Las 5 que le "sustraje" a Barbie.-1
Una a una, una cada día. Empezando por el final, como buen tio raro :)
5) ¿Cuál es el recuerdo más antiguo que conservas de tu vida?
Caigo hacia atrás, como a cámara lenta. En el momento no creo que me pareciera cámara lenta, pero en el recuerdo es como se ha quedado.
Tengo cuatro años. Bueno, no sé si tres. Como cumplo en Septiembre siempre cumplía años entre curso y curso. Así esquivaba el llevar caramelos a todos los de la clase ese días... ¿Cuatro? Digamos cuatro.
Es el patio de recreo de los preescolares. Aún no llevo gafas. Aún soy muy rubio. El patio no es a cielo abierto, es un espacioso vacío atechado, amurallado de ventanas y suelo de baldosa, rodeado por las aulas de los párvulos. Hay un baño, dos o tres meaderos de pie, tres cuartitos con retrete y una pileta con grifo de esos de pulsar y que poco a poco va perdiendo fuerza el agua que sale hasta que se detiene, como una cisterna. Ahí es donde bebemos, donde hacemos cola para beber, a veces ayudados por las maestras que vigilan el patio si tienen problemas los bajitos para beber.
Y la cola de beber es el particular campo de batalla de los niños.
Ese día he perdido la batalla, uno de los matoncetes (porque a esa edad ya empezabamos a definirnos) me ha empujado de la cola. Hacia afuera.
Y el reciento abierto de los baños está elevado unos quince centímetros del resto del patio.
De ese escalón es de donde caigo. De espaldas.
Creo que me giro un poco al caer y pongo el brazo para amortiguar la caida. Convierto así lo que hubiera sido un golpe en el costado, molesto pero no grave, en una caida sobre el brazo estirado.
La palma se posa en el suelo, el brazo se tensa rígido y recibe el peso de mi cuerpecito.
Crack.
Mi primer recuerdo es esa caida, la cara del matoncete, el techo apareciendo en mi campo visual. El dolor es un recuerdo tan vago que no puedo llamarlo dolor.
Luego recuerdo también agarrándome el brazo mientras mis padres han venido a recogerme y a llevarme al hospital donde me enseñan una radriografía con una bonita linea negra en uno de mis huesos ("esto es lo roto") y el matoncete castigado a estar de pie todo el recreo de la hora de comer contra una columna. Me hubiera gustado la imagen de no ser por lo mucho que me dolía el brazo.
Por cierto que hubo más peleas con ese chico a lo largo de los años. Lástima que en su familia hubiera maestros de judo y karate y algo le enseñaran, siempre llevé las de perder. Pero eso nunca me hizo achantarme ante él.
Cabezota que es uno.
Varios meses (porque la llevé a la playa y se me mojó y hubo que poner otra nuevo) de escayola. Era mi brazo izquierdo, la mano con la que escribo en el momento en que nos estaban enseñando a escribir. Unos meses de retraso y el resultado creo que es la horrible letra que tengo, como buen zurdo.
Preferiría tener algo bonito de primer recuerdo, pero eso no se elige.
5) ¿Cuál es el recuerdo más antiguo que conservas de tu vida?
Caigo hacia atrás, como a cámara lenta. En el momento no creo que me pareciera cámara lenta, pero en el recuerdo es como se ha quedado.
Tengo cuatro años. Bueno, no sé si tres. Como cumplo en Septiembre siempre cumplía años entre curso y curso. Así esquivaba el llevar caramelos a todos los de la clase ese días... ¿Cuatro? Digamos cuatro.
Es el patio de recreo de los preescolares. Aún no llevo gafas. Aún soy muy rubio. El patio no es a cielo abierto, es un espacioso vacío atechado, amurallado de ventanas y suelo de baldosa, rodeado por las aulas de los párvulos. Hay un baño, dos o tres meaderos de pie, tres cuartitos con retrete y una pileta con grifo de esos de pulsar y que poco a poco va perdiendo fuerza el agua que sale hasta que se detiene, como una cisterna. Ahí es donde bebemos, donde hacemos cola para beber, a veces ayudados por las maestras que vigilan el patio si tienen problemas los bajitos para beber.
Y la cola de beber es el particular campo de batalla de los niños.
Ese día he perdido la batalla, uno de los matoncetes (porque a esa edad ya empezabamos a definirnos) me ha empujado de la cola. Hacia afuera.
Y el reciento abierto de los baños está elevado unos quince centímetros del resto del patio.
De ese escalón es de donde caigo. De espaldas.
Creo que me giro un poco al caer y pongo el brazo para amortiguar la caida. Convierto así lo que hubiera sido un golpe en el costado, molesto pero no grave, en una caida sobre el brazo estirado.
La palma se posa en el suelo, el brazo se tensa rígido y recibe el peso de mi cuerpecito.
Crack.
Mi primer recuerdo es esa caida, la cara del matoncete, el techo apareciendo en mi campo visual. El dolor es un recuerdo tan vago que no puedo llamarlo dolor.
Luego recuerdo también agarrándome el brazo mientras mis padres han venido a recogerme y a llevarme al hospital donde me enseñan una radriografía con una bonita linea negra en uno de mis huesos ("esto es lo roto") y el matoncete castigado a estar de pie todo el recreo de la hora de comer contra una columna. Me hubiera gustado la imagen de no ser por lo mucho que me dolía el brazo.
Por cierto que hubo más peleas con ese chico a lo largo de los años. Lástima que en su familia hubiera maestros de judo y karate y algo le enseñaran, siempre llevé las de perder. Pero eso nunca me hizo achantarme ante él.
Cabezota que es uno.
Varios meses (porque la llevé a la playa y se me mojó y hubo que poner otra nuevo) de escayola. Era mi brazo izquierdo, la mano con la que escribo en el momento en que nos estaban enseñando a escribir. Unos meses de retraso y el resultado creo que es la horrible letra que tengo, como buen zurdo.
Preferiría tener algo bonito de primer recuerdo, pero eso no se elige.
2 comentarios
Androgen a Iris -
Ahora sé que las tres puntas del tenedor que me defenderán son tus ojos y tu boca.
Un beso enorme, mis colores.
Anónimo -