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El Salón de las Músicas Perdidas

Futilidad

Mis esfuerzos son vanos. Mis proyectos irrealizables. Mis esperanzas fantasías. Mi voluntad una sombra que se debilita. Mi ilusión una breve llama que se apaga poco a poco.

 

Si. Ando sumergido en una depresión. Una de las mías, esas tan breves pero fuertes, como una tormenta caribeña que descarga como si los cielos se hundieran, los rayos quisieran romper la tierra, el viento quisiera arrancar todo lo perdurable de su lugar y arrojarlo muerto y tronchado a donde ya no importe.

Una tormenta caribeña, es una buena analogía. Sobre todo por la brevedad de lo que duran estas depresiones, que se desvanecen entre rayos de sol rasgando las nubes al poco... pero también vuelven al poco. Con la misma fuerza. Y lo que arrancan queda herido o ya no vuelve...

 

Hoy siento la futilidad de las cosas. El que ella no quisisera o no pudiera quedar para el aniversario de conocernos, algo que celebrábamos todos los años, es un detonante, simplemente. Cuando no existen estos detonantes puedo pensar, soñar, aferrarme, fantasear, que las cosas pueden cambiar o ser distintas. Cuando no existen los detonantes el poso se acumula sin demasiado sobresaltos, sólo un pinchazo cuando se producen antes de apartarlos rápidamente bajo la alfombra en la profundidad de mi corazón, como si así desapareciera... hasta el detonante. Hasta que desborda. O explota. O se derrama. O se desangra...

 

Ojalá sólo quisiera un polvo con ella. Ojalá sólo fuera sexual lo que siento. Ojalá no sintiera algo profundo, aferrado tan adentro y tan fuerte.

Ojalá supiera olvidar. O fuera otra persona, para que no me importara perder, o sentir. Para que no me preocupara la soledad. Para que no me importaran los lazos.

 

 

Ojalá no estuviera deprimido.

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