo en el que hay deseo, comprensión, ganas de unir tu cuerpo y tal vez tu alma con la de la otra persona, un ansia de totalidad. Ese abrazo no tiene motivo lógico, no es la cabeza la que te sugiere abrazar así. Estás con alguien y simplemente deseas abrazarle así, sea hombre o mujer, pero siempre alguien muy cercano, al menos, que tu sientas muy cercano.
Yo soy cariñoso. Me gusta abrazar. Aunque últimamente me siento bastante falto de un abrazo. Es curioso que me he puesto a pensar que la Estrella nunca aceptaba a gusto mis abrazos. Supongo que notaba lo que yo sentía y ella no y no quería darme esperanzas. Aunque nunca vocalizó ese rechazo. Roma si aceptó los poquitos abrazos que pude darle. Así como Begoña. Pero Isabel tampoco quería que la abrazara, no quería cariño, sólo quería que la usaran y sabía que yo no iba a hacer eso. Le dije muchas veces que no era eso lo que quería, sólo que no quería que yo la abrazara. Cuando encontró a alguien que la trataba como una persona y no un objeto y que, al contrario que a mí, si deseó, aceptó sus abrazos y todo de el. Ahora es feliz y me alegro por ella, aunque me gustaría poder significar tanto para alguien, que mis abrazos realmente marcaran la diferencia.
Tampoco he sentido nunca que alguien quisiera entregar tanto cuando me abrazó como cuando yo abrazé algunas veces.
Estoy falto de un abrazo. De todos los tipos.
2 comentarios
Androgen a Moriana -
Pero son breves momentos, la mayor parte de las veces gana la sensación de que tengo que levantarme de nuevo, limpiar la herida lo mejor que pueda, apretar los dientes y seguir.
Un saludo
Moriana -
Pero no te resignes porque la reciprocidad existe. Como no existe, es cómo querriamos que existiera