"¿Que te pasa?" me pregunta mi madre.
Y yo no la miento, pero la doy una respuesta a medias.
"Na, mami. Que como llevo dos días durmiendo poco me he levantado atontao, ya sabes."
No sé si con eso se queda tranquila. Pero que me lo note es el segundo trueno de aviso de que se avecina una tormenta.
El primero ha sido un rato antes pero no me he dado cuenta hasta más tarde. Como todos los martes (y jueves, salvo festivos) he ido con mi madre al centro comercial a comprar. Bueno, en realidad compra ella, yo me quejo de lo mucho que compra (para que no gaste mucho) y ayudo a cargar bolsas, que a sus hijos nos preocupa que cargue demasiado y luego le duela la espalda, que somos muchos en casa y mucha la comida para alimentar a tanto parásito.
En un momento dado, cruzando frente al Campoamor, mi madre ha comentado "como iban las chavalas". Normal, luce el sol, hace algo de calor, los pajaritos cantan, las telas se levantan (o se acortan) y las pieles lucen. Mi respuesta ha sido "no sé mamá, no me he fijado".
Y coño, es verdad. No me he fijado. Yo, el salido, el mirón, el aullador desaforado cual lobo en celo, el que siempre mira porque no tiene otra cosa, el que siempre encuentra algo físico que le gusta, al que siempre se le van los ojos aunque se sienta como un cerdo pero tampoco hace mucho para resistir el movimiento ocular, el contemplador de pechos y traseros enfundados en telas... No me he fijado. Y no vale como excusa que estoy cansado, que llevo tres días durmiendo poco y mal. No, es que ese es el primer trueno de aviso.
¿De aviso de qué? De un mal día. Un día de hastío, como lo llamo yo. El hastío para mí es cuando te sientes entre cansado, triste, con malestar físico leve, sin esperanzas, apático... sin un motivo concreto. Simplemente unes unos días de acostarse tarde y levantarse tarde, una ausencia de sonrisas que no te ofrecen por la mañana, unas gotas de baja autoestima...y zas. Ya todo te parece un rollo, todas las palabras las oyes como ariscas y todos los colores los ves apagados.
De antes tenía muchos días así. De un tiempo a esta parte ya menos, pero hoy el peso me ha caido encima, como a Atlas que se siente sosteniendo el mundo encima.
Así que mientras mi madre está pidiendo en la pescadería aparto el carro del camino para dejar pasar a la gente y me pongo a pensar de qué hablaré hoy en el blog. Tenía pensado hablar del Lado Oscuro, responder al desafío-no desafío (porque ya me dí cuenta que era sólo una sugerencia, no un desafío, no te enfades, lo digo para chincharte :) ) de Imaginate. Contar mis miserias, enfrentarme a ellas y saber que la gente no me va a rechazar por ellas, porque todos somos humanos y fallamos. Porque eso es lo que más miedo me da, que los que me leeis aquí, que tan importantes sois para mí, me deis la espalda porque mi Lado Oscuro pueda ser demasiado desagradable. Y me pongo a cantar por lo bajo la canción de Jarabe de Palo:
"Puede que hayas nacido en la cara buena del mundo.
Yo nací en la cara mala, llevo la marca, del lado oscuro.
No me sonrojo si te digo que te quiero, y que me dejes o te deje, eso ya no me da miedo.
Habrías sido, sin dudarlo la más bella, entre todas las estrellas que yo vi en el firmamento.
Como ganarse el cielo, cuando uno ama con toda el alma. Porque el cariño que te tengo no se paga con dinero.
Como decirte que sin tí muero." Vaya, ahora pienso que debería haberme dado cuenta, con la canción haciendo referencia a estrellas...
Porque llegó el tercer trueno. En la sección de yogures (y que se nos queden esos detalles estúpidos a veces como el número del pasillo, la canción que suena de fondo y no te gusta nada y luego se te olviden fechas importantes, como la de aniversarios por ejemplo...) la veo venir. El pelo ondulado como ella y de un color parecido. Gafas de sol muy parecidas a las que usa ella. La altura adecuada, la expresión de la boca casi idéntica... Por un segundo pienso que esa mujer que se acerca con los yogures en la mano es la Estrella.
Y no lo es. Lo veo después de ese segundo. Cuando pasa a mi lado me mira y debe estar un poco asustada de la mirada fija que le he echado. Pero no es ella, al fin y al cabo.
Pero da igual. Me han entrado unas ganas brutales de ponerme a llorar. Aunque logro contener las lágrimas el frío por dentro se me ha quedado y sé instantaneamente que no hablaré de onanismos, egoismos, bajezas y lados oscuros en el blog hoy, sino que será una crónica de como me he sentido durante esta mañana. Lo que he visto, pensado y sentido.
Y me tomo el pincho con mi madre en la cafetería sin poder dejar de canturrear "llevo la marca del lado oscuro", sintiendo el peso del hastío encima. Y pensando en la Estrella, en como reaccionaría al verla, si de verdad me pondría a llorar o como siempre ocultaría lo que siento y la sonreiría lo mejor que pudiera. Y pensando en como desde que la conozco odio a Melendi porque ella lo canturreaba a menudo (ya me caía un poco gordo de antes, su música no me gusta mucho pero no es por eso, sino porque intenten vendérnoslo como el colmo de la asturianidad y te hagan sentir que no eres asturiano si no te gusta Melendi, no animas a Fernando Alonso, no eres borracho y dinamitero y no eres de un partido de izquierdas y sindicalistas. Y que quereis que os diga, siempre he pensado que Asturias es más que eso, que Asturias y los asturianos somos otra cosa...), como si tuviera un coche no me compraría un Mitsubishi (ella ya sabe por qué), como Amaral me hace llorar ahora más que antes, como la sigo deseando pero sé que lloraría si hiciéramos el amor porque ya nada es como antes, como la añoro cada día aunque sienta (sea verdad o no) que ya no le importa si la añoro o no...
Y encima al salir cargado de bolsas, hay dos mujeres hablando en la salida del centro comercial de Salesas y no sé de qué están hablando pero solo capto de refilón y sin proponérmelo una frase:
"Y es que cuanto más caña nos dan mas les queremos"
No sé en torno a qué gira la conversación. Pero sí que sé como me sienta esa frase. Como una losa a añadir al peso del hastío. Y casi no hablo mientras volvemos a casa y lo primero que hago al llegar es encender el ordenador y ponerme a escribir, porque no quiero olvidarme de nada y aun así seguro que de algo me he olvidado.
Y mientras lo empiezo a escribir me maravillo de descubrir que al final mis planes se cumplieron. Esto también es mi Lado Oscuro. El que aunque sepa como debo reaccionar, como no dejarme vencer por estas sensaciones, que debo ser más positivo, olvidar a quien merece ser olvidado, aclararme y ver que es lo que de verdad es importante y me puede afectar o lo que no... no lo consigo siempre. Uno de mis Lados Oscuros es la debilidad.
Y el contagiaros de mi hastío por escribir esto, que es un riesgo como cualquier otro al hablar de él. Siempre me ha dado pena hacer que mis amigos y la gente que me quiere se desespere por verme caer en los mismos errores una y otra vez y no sepan ya como ayudarme.
Pero lo bueno es que me encuentro un poco mejor después de contarlo aquí.