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El Salón de las Músicas Perdidas

OYE, TIO...

 

 Lo intenté. De verdad que lo intenté.

 

 El viernes nació mi sobrina. Después de casi 24 tras romper aguas, a las tantas de la mañana se dignó a hacer acto de presencia. Era día laborable y como no es familiar de primer grado (padres, hijos, cónyuge) aquí no hay permisos que valgan, así que subí por la tarde al hospital junto con mi hermano C. y mi madre que acudía por segunda vez, ya que ella sí pudo subir por la mañana.

 

 Y aquí viene lo que duele. Tras tantos años de empatías, ataques de sensibilidad y sensiblería, lírica y retórica, maniacas depresiones y depresivas manías…

 

 

 …la miré y no sentí nada.

 

 Nada. Es un bebé. Y no es mío. Esa es toda la conclusión que saqué. No hubo lazo. No hubo conexión. Ni ternura. Ni celos, ni envidias. Ni desagrado. Ni agrado.

 

 Nada.

 

 Hace poco en un capítulo de House trataban a una psicópata. La definían como una persona que por un desajuste cerebral, cuando tenía que tratar con emociones se activaba su parte racional del cerebro, no la emocional. Eso daba lugar a que entendiera perfectamente los sentimientos ajenos, supiera cuando se daban, en qué circunstancias normales se disparan y cómo actúan por lo general. Pero ella era incapaz de sentirlos. Entenderlos perfectamente. Experimentarlos no. Eso no hacía que su vida fuera desgraciada. Al fin y al cabo no podía sentir pena. Simplemente disimulaba y reaccionaba como se espera que reaccione normalmente la gente, porque así se evitaba problemas.

 

 Tengo miedo de tener una psicopatía que me impide experimentar nada por algo que no me toque directamente.

 Aunque más bien lo que es resulta ser un poso bien denso y anclado en mi psique de egoísmo en fase aguda. Prefiero estar 5 segundos acariciando a un gato y notando como ronronea encantado que estar una hora con un bebé que sólo duerme, bosteza, caga y llora a gritos un par de minutos cada poco tiempo. No estoy fascinado por el hecho de que ahora hay vida donde antes no la había, por el proceso de creación de un ser humano. No estoy pensando en la emoción de verla crecer, aprender, vivir, experimentar. Tampoco estoy pensando en qué lata ahora a cuidar de una cría cuando toque, limpiar, aguantar lloros y caprichos y rabietas y el aburrimiento de los juegos y sitios infantiles mientras ella se divierte.

 No estoy pensando nada de eso porque no siento nada especial ni no especial. No quiero que le pase nada malo como nadie normal quiere le pase nada malo a cualquier criatura inocente, humana o animal y sobre todo cachorros y bebés. Pero tampoco se ha creado nada entre ella y yo. Por su parte normal, es una recién nacida, no sabrá ni donde narices está ni quien son todas esas caras feas que se asoman a su mundo-cuna. Pero por mi parte… por mi parte me da un miedo tremendo el no sentir nada.

 

 Llevaba desde el día anterior a su nacimiento con una depresión de caballo. No sé por qué motivos, tal vez porque cambió el tiempo de una manera tan brutal (pasamos en un día de estar a 25 grados a estar a 15 y con tiempo de tormenta) y me empecé a encontrar mal físicamente, porque ese catarro o gripe de garganta de la semana anterior seguía dándome la lata y no termina de curar bien. A N. la había visto dos veces durante semana e incluso habíamos comido juntos el miércoles, así que eso tampoco podía ser. No sé, el caso es que desde que amaneció el jueves, antes de enterarme de que mi cuñada se estaba poniendo de parto, ya me parecía un mal día. Muy malo. Y luego pasó esto y la depresión se acentuó, por el miedo, por la falta de reacción, por sentirme una basura.

 

 Escribo a N. el sábado para intentar quedar, porque necesito contarle esto que me pasa a alguien y a mi familia no puedo, tengo miedo de su reacción, mejor hacer como la psicópata de la serie y decir lo que se espera que diga que provocar algo demasiado grande en casa que haga que me odien o que me tengan miedo. Aun me quedan años de vivir ahí y sería poco recomendable crear un conflicto de tal envergadura. Además, ¿para qué? Mi madre reaccionaría como de usual, agobiándose más que yo, temerosa, poco constructiva, tal vez incluso llorando. Mi padre se cabrearía y sería cada día una bronca diaria o más. Mis hermanos lo achacarían como siempre a idas de olla por mi parte y me machacarían con ello hasta el fin de mis días, como hacen con otras cosas que hice y dije. Ninguno me ayudaría realmente, no confío en ellos porque me han demostrado lo que hay en ocasiones anteriores. Sé que dentro de mi familia no se puede tratar cosas importantes. Con los colegas que aun me quedan en Oviedo no puedo hablar de estas cosas, porque no tengo tanto tanto grado de confianza con ellos. Ni quiero tenerlo, no es eso lo que hay entre nosotros, no es ese tipo de amistad. JD hace mucho que se alejó y tiene su familia, su vida, su existencia, lejos y suya. Llevamos tanto tiempo desconectados que no sé si ya es lo mismo que antes, sé que para mí fue más de lo que fue para él y le guardo mucho cariño por ello. Se portó como un gran ser humano. Pero ahora él está donde está y yo estoy donde estoy. Es así. Y tres cuartos de lo mismo me pasa con la Dragona (aunque ya sé que no quiere que la llame así, pero es que ahora mismo no sé como llamarla sin poner su nombre).

 Así que sólo está N.

 

 Y N. no ha dado señales de vida en todo el fin de semana. Ni un mensaje diciendo que no puede estar. Por el motivo que sea. Ni preguntar que qué me pasa. Ni llamar. Y por supuesto, no tengo ni que mencionarlo, ni quedar.

 

 Nada.

 

 El domingo jugué a un juego. Tras día y medio de depresión profunda, sufrimiento y esfuerzo por esconderlo en casa, alguna lágrima, me dije que iba a dejar de mirar el móvil por si ella había llamado o escrito durante un día entero. Hasta la mañana del lunes. Venga, tío (ahora si que puedo aplicarme ese parentesco aunque sea por lo legal y no por lo emocional), ni mirarlo ni hacerle mucho caso. E incluso cuando vayas a comer fuera para celebrar el día de la madre, no lleves el móvil, venga muchacho. E intenta no estar pensando continuamente en si llamará ella, si tendrá alguna urgencias o si te querrá a su lado de repente para siempre o para un rato. Nada. Tú come, estate triste, deprimido, que no se te note demasiado y que tu madre al menos tenga un día tranquilo comiendo sin haberlo hecho ella que es lo que le gusta.

 

 Dicho y hecho. Conscientemente no miré el móvil en toda la mañana y lo dejé a propósito en casa cuando salimos a comer. A la vuelta seguí sin mirarlo. A veces me tentó hacerlo, pero al final no lo hice.

 Tampoco es que lo oyera sonar. No sé que hubiera hecho si hubiera sonado. Hubiera mirado quien era, claro. Pero de haber sido ella… no sé si habría borrado el mensaje tras leerlo pusiera lo que pusiera, sin responderlo ni tener intención de ello. No sé si hubiera dejado sonar la llamada hasta que dejara de llamar y luego hubiera borrado el registro de llamadas entrantes para que no constara. Al menos eso era lo que quería hacer. No responderla. Que supiera lo que es que te ignoren cuando te necesitan. Un desafío hacia ella y un refuerzo para mí. Pero tal vez lo hubiera cogido igual. Tal vez hubiera respondido al sms. Tal vez hubiera matado otro trocito de autoestima y dignidad.

 

 Y esta mañana mientras desayunaba, me vestía, me dije que no lo miraría para ver si había llegado un mensaje o llamada y no me había dado cuenta hasta el momento de salir de casa en dirección al trabajo. Y también me dije “Desengáñate. No habrá mensaje ni llamada, por mucho que quieras que lo haya para que igual se haya fastidiado un poco como te fastidias tú cada vez que no te responde, cada vez que te esfuerzas y lo luchas pero ella no reacciona. No habrá habido represalia, porque no te necesita como tú a ella. Porque no siente lo que tú. Porque ni siquiera parece esforzarse por mantener una amistad, si eso significa renunciar a un poco de su estar a su bola, a tener un compromiso aunque sea leve.”

 

 Y al abrir el móvil en la pantalla no había ningún aviso de mensaje ni de llamada.

2 comentarios

Androgen a La Dama Oscura -

No te enrollas, tranquila, di todo lo que el cuerpo te pida decir :)

No me preocuparía tanto la falta de lazo afectivo con el bebé si no fuera porque es mi sobrina. Ya sabes, el lazo de la familia y el sentimiento de manada. Y yo no lo tengo y me preocupa que los demás lo descubran. Igual no es tanto que me preocupe lo que siento como que me preocupa lo que los demás piensen de mí...

Con N. voy a sufrir y me quedan años de sufrir, gracias por el aviso pero me temo que ya estoy metido hasta el cuello. Y como un animal con la pata atrapada en una trampa de lazo, no sé como salir de la situación sin tener que sacrificar algo. Va a doler haga lo que haga.

Las veces que intenté actuar viviendo el momento sin pensar en luego hice daño a gente. Así que por eso no vuelvo a hacerlo.

Un abrazo y gracias :)

La Dama Oscura -

Yo también vi ese capítulo de House, pero sinceramente, yo no creo que seas como esa mujer, ni parecido.
A mi no me gustan los bebés, no son criaturas que me atraigan como lo hacen los gatos u otros animales, y cuando veo uno me siento estúpida de estar diciendo cosas que no siento, (supongo que como tú, diciendo lo que se espera que uno diga), que sí, que será guapo, pero ni me parece una monada, ni una ricura, y no me apetece cogerlo ni besarlo, así que cuando me dicen la tipica frase "toma, cogélo" me siento ridícula y estúpida y no tengo ningún tipo de sentimiento a esa criatura que sólo llora, come y caga. Así que te entiendo, pero no creo que por eso no tengamos sentimientos o tengamos la parte emocional del cerebro jodida, yo creo que simplemente es que no tenemos sentido maternal o paternal (o no se ha despertado aún), y que tal vez, los humanos no sean lo nuestro. Porque al menos en mi caso, la humanidad... da asco en general, y prefiero un animal a un ser humano, simplemente porque los primeros, no tienen malicia.

En lo de N. ya no me quiero meter, de hecho creo que muy pocas veces, o casi ninguna, he comentado nada respecto a vuestra relación, pero ten cuidado ¿vale?. Es algo que puede hacerte mucho daño, aunque eso ya lo sabes...

Y respecto a lo del viaje, disfruta mientras dure, ¡copón! xD
Cambia un poco el chip, intenta ser más optimista y disfrutar de cada momento sin pensar en qué pasará después. Intenta jugar a ese juego algún día, seguro que te gusta ;-)

No me enrollo más. Un abrazo