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El Salón de las Músicas Perdidas

INFANCIA A LA BASURA

INFANCIA A LA BASURA

 

 El otro día hice lo más gordo del proceso de recogida.

 

 En mi casa van a aprovechar mientras estoy de viaje para pintar paredes, cambiar puertas y acuchillar el parqué. Unas reformas necesarias para una casa que tiene más años que yo y nunca se han hecho (pintar sólo una vez y hace ya como doce años, no se pintó ni cuando se cambiaron las ventanas hace un año y llevamos todo ese tiempo con una aureola de sucia santidad alrededor de los marcos que queda como bastante ruinoso…) pero tal vez excesivas para hacerlas de golpe.

 En principio me afecta porque debo dejar mi habitación lo más recogida posible de cosas en altos de armarios y estanterías y el suelo para que puedan trabajar los operarios en mi ausencia. Y claro, tengo que dejarlo recogido antes de irme, que para cuando vuelva ya habrán acabado.

 Y me afecta también porque aún tenía un montonazo de cosas en la que fue mi antigua habitación antes de trasladarme al armario horizontal que es la actual. En la cual no tengo todo el espacio de almacenaje que desearía y por eso en espera de un repaso y selección de cosas que realmente me quisiera quedar estaban temporalmente ahí. El “temporalmente” ya duraba varios años y como no había sentimiento de urgencia para hacerlo, ahí quedaba sin hacer, como si pudiera usar ese lugar de almacén perpetuo. Pero claro, mi hermano ya está cansado de habitar en una habitación concebida para dos personas (las camas son abatibles de meter verticales en la pared por ejemplo para ahorrar espacio) y se va a comprar una habitación orientada a una sola persona con más espacio para que pueda guardar sus cosas y una cama fija. Y va a aprovechar pintado y acuchillado para hacerlo. Con lo que hay que hacer la limpieza que se retrasa tantos años ya.

 

 Algo había empezado a hacer hace una semana, aprovechando cuando mi hermano queda con sus amigos y no está, porque no quería que viera algunas de las cosas que tenía almacenadas y que ya trasladé a rincones ocultos de mi habitación. Pero lo más gordo lo hice el sábado.

 

 Y por más gordo hablo de los papeles y dibujos y escritos y recuerdos que guardaba de mi infancia y adolescencia.

 

 Que han ido en su gran mayoría a la basura. No porque no me estremeciera un poco aún verlos, comprobar con añoranza como esos dibujos que yo creía que molaban eran en realidad bastante malos y me moriría de vergüenza si ahora hiciera alguno parecido. Y los escritos seguían interesándome releerlos por darme cosa comprobar lo mal que lo hacía, lo poco que sabía, las chorradas que era capaz de imaginar, pero chorradas esperanzadas a veces, frescas, sorprendentes… Y cartas de gente que ni recuerdo quien es pero que escribía que me quería, que en su momento fueron importantes aunque fuera un poco y ahora no son ni recuerdo. O de las que si me acuerdo pero preferiría que no. De mis correrías por Madrid y por la red en mi época de adicción chatera ciberespacial, llena de espejismos e ilusiones y engaños.

 Mis viejos Mortadelos que de niño me leí cien mil veces y me sabía de memoria y todavía me hacían reír pero que están demasiado destrozados como para darlos a la biblioteca.

 Las carpetas del colegio, con las notas de los trimestres con dibujitos en los bordes, las firmas de esas chicas rebeldes en las portadas que hicieron que me empezaran a gustar las chicas malas. Los recortes, las postales, la añoranza, las ilusiones perdidas, los sueños rotos. El dolor de crecer y el consuelo de pensar que las cosas mejorarían aunque fuera por inercia, aunque no supiera encontrar el camino…

 

 A la basura todo. Porque no tengo espacio donde meter las cosas. He dejado unas pocas para guardar en el poco sitio que me queda en mi “nueva” habitación, pero es literalmente imposible guardar todo lo que hubiera querido que me acompañara a la tumba, no porque fuera importante, sino porque a mí me lo parecía, para explicar quién soy, cómo soy y por qué soy. Un recordatorio de mis fallos en la esperanza de no repetirlos. Un guiño cómplice a mis aciertos esperando que sirvieran de base a futuros logros. Unos recuerdos de años de mi vida, simplemente.

 

 Me dio bajón, para qué negarlo. Fue un día bastante pesado y gris para mí. Y aún me quedan por tirar algunas cosas… y por sentir cada cosa que tiro.

 

 

 Queda semana y media para irme de viaje.

1 comentario

Jddj -

Ay, me ha dolido a mi de leerlo y acordarme de pasar por la misma experiencia.

?Como van los preparativos del viaje? ?teneis bien planeada una ruta o vais mas bien a improvisar un poco?

Un abrazote!